Por : Luis Carlos Chamorro
Una de las ventajas de vivir en zona rural de Mocoa, es la del entretenimiento de los menores de edad en actividades sencillas y divertidas, evitando un poco el contacto con Televisores, Computadores, Tabletas, Celulares y todo tipo de entretenimiento electrónico.
Nací en 1971 en Mocoa, cuando aun era un pueblo pequeño, capital de la intendencia del Putumayo, vivimos con mis padres y hermanos hasta 1982 y luego nos pasamos a otro barrio hasta que salí del Putumayo en 1988, y durante este tiempo, en conjunto con mi hermano Saulo, y los amigos del barrio José María Hernández de la época, entre ellos el Ñato, Chilpavieja, Chinguarita, KaKana, Elkin (el mas viejo, que nos cuidaba), Renato y muchos mas que no me vienene a la memoria (La PV), compartimos momentos espectaculares yendo a bañarnos al río Mulato, pasando el río para hacer chozas, cocinadas, pescando Sambicas para luego asarlas en improvisadas hornillas y mucho mas.
Luego en el Barrio Ciudad Jardín en compañía de los primos Burbanos : Lucas, Nestor, Marisol, Carmen Elisa, Eliana, y nosotros, nos llevaban a las playas empedradas del río Mocoa, a la Piedra, al Buque y demas pozos emblemáticos, acompañando a los abuelos Lucas y Carmen, que llevaban ropa al río a lavar.
En fin, fueron muchas las experiencias vividas, cosechando guayabas por el camino, limas, pomorrosos, y mucho mas, subiéndonos a todo tipo de árboles, gozando de nuestra niñes.
Ahora, le corresponde a las nuevas generaciones, en la cual está mi hijo Carlos Eduardo y sus amigos de la Vereda Caliyaco, niños entre los 6 a 10 años, Mariana, Angélica, Habid y Juan Pablo, que en los últimos días se reunieron a jugar a realizar construcciones básicas como cambuches, cosechar guamas, hacer un columpio y muchas mas.
Iniciaron subiéndo a los árboles para la cosecha temprana de las guamas, da gusto verlos como suben a los árboles y se mueven con facilidad entre las ramas para llegar a las guamas y compartirlas entre todos. Aprovechando la subida, unos de los vecinos proporcionan unas cuerdas y una tabla y listo el columpio.
Otro día, se preguntan, «hoy que hacemos?» y la respuesta fue : Una Base para niños (un espacio para reunirse y compartir). Comienzan entonces a buscar todo tipo de ramas, chamizas y demás, que les permita hacer un espacio para reunirse, el resultado, un cambuche pequeño, donde casi no cabén, pero alcanza para divertirse un rato.
Ya en la tarde, los vecinos, padres de los niños, les ayudaron y mejoraron el cambuche, mas grande, mas largo y mejor protegido para lluvia. «y para la noche, hagamos masmelos asados!».
«Papá, necesitamos un adulto responsable!», indica Carlos Eduardo, y me llena de orgullo que cuente conmigo para su actividad, entonces, a recordar los conocimientos básicos de campamentación y ponerlos en práctica con los niños.
Llega la tarde, y comienzan a juntar chamizos y palos pequeños para la hoguera, al igual que los palitos para poner los masmelos. Carlos Eduardo, en ocaciones anteriores ya había realizado la actividad de la fogata y compartido con algunos huéspedes y recordaba que había usado una paila pequeña como hornilla… y al no encontrarla, sacó una de las sartenes de aluminio fundido de la cocina del hostal para usarla como base de la hornilla, alcanzo a verlo y corra a cambiarla para evitar problemas con la patrona.
Usamos para la hornilla un viejo asador y comienzo a prender fuego usando una cama de carbón, unos pedazos de vela y encendedor… luego comenzar poco a poco a ubicar los chamizos y ramas pequeñas y apenas va encendiendo, poco a poco se va incluyendo el carbón.
Ya que tiene brasa, comienzan los niños a asar los masmelos y continúa la diversión; masmelo viene, masmelo va.. se acabaron entre los cuatro dos bolsas medianas de masmelos, deliciosos!
En un momento, se fue la luz en el sector y aprovechamos para observar en una parte del cielo que estaba despejado, con la ayuda de una aplicación, a ver las estrellas cercanas y uno que otro planeta.
Al día siguiente, continuar aprovechando el buen clima y jugar un rato, esta vez, la actividad es arreglar el cambuche para ampliarlo; llega entonces el Abuelo Carlos León y colabora con unos leños y tablas para hacer un pequeño piso y que no se ensucien mucho.
Llega la tarde y se reunen a ver una película en una tableta dentro del cambuche y comienza a caer un aguacero impresionando, desde la puerta de la casa estoy pendiente a ver si abandonan el juego y se devuelven a casa, y no es así, el cambuche aguanta, se divierten con la película y desde la puerta de la casa escucha risas y gritos de felicidad; no se mojaron y las pocas gotas que entraron no evitaron que la diversión continuara.
Ahora, ya son las 4, cada uno para su casa y listo para la novena de la vereda, mañana será otro día!