John Elvis Vera Suarez
9. COLONIZACIÓN MODERNA
BONANZAS
SITUACIÓN ACTUAL
Finalizada la confrontación y firmados los acuerdos respectivos entre los dos países, se da un impulso a la presencia Estatal en la Región. Adquiere importancia la presencia de las Fuerzas Armadas, acompañada de continuas olas migratorias respaldadas e impulsadas por el Gobierno Central.
En esta nueva etapa las bonanzas no faltan y el saqueo se acrecienta, continúa la extracción de látex, ya vienen la explotación maderera, las pieles, los peces ornamentales, la pesca para el consumo en el interior, el narcotráfico, el saqueo del oro en los ríos. El comercio fluye por las arterias Amazónicas, los grandes ríos como el Caquetá y Putumayo son testigos de la constante movilización de mercancías extranjeras y nacionales y del tráfico de nuestra Diversidad Biológica.
El problema de la tenencia de la tierra en el interior del país, en especial a partir de los años cincuenta y como resultado de la “época de la violencia” presiona una ola colonizadora de grandes proporciones. Buena parte de las tierras del Caquetá y del Alto y Medio Putumayo en especial, son potrerizadas y su riqueza tanto maderable como faunística son saqueadas sin misericordia.
Se incentiva la ganadería calcando el modelo impuesto en el interior del país. Los comerciantes, que en buena parte en la Región se han distinguido por su accionar especulativo y su avaricia, se van apoderando de las “tierras abiertas” por colonos pobres y de esta manera se van creando las grandes haciendas.
La presencia estatal se convierte más en una presencia burocrática y militar, que en el impulso de un verdadero desarrollo que conlleve al grueso de la población a alcanzar el bienestar soñado.
La discriminación al indígena no cesa y se manifiesta en todas las instancias sociales, económicas, políticas, culturales y hasta gubernamentales. Sus tierras siguen siendo arrebatadas y su población se sume en un proceso acelerado de aculturación.
El narcotráfico se aposenta en la región para quedarse definitivamente. El grueso de su producción se realiza en parcelas que no exceden las cinco hectáreas. Son pequeñas empresas campesinas dedicadas a lograr el sueño frustrado de conseguir fortuna para salir de esa eterna pobreza y en muchos casos del anonimato. Fue el buscar como último recurso la solución económica definitiva que no se había podido encontrar. Era el poder ofrecer a su familia un mejor futuro, era el mejorar su bienestar, el brindar estudio a sus hijos, el ayudar a familiares y parientes dejados en el interior. Los últimos veinticinco o quizás treinta años (aproximadamente a partir de 1973) los hemos vivido en medio del cultivo comercial de la Coca, producto que transformado ha ido creciendo su demanda a nivel mundial.
Mucho se ha especulado y/o estudiado sobre el asunto, mucho se ha hablado sobre todos los males traídos desde lo cultural hasta el aumento de la criminalidad, pasando por el evidente deterioro ambiental. Todo esto tiene mucho de cierto, y como se dice en el argot popular: “tiene tanto de ancho como de largo”. La verdad es que el desarrollo de dicha actividad en la Amazonia Colombiana, es en gran parte responsabilidad del Estado que ha tenido por décadas en un singular abandono a toda la Región y sus Gentes, de igual manera el aumento del consumo obviamente no es el resultado del cultivo, sino que, por el contrario, el consumo trae como consecuencia el aumento del cultivo y procesamiento de la coca.
En cuanto a la deforestación tan publicitada en estos tiempos, lo cierto es que la ganadería sigue siendo de lejos la mayor causante de la creciente tala de las selvas ecuatoriales en nuestra nación. Mientras los máximos calculados al cultivo de la coca en el Municipio de Leguízamo, no llegaron a las 10.000 hectáreas, en pastos, la UMATA hablaba de más de 34.000 hectáreas (al año 2.000): gran parte de ellas sobre las vegas de los grandes Ríos, causando con esto una acelerada erosión, contribuyendo a su vez con la colmatación de los ríos, mermando de esta manera la navegabilidad de los mismos. Pero para rematar esta deforestación de las inmensas vegas amazónicas trae como consecuencia la disminución del recurso pesquero, que a su vez conlleva al empobrecimiento de las comunidades campesinas e indígenas ribereñas.
De otra parte, se han ido implementando políticas conservacionistas muy importantes como la creación de P.N.N., en el caso de Leguízamo, la creación del Parque Nacional Natural La Paya, (1984), siendo uno de los diez más grandes del país con 422.000 hectáreas. Pero por falta de una política y accionar coherentes, en lugar de este traer beneficios visibles a la población, la sensación percibida en ella es que este inmenso, importantísimo y hermoso Parque se ha convertido en un problema social, ya que muchos colonos (no pocos cocaleros) se quedaron sin una tierra para trabajar. El gobierno ha incumplido sus compromisos con las familias que debieron de abandonar el Parque y las zonas de Resguardos. Mientras tanto los Departamentos del Putumayo y Amazonas, como el Municipio de Leguízamo como ente Administrativo no han sido capaces de reclamar beneficios económicos y/o presupuéstales por el aporte a la conservación de nuestra diversidad biológica. Entre Parque, Resguardos, Reserva Forestal de la Amazonia, grandes Humedales y demás, la Región Leguízameña contribuye a la conservación o debe hacerlo, con por lo menos entre el ochenta y cinco y el noventa por ciento (85% al 90%) de su territorio.
Cada día es más el interés del Capitalismo mundial y en particular de la gran Potencia Mundial, por Nuestra Región. Poco a poco es más evidente la intervención extranjera en la zona y la planificación a mediano y largo plazo que se realiza a nuestras espaldas sobre el territorio al cual pertenecemos.
Para cerrar el siglo se desarrolló una incipiente actividad minera en las cuencas de los dos grandes ríos. No solamente el impacto social y económico que provocan estas bonanzas o semi-bonanzas, son de preocupación en comunidades pequeñas como las nuestras; lo menos visto o sentido es la grave contaminación provocada por el uso de mercurio y la erosión generada al realizar esta actividad en los bordes de estos ríos, con maquinaria que transforma negativamente a estos.
- “El periodo áureo de la siringa y el conflicto con el Perú, en 1932, dejaron como subproducto pírrico algunas vías de comunicación, unos pocos asentamientos de colonos blancos y una precaria, pero permanente, presencia del Estado en la región. Esa infraestructura permitió el paso de la economía extractiva a la verdadera colonización. Es decir; a la valorización permanente del espacio por la fijación del valor creado sobre el mismo suelo donde se produce. (Domínguez, 1987). Igualmente, se fijaron las bases para la expansión del Estado-Nación hacia la periferia del reciente creado mercado nacional. Las nuevas vías de comunicación permitieron el flujo de mercancías desde y6 hacia la Amazonia.”[i]
- “A partir de los años treinta, el gobierno central de Colombia intervino directamente en el Putumayo a raíz de los conflictos fronterizos que durante este periodo se acentuaron con el Perú. Se establecieron en la región centros militares de importancia como las bases de marina de Puerto Leguízamo y La Tagua (frontera con el Perú) y la base de defensa aérea de Tres Esquinas. Con una visión estrictamente militar se impulsaron en torno a estos centros colonias campesinas que sirvieron de apoyo a las nuevas compañías militares.”
…
Las colonizaciones campesinas que hicieron posible la permanencia de una fuerza militar en el área, tuvieron un patrón de asentamiento lineal. Colonos procedentes en su mayoría del Huila y Caquetá, se establecieron a lo largo de los caminos y ríos y se dedicaron a la explotación maderera y a la actividad agropecuaria.”[ii]
- “Las actividades emprendidas después del conflicto con el Perú se centraron en afirmar la soberanía en los territorios del Amazonas, Putumayo y Caquetá, en abastecer las guarniciones militares de Caucayá (rebautizado Puerto Leguízamo en honor del valiente Cándido Leguízamo, que dio su vida en una escaramuza cuando hostigaba tropas peruanas en Puerto Arturo), Puerto Boy, La Pedrera, Tarapacá y Leticia, que fueron enlazadas de inmediato por los aviones de militares, equipados con flotadores. Allí los Junkers W-34, K-43, y Ju 52 y los trimotores Ford 5-AT, prestaron invaluables servicios transportando tropas, comisiones negociadoras, funcionarios del gobierno, científicos y civiles.”[iii]
- “… por la perspectiva de incalculables posibilidades económicas que la posesión efectiva y confirmada de un puerto sobre el Amazonas había abierto; por la necesidad de abastecer a Leticia, y por la necesidad y conveniencia de ejercer efectivamente la soberanía en la región amazónica –para defender la cual el gobierno se había visto precisado a situar naves en los ríos Amazonas, Putumayo, Caquetá y Orteguaza- los colombianos, militares y civiles, empezaron a navegar con más frecuencia por los ríos Caquetá y Putumayo. Se empezaba así a estructurar una relación directa entre la navegación de los ríos del sur y el desarrollo del comercio de la lejana población, que llevaría con los años y el esfuerzo de meritorios comerciantes, que no enumeramos pues no quisiéramos omitir a ninguno de ellos, a afirmar la incorporación económica de esta parte de la amazonia colombiana a la nación.”[iv]
- “La llegada del avión a los apartados regiones del “Far East” colombiano dio origen a un apasionante estilo de aviación, entre serio y arriesgado, entre profesional y aventurero, entre comercial y quimérico, posiblemente único en el mundo. Otras regiones apartadas e inhóspitas del planeta, como Alaska, por ejemplo, vieron surgir compañías aéreas de verdaderos quijotes y soñadores quienes formaron una elite de superhombres difíciles de describir (los “bush pilots” o pilotos de matorral como los llaman los norteamericanos). Pero quizá en ninguna otra parte la aviación ha tenido tanta trascendencia e importancia para los habitantes de la zona, para los abandonados colonos o para los indígenas, como en los llanos y las selvas de Colombia que aún hoy en día carecen de otros medios de comunicación.
En la Orinoquia y la Amazonia el avión lo ha sido todo: taxi, bus, “chiva “, camioneta de reparto, camión, ambulancia, carro mortuorio, lancha, hospital, camioneta de correos, camión ganadero, consultorio médico, aparato de fumigación y ha llevado de todo hasta personas. En épocas recientes transporta misioneros, hippies, médicos, arqueólogos, enfermeros, enfermos, colonos, turistas exóticos, policías, presos, intendentes, comisarios, alcaldes, comerciantes de toda índole, sismólogos, técnicos petroleros, caucheros, ingenieros y otros “eros “dedicados a actividades “non sanctas “.”[v]
1933
A comienzos de este año, se intenta organizar el transporte en los Ríos Ortegüaza y Caquetá. Se compran 40 motores Jonson fuera de borda, 25 planchones de siete (7) toneladas de capacidad cada uno, seis (6) lanchas remolcadoras y cuatro (4) planchones tanques. Paralelo a esto se establecieron estaciones fluviales en Venecia, Tres Esquinas y La Tagua. Acciones parecidas se desarrollaron en el Río Putumayo.[vi]
1933
El médico Cesar Uribe Piedrahita, Oriundo de Medellín, publica su obra titulada “TOÁ”. En ella narra sus viajes por el río Caquetá y al recorrido de los ríos Yarí e Igaraparaná. Ubicándola en el año de 1902, y escrita 9 años después de “La Vorágine” con el subtítulo de “narraciones de caucherías”. Fascinante narración que nos lleva a esa parte de nuestra historia llena de horror y barbarie. En uno de sus apartes dice de Antonio, uno de sus personajes:” Por primera vez supo que la selva no era más cruel que los hombres brutales que pretendían poseerla. Presentía vagamente que la tremenda lucha que se libraba allí, no era sólo la lucha biológica; había algo más terrible: el hombre blanco, lascivo y codicioso, violaba bestialmente la Naturaleza y pensaba dominarla así.”
En ella también nos describe como los nativos y caucheros se hacían presentes en la agencia del Mecaya:” Con el correr de las horas llegaba gente a la agencia. Canoas y potrillos tripulados por caucheros harapientos y nativos de diversa procedencia, atracaban en el desembarcadero. Los patios se veían animados por las figuras vistosas de los Sionas, Tamas y Coreguajes, ornados con sus mejores plumas y collares de dientes y cuentas de “chaquira”. Algunos huitotos apáticos discurrían sin mezclarse con nadie.”[vii]
Mayo 21.
Junkers F-13 202 accidentado en Caucayá. Ejercito.[viii]
1933
Mayo 24?.
“Como si fuera poco, días después (días después del 15 de febrero de 1933. mayo 24 de 1933? – nota publicada por el Tiempo el 25 de mayo), saliendo de Caucayá, se accidentó “La Vaca “, el Junkers F-13 202, muriendo el capitán Martín Hänichen, el copiloto, teniente Heriberto Gil y los mecánicos Narciso Combariza, Rafael Hernández y Erich Retish. “[ix]
Noviembre 4.
Decreto 1834.
Con 50 centavos diarios, durante seis meses, se ordenaba dar a cada hombre y mujer que se presentaran como colonos. Se pretendía de esta manera promover la ocupación de la Amazonia para evadir la realización de una Reforma agraria que democratizara la tenencia de la tierra en el interior del país y de paso solucionar el problema de desempleo que ya se estaba presentando. [x]
1933
Noviembre 4.
Por decisión del Gobierno Nacional, El Ministerio de Guerra, asume la responsabilidad de la colonización en el Caquetá, Putumayo y Amazonas.[xi] Quitándole de esta manera la iniciativa al Ministerio de Industria. Esto en todo caso teniendo en cuenta el impulso dado al poblamiento de núcleos urbanos alrededor de las bases militares instaladas o fortalecidas a partir del conflicto con el Perú.
1933-1951
“… el Territorio del Amazonas dependió del Vicariato Apostólico del Caquetá y Putumayo, llamándoselo desde entonces Vicariato Apostólico del Caquetá, Putumayo y Amazonas. La extensión era de 250.000 kms2. Esto quiere decir lo difícil que era impulsar por parte del Vicario Apostólico una región tan inmensa.
El Vicariato estableció una Estación en Leticia y otra con un misionero “en uno de los internados más antiguos que tiene la Misión llamado La Chorrera, sobre el río Amazonas, Putumayo y el Igaraparaná 1.525 kms. Es de anotar que este internado funcionó por varios años en lo que fue la antigua Casa Arana, más o menos hasta 1956, en el cual el río Igaraparaná que venía desmoronando los terrenos de la posición citada, optó por invadir totalmente las casas, lo que obligó a construir la nueva Estación en una loma vecina, que se llama la loma de Bombaire; dicho misionero controlaba más o menos los 470 kms del río Igaraparaná y los 1.000 kms del Putumayo entre Puerto Leguízamo y Tarapacá. Conviene hacer constar que ordinariamente dicha Estación misional tenía asignados dos misioneros, uno residente al frente del Internado y otro en continuas correrías por la inmensa región. La Chorrera a pesar de lo diezmada en tiempo de la Casa Arana siempre ha tenido unos 2.500 indígenas huitotos, los cuales por su modo de ser por los 33 años de labor educativa se los puede considerar casi como colonos. Esta posición es la Meca de los huitotos, ya que de los mismos hay un grupo bastante grande en el Encanto, San Rafael y en las bocas del Caraparaná sobre el Putumayo; hay también en Arica y en Tarapacá, de modo que se puede decir que el Putumayo es huitoto.”[xii]
1934 – 1935
Epidemia de Disentería causa mortandad en el Putumayo. [xiii]
1934 – 1935?
Por iniciativa militar, se inicia la construcción de una vía férrea entre La Tagua y Puerto Caucaya. Lográndose adecuar al menos un kilómetro y medio. Hoy en día aun es posible apreciar parte de los trabajos realizados sobre los terrenos. (Conversación personal con Ricardo A. Ospina y Hernán Serrano T.). En notas dejadas por Arcesio Cortés Calderón dice “En el /49, se construyó un pequeño tren que se llamó el Decovíl1, que no se concluyó y se optó por la construcción de la carretera”.
1934
NAVESUR, inicia operaciones en el río Putumayo, con las embarcaciones Igaraparaná, Hércules y Mercedes, construidas en el Brasil.[xiv]
1934
[xv]En las primeras etapas de la comunicación post-conflicto entre el interior del País y Leticia, se hicieron por el Caquetá hasta La Tagua, de donde aprovechando la corta distancia entre los dos ríos, se llega por carretera a Puerto Caucaya, sobre el Putumayo.[xvi]
1934
Mayo 24.
Protocolo de Río de Janeiro, con el cual se finaliza el tercer conflicto Colombo – Peruano.[xvii]
“Protocolo de Paz, Amistad y Cooperación entre la República de Colombia y la República del Perú.
…
Artículo I.
El Perú deplora sinceramente, como ya lo ha hecho en declaraciones anteriores, los acontecimientos ocurridos a partir del primero de septiembre de mil novecientos treinta y dos, que perturbaron sus relaciones con Colombia. Habiendo resuelto las dos repúblicas restablecer sus relaciones, el Perú manifiesta el deseo de que se restauren con la íntima amistad del pasado y la profunda cordialidad de dos pueblos hermanos. Colombia comparte esos sentimientos y declara que tiene idénticos propósitos.
En consecuencia, el Perú y Colombia convienen en acreditar simultáneamente las legaciones respectivas en Bogotá y Lima.
Artículo II.
El Tratado de Límites de 24 de marzo de 1922, ratificado el 23 de enero de 1928, constituye uno de los vínculos jurídicos que unen a Colombia y Perú, y no podrá ser modificado o afectado sino por mutuo consentimiento de las partes o por decisión de la justicia internacional, en los términos que más adelante establece el artículo séptimo.
Artículo III.
Las negociaciones entre los dos países continuarán, por la vía diplomática normal, para dar a todos los pendientes una solución justa, duradera y satisfactoria; y se observarán, en el desarrollo de tales negociaciones, los principios establecidos en el presente protocolo.
Artículo IV.
En vista de las necesidades comunes a los dos Estados en las cuencas del Amazonas y Putumayo, el Perú y Colombia adoptan acuerdos especiales sobre aduanas, comercio, libre navegación de los ríos, protección a los pobladores, tránsito y policía de fronteras; y adoptarán los demás acuerdos que fueren necesarios para obviar cualesquiera dificultades que se presenten o puedan presentarse en la región de frontera entre los dos países.
Artículo V.
Los dos Estados estudiarán un acuerdo de desmilitarización de la frontera, según las necesidades normales de su seguridad. Los dos gobiernos nombrarán para este efecto una comisión técnica, compuesta de dos miembros por cada una de las partes contratantes, presidida alternativamente de mes a mes por el oficial de más alta graduación de una y de otra. El primer presidente será escogido por la suerte. La sede de la comisión será fijada, de común acuerdo, por los gobiernos.
…
Artículo VII.
Colombia y el Perú se obligan solemnemente a no hacerse la guerra ni a emplear, directa o indirectamente, la fuerza, como medio de solución de sus problemas actuales o de cualesquiera otros que puedan surgir en lo futuro. …”[xviii]
El Comisario Juvenal Paredes visita Puerto Caucaya y deja en proceso de construcción varias obras.[xix]
1934
“… a partir de la guerra con el Perú los antiguos caminos Pasto-Mocoa y Neiva-Florencia se adecuaron para el paso de vehículos. En ese mismo año, al lado de la pesca del pirarucú, se inició el comercio de pieles de animales salvajes como la vaca marina, el caimán negro, la babilla, el manao y el cerrillo; en menor escala, las de tigre, tigrillo, lobón, nutria y manao.” Pág.535
…
El comercio de las pieles se prolongó por 40 años en todos los caños de los ríos Putumayo y Caquetá con sus afluentes, unidos en la época por la sombra de un mercado funesto para la fauna amazónica. Duró de 1934 hasta los cuarentas, arremetiendo con fuerza al inicio de la década del cincuenta para terminar en los setentas, cuando cedió la presión internacional y el gobierno de Colombia vedó su comercialización. En la región del río Putumayo los peruanos y brasileños promovieron el negocio.
“…después del conflicto colombo-peruano, navegantes brasileños subieron por el río Putumayo, anunciando el nuevo mercado que se abría a las posibilidades económicas de los hombres amazónicos, acostumbrados hasta entonces a extraer diferentes gomas de árboles silvestres de la selva, a cazar y pescar de vez en cuando para la pura subsistencia. Pág. 537
Pregonaron la pesca del pirarucú, pez de gran tamaño muy apetecido por estos comerciantes extranjeros. Pregonaron la cacería de la vaca marina, bellísimo animal de “siete carnes” cuya especie sufrió con gran impacto las incursiones demandadas, que la ubicaron entre la inmensa lista de seres partiendo del planeta. Cayó también entre la mirada despiadada, la maravillosa “charapa” milenaria, bella y exquisita presa, abundante en esa época.” Pág. 538
“Poco a poco los animales perseguidos iban desapareciendo. Fue entonces cuando los mismos comerciantes extranjeros, pregonaron el comercio de las pieles de caimán, más rentable para los nativos. Lagartos gigantescos de colosales fauces cayeron bajo el filo del arpón de los indígenas. Lanchas brasileñas y peruanas surcaban, arriba y abajo, el río Putumayo comerciando sus pieles a cambio de comida, telas y mercancías. El río Putumayo, el Caucaya, el quebradón de La Apaya, fueron sede nocturnos cazadores que mataban a su presa, indefensa en la noche.” Pág. 541 [xx]
1934-1938
Presidencia de Alfonso Lopez Pumarejo. Impulsó la Educación Pública. Reorganizó la Universidad Nacional y se construyó la ciudad Universitaria. Se organizaron sindicatos y en su mandato se elaboró una legislación laboral.
En 1936, el Congreso decretó una reforma constitucional.[xxi]
El comercio de las pieles se prolongó por 40 años en todos los caños de los ríos Putumayo y sus afluentes, Caquetá, Caguán y Yarí, con consecuencias funestas para la fauna amazónica. Duró de 1935 hasta 1975, cuando cedió a la presión internacional y el gobierno de Colombia vedó su comercialización. En la región los peruanos y brasileros promovieron el negocio.[xxii]
1935
Se fundaron internados capuchinos en las zonas, La Chorrera en 1935, en 1940 la misión de San Rafael del Encanto y en 1951 se conformó la Prefectura Apostólica del Amazonas. La misión tuvo como una de sus primeras actividades la traducción de catecismos a la lengua Witoto; así mismo tuvo un papel importante como distribuidora de bienes y de comercio. Las lenguas nativas fueron prohibidas. Estos internados se consideran, en parte, como responsables de la desestructuración cultural de los grupos del área.
El químico Inglés, Harold King, había aislado por primera vez uno de los principios activos del Curare, la d-tubocurarina. Desde tiempo atrás, los experimentos habían demostrado que este veneno paralizante era un relajante muscular en extremo eficaz. Según los investigadores, se podría usar en la cirugía en combinación con los anestésicos, salvando así miles de vidas. Pero sólo hasta tanto se descubriera su identidad botánica y se obtuviera una fuente constante del veneno podrían avanzar las investigaciones.”[xxiii]
1935 – 1936
Oliverio Cabrera, traslada indígenas del Mirití, para iniciar trabajos en el terreno destinado para la Colonia Penal de Araracuara; en dicha obra trabajaron indígenas de la zona del Cahuinarí. No demoraron en aparecer las enfermedades, refugiándose los indígenas sobrevivientes en los ríos de la selva. [xxiv]
Enero 14.
“EL TRIMOTOR 624 SE PERDIO AYER EN EL CAQUETA CON 14 PASAJEROS “fue el titular, a cinco columnas, de El Espectador del Miércoles 15 de enero de 1936. El primer subtitulo decía: “SALIO DE PUERTO BOY A LAS DOS Y NO HA VUELTO A SER LOCALIZADO “. El Junkers Ju. 52 militar, sobre flotadores, había salido el 10 de enero de Palanquero, piloteado por el capitán José J. Obando, con el teniente Uladislao O´Byrne como copiloto y llevando de telegrafista al señor Alfredo Pavolini. En el viaje de ida, la máquina hizo el recorrido sin inconvenientes, tocando en Tres Esquinas, Puerto Boy, Caucayá, Tarapacá, La Pedrera y Leticia, en donde dejó pasajeros y correo. De la capital del Amazonas siguió al puerto de Mitú, capital de la comisaría del Vaupéz para llevar para llevar el correo y recoger allí al comisario especial, Francisco de J, Anzola, y volvió a Leticia. El viaje de regreso se realizó sin problemas hasta Puerto Boy (EL ACCIDENTE FUE SOBRE LA CUENCA DEL RIO MECAYA). El trimotor hacía el recorrido bimensual por las guarniciones del sur, llevando correo y pasajeros, en el que no había ocurrido ningún accidente durante casi cuatro años.”[xxv]
1936
Arturo Villarreal, es el primer colombiano que establece un negocio de importación en la ciudad de Leticia ya que estos estaban en manos de turcos y judíos venidos del Brasil. Esta firma abastecía, con abarrotes comprados en Manaos, no solo a Leticia sino a Tarapacá y Puerto Caucaya.[xxvi]
1936
El Comisario del Putumayo Aníbal A. Córdoba, visita a Puerto Ospina y Puerto Caucaya.[xxvii]
1938 – 1971
Julio 5 (martes).
Se establece la Colonia Penal en Araracuara con la llegada de 60 presos. “La creación de la Colonia Penal se basó en razones de tipo penal y penitenciario, dentro de una visión estatal que consideraba a la Amazonia como tierras “baldías”, deshabitadas, inmensas y malsanas, pero muy “ricas”, y debe examinarse en un contexto de problemas agrarios que caracterizaron el país andino. La Colonia Penal fue una punta de colonización y de ocupación del espacio amazónico en los años siguientes a su fundación. Para el gobierno de López Pumarejo, en 1937, “la Colonia constituye parte del plan de colonización de las regiones del Sur,””. Está contó con un área de influencia de unos 600 kilómetros fluviales sobre el río Caquetá. Que iban desde Guaquirá (un poco más arriba de la desembocadura del Nasaya, por el Río Caquetá), en territorio del actual Municipio de Leguízamo, aguas arriba de esta, y la Pedrera, aguas abajo. En 1943 trasladan la Colonia a Nocaimaní, presentándose allí una epidemia de fiebre amarilla, obligando de nuevo su traslado al Araracuara.
“Según el estudio de Useche (Mariano Useche, Antropólogo), la Colonia albergaba reclusos de las diferentes regiones de país, con predominio de los oriundos de Cundinamarca, el Viejo Caldas y Antioquia, personas que profesaban una gran variedad de oficios; allí había agricultores, albañiles, zapateros, carpinteros, mecánicos, comerciantes, obreros, sastres, empleados, aserradores, panaderos, entre otros. La mayoría de ella había cometido delitos contra la propiedad, los cuales eran severamente sancionados sin importar su cuantía. Así, el robo de comida, el raponazo callejero, el robo a tiendas, plazas de mercado o fincas, constituía el mayor número de casos de las personas que se encontraban detenidas.” “La vida de la Colonia Penal se organizó alrededor de tres espacios vitales. Los campamentos, las granjas y las chagras”. “El campamento era el lugar de reclusión, sometido a horarios estrictos; la granja era un sitio de explotación de hortalizas para el autoabastecimiento, y allí trabajaban quienes demostraban buena conducta y conocimiento de agricultura; la chagra era una granja con un sistema similar al indígena, a donde se enviaban los reclusos de mayor confianza, quienes debían retribuir con productos agrícolas al penal su régimen de libertad vigilada, puesto que algunos se casaron con Indígenas de la Región. La colonia también contó con potreros para la promoción de la ganadería.” “Este sistema de explotación agrícola buscaba encauzar a los penados por las labores del campo, con la perspectiva de que colonizaran la región cuando hubiesen cumplido la pena, para lo cual el gobierno les otorgaría títulos de propiedad sobre las tierras baldías, según lineamientos contemplados en la Ley 105 de 1922.” “ En 1971 la presidencia de la Republica suprimió la Colonia Penal y Agrícola de Araracuara mediante el Decreto 376; una de las razones para tal determinación se debió a que no había sido posible “obtener resultados satisfactorios en la rehabilitación de los reclusos por circunstancias diversas entre las cuales cabe anotar, las condiciones adversas para el trabajo de los penados, la ubicación del establecimiento, las enormes distancias existentes para conseguir personal idóneo directivo, científico y técnico y de custodia y vigilancia”.
Existencia de la Colonia Penal de Araracuara.[xxviii]
1938
Ley 160.
Convenio de Cooperación Aduanera Colombo – Peruana, con el cual la Región Amazónica de los dos países, queda con derechos excepcionales en la importación de bienes de consumo y capital.[xxix]
1938
“El Corregimiento de Curiplaya arroja el número de 1.850 habitantes y 292 casas, según el último censo levantado por el comisionado del Gobierno”[xxx]
1938
Mientras “En 1906 solo había dos mil colonos blancos en toda la Amazonia colombiana. En 1938 había treinta mil solo en Putumayo.”[xxxi]
“… los datos censales reportan para el conjunto de la amazonia colombiana una población de 50.783 habitantes, de los cuales el 31% pertenecían a la antigua intendencia del Putumayo. La densidad población era para aquel entonces de 0.6 habitantes por km2 (Datos censales citados por Camilo Domínguez).”[xxxii]
1938-1942
Presidencia de Eduardo Santos. Se creó el Instituto Etnológico y los Institutos de Crédito Territorial y de Fomento Municipal. En 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial.[xxxiii]
1939
“Las operaciones de Puerto Boy fueron trasladadas a la base Ernesto Esguerra Cubides, en Tres Esquinas, Caquetá.”[xxxiv]
1939
El gobierno de Colombia entró en negociaciones directas con Julio César Arana; a pesar de todo, y como haciendo tabla rasa del pasado, reconoció pagarle US $ 200.000 por el Predio Putumayo y sus mejoras. El Banco Agrícola Hipotecario de Colombia, obrando a nombre de nuestra República, le canceló a Arana en ese tiempo la suma de US $ 40.000 y el resto en 1964, que sufragó la Caja Agraria.[xxxv] En agradecimiento seguramente por el genocidio cometido y por el saqueo de nuestros recursos.
1939
Con la Segunda Guerra Mundial los siringales y chiclerías logran rentabilidad. Científicos como Richard Evans Schultes al servicio de los EU. Recorren la Amazonia.[xxxvi]
1939
Noviembre.
Los científicos Enrique Pérez Arbeláez y José Cuatrecasas, visitan la zona de Tres Esquinas.[xxxvii]
1939
La Universidad de Nebraska, con las colecciones conseguidas en el Ecuador por Richard Gill, etnobotánico autodidacta, se uniformaron extractos de curare, poniéndolos así al servicio para el tratamiento de una cantidad de aflicciones musculares y neurológicas.[xxxviii]
1940
“Feliciano Piaguaje fue uno de los últimos chamanes Makaguaje. Friede informa que él vivió cerca de Montepa en el año 1940 (1945:556) y éste también es el periodo durante el cual fueron exterminados la mayoría de los Makaguajes por una epidemia.”[xxxix]
A principio de esta década, en general el comercio hacia el sur se movilizaba de Neiva a Florencia por carretera. De allí en remolcador por el Orteguaza y luego por el Caquetá hasta La Tagua. Se seguía por carretera hasta Puerto Caucaya, y luego, frecuentemente en el “Ciudad Neiva”, de propiedad del gobierno, hasta Leticia durante doce días, navegando de día y de noche.
“La migración de población blanca al área amazónica no fue resultado de la atractiva perspectiva de la explotación cauchera. Desde el año de 1940, el periodo conocido con La Violencia, expresión del conflicto agrario andino en que masas de campesinos fueron desposeídos de sus tierras, impulsó la migración forzosa a las áreas orientales colombianas.”[xl]
“…ese origen de los colonos y pobladores (Población mestiza, oriunda del Huila y del Tolima) permanentes del Caquetá iría a ser más notorio cuando los fenómenos de violencia en el Huila y Tolima, expulsaron al Ortegüaza, al Caguán y, en general al Caquetá, grandes contingentes de población que por entonces se fueron desprendiendo de los Andes.”[xli] Esto se reflejó de igual manera en la región Leguízameña.
1940-1970
“… se llevó a cabo una explotación masiva de toda clase de animales silvestres con múltiples propósitos y en la que se destacaron las famosas tigrilladas, iniciadas después de la bonanza generada con la explotación cauchera. En esta etapa, se realizó la comercialización a gran escala de pieles de felinos y nutrias, que fueron vendidas en los mercados norteamericanos y europeo con altísimos márgenes de ganancia para los intermediarios (Gómez-Cely et al., 1994). A partir de los años 1950 un incremento en la demanda de piel de cocodrilo ocasionó el aumento de su caza comercial, lo que llevó a casi todas las especies del grupo Crocodylia al borde de la extinción en todas0 las regiones de Colombia. También cazaron carnívoros y otros mamíferos acuáticos que sus poblaciones fueron llevadas a niveles tan críticos que en la actualidad no se han recuperado (Instituto Von Humboldt, 1997).”[xlii]
1940
Noviembre 27.
El científico José Cuatrecasas, visita la Región en busca de nuevas especies de flora. Realiza exploraciones en La Concepción en la fecha señalada, además de otros sitios a través de la Región Leguizameña, dicha recorrido fue patrocinado por el Instituto de Ciencias Naturales. Realizó estudios Etno – Botánicos.[xliii] En Piñuña Negro, encontró Yoco, pero desafortunadamente, la planta no tenía frutos ni flores, y no pudo describirla.[xliv]
1941
Abril 21.
Ford 5-AT-C 643, en flotadores. Accidentado en el Putumayo, avión militar. [xlv]
1941
Diciembre 17.
Ley 148.
Una nueva Ley que buscaba fomentar una vez más la colonización en la Amazonia a través de la construcción de viviendas por parte por parte de I.C.T. (Instituto de Crédito Territorial) y ordenaba de igual manera la conformación de por los menos dos (2) comisiones ambulantes fluviales por el Orteguaza y Caquetá primordialmente por el alto índice de morbilidad presentado en las áreas aledañas de estos ríos. [xlvi]
1942
Enero.
“En Montreal, Harold Griffith usó extracto de curare para inducir la relajación muscular de pacientes bajo anestesia general. Seis meses después, él y Enid Johnson publicaron un trabajo que revolucionaría la cirugía moderna. Revelaron que mediante la administración de la d-tubocurarina a los pacientes, era posible rebajar el nivel de anestesia, reduciendo así los riesgos de la anestesia general y la náusea y vómitos postoperatorios. En los siguientes cincuenta años, la d-tubocurarina salvó más vidas que las que el curare jamás había quitado.”[xlvii]
1942
Febrero 28.
El estadounidense, Richard Evans Schultes, al referirse al Yagé y su utilización por la población Ingana de Puerto Limón, dice:” Algunos beben yagé con frecuencia, otra rara vez. Produce una violenta purga y a menudo actúa como vomitivo. Muy amargo. Algunos dicen que los efectos posteriores son de regocijo, serenidad y bienestar; otros que produce un largo malestar y dolor de cabeza. Raspan la corteza del yagé y calientan en agua pequeños trozos. Luego lo beben. Lo consumen solos o pequeños grupos y en las casas, donde a menudo hay un enfermo que debe ser curado. El curandero lo bebe para ver la hierba o hierbas indicadas para el enfermo. Por lo general lo toman solo, pero en Puerto Limón a menudo lo consumen junto con la corteza de otro bejuco, la chagropanga. Se dice que tienen casi iguales, pero que la liana es más dura y fuerte.”
Schultes no estaba seguro cómo interpretar esto, pero dos temas lo intrigaron. Primero se dio cuenta de que los curanderos adoptaban el yagé como medio visionario y como fuente de enseñanzas. Era la planta la que hacía el diagnóstico. Se trataba de un ser viviente, y el Ingano reconocía su resonancia mágica tan reflexivamente como aceptaba él los axiomas de su propia ciencia.
….
En el caso del yagé, se han identificado hasta la fecha cerca de veintiún añadidos.
…la flora amazónica contiene, literalmente, decenas de miles de especies. ¿Cómo aprendieron los indios a identificar y combinar en forma tan refinada estas plantas morfológicamente distintas, que poseían propiedades químicas tan peculiares y complementarias?
…Los indios tenían, como es natural, sus propias explicaciones, ricos relatos cosmológicos que desde su punto de vista eran perfectamente lógicos: plantas sagradas que habían llegado aguas arriba por el Río de la Leche en el vientre de la anaconda, pociones preparadas por jaguares, las flotantes almas de los chamanes muertos desde el principio de los tiempos. Como científico, Schultes no tomaba estos mitos de manera literal, pero si le sugerían un cierto equilibrio.
…Aunque entrenado en la mejor institución botánica de los Estados Unidos, después de un mes en el Amazonas, se sintió cada vez más como un principiante. Los indios sabían mucho más. Había ido a América del Sur porque quería encontrar los dones del bosque pluvial: las hojas que curan, las frutas y semillas que nos proporcionan los alimentos que consumimos, las plantas que podían transportar a una persona a reinos más allá de la imaginación. Pero también había descubierto que al develar los conocimientos indígenas, su tarea no era sólo identificar nuevas fuentes de riqueza, sino comprender una nueva visión de la vida misma, una manera profundamente diferente de vivir en la selva.”[xlviii]
1942
Marzo 8.
El Científico Richard Evans Schultes, desarrolla una exploración Etno – Botánica en el área del Río Karaparaná. Realizó un recorrido desde Puerto Asís hasta Tarapacá. A su paso por Puerto Ospina (23 – 25 III) registra para Colombia una nueva especie de cacao. (Revista Caldasia).
“Allí tuvo la suerte de encontrar al coronel Gómez Pereira, el oficial colombiano responsable de la seguridad en las tierras fronterizas. …Fue así como el 27 de marzo de 1842, escoltado por el ejército colombiano, se dirigió Schultes río arriba hacia el territorio de los Kofanes.” Por el río Sucumbíos o San Miguel.
“La lancha militar era el Mercedes, un viejo barco del Amazonas, estrecho de manga, con un techo plano de lata y un casco apenas podrido lo suficiente como para mantener atenta a la tripulación. Había seis personas a bordo fuera de Schultes y del coronel, incluido un muchacho de doce años que se había fugado de Pasto. De noche dormían en hamacas colgadas una sobre la otra; de día los soldados se apiñaban en torno al timón o se mantenían activos lavando la sentina o reparando el motor, que carraspeaba y chisporroteaba y, de vez en cuando, arrojaba aceite en la cocina. Pescaban, comían arroz y plátanos cocinados con agua del río, y cazaban lo que podían, cortando la carne en la cubierta trasera y tirando las vísceras en la estela del barco.
Schultes pasó la mayor parte del viaje en el techo, bajo el ardiente sol, trabajando con sus plantas y con la ayuda del coronel, aprendiendo los rudimentos de la lengua Kofán. Gómez Pereira era un hombre educado, diestro lingüista, conocedor de la historia local y muy favorablemente dispuesto hacia los indios. Por él supo Schultes lo poco que se sabía sobre los Kofanes.”
“No fue sólo el curare que llamó la atención. Recolectó docenas de remedios tradicionales, estimulantes, alucinógenos, venenos de peces y frutas silvestres. Más que las colecciones, fue la oportunidad de vivir con un pueblo que manipulaba las plantas con extrema habilidad, lo que cambió para siempre su visión de la etnobotánica. Viviendo con los Kofanes se introdujo en un mundo de magia fotoquímica diferente de cuanto había conocido. Las plantas psicoactivas y tóxicas afectaban todos los aspectos de sus vidas.”
“…Schultes advirtió que para los Kofanes, el yagé es mucho más que un instrumento chamánico; es la fuente misma de la sabiduría, el máximo medio de conocimiento de toda la sociedad. Beber yagé es apre3nder. Es el medio del cual cada persona adquiere poder y experiencia directa de lo divino. Los maestros son las gentes del yagé, los seres elegantes del reino espiritual, morada de los abuelos chamanes.”
…
“Al cabo de diez días (últimos días de abril) estaba de vuelta en Puerto Ospina, preparándose para su próximo destino, el bajo Putumayo, cuando la llegada imprevista de un avión hizo que cambiara sus planes. Era un trimotor Fokker que iba a Tres Esquinas, un puesto militar y aldea indígena en la confluencia de los ríos Orteguaza y Caquetá. Desde allí había vuelos regulares a Bogotá. Se apresuró a aprovechar la oportunidad para enviar a la capital sus especimenes de curare y de yoco, sobre todo los materiales frescos, antes de iniciar el largo viaje Putumayo abajo. Y así, muy de improviso, pasó los primeros días de mayo en la ribera del Caquetá, viviendo en las malocas de los Coreguajes de Nuevo Mundo, a la espera de que el avión saliera para Bogotá y disfrutando por primera vez el sabor ahumado de la coca amazónica.
A mediados de mayo, después de pasar sólo ocho días en la capital, regreso al Putumayo, en vuelo directo a la base naval de Puerto Leguízamo, en la boca del río Caucaya, ciento sesenta kilómetros río abajo de Puerto Ospina. Allí se encontró con un italiano joven, Nazareno Postarino, uno de los hombres de Fuerbringer que Schultes había contratado como asistente de campo para la expedición. Nativo de los Alpes italianos, rubio de ojos azules, Nazareno era un explorador competente que trabajaba duro, comía lo que le ponían enfrente y no le importaba dónde le pidieran que durmiera.
Schultes y Nazareno no tenían planes; sólo un vago sentido del itinerario. En los mil y pico de kilómetros del río Caucaya y la Frontera con el Brasil, sólo hay dos afluentes importantes, el Caraparaná y el Igaraparaná. Vienen del noroeste y corren más o menos paralelos entre sí, alcanzando la ribera norte del Putumayo a más o menos setecientos y quinientos kilómetros arriba de la confluencia con el Amazonas mismo. El Caraparaná es navegable en la mayor parte de su curso. Una docena de importantes rápidos interrumpen, al contrario, el curso de Igaraparaná. Hogar tradicional de los Huitotos, Boras y Andoquíes, los dos ríos no habían sido exploradas hasta 1886, cuando llegaron por primera vez los caucheros as la región, las tribus eran desconocidas.
…El 19 de mayo, después de cuatro días de recolección en Caucaya, Schultes y Nazareno abordaron el Ciudad Neiva, un vapor de ruedas de Tres cubiertas cuyo motor funcionaba con leña.
“El primer doler de la malaria lo sintió por primera vez en la tarde del 23 de mayo…, remando aguas arriba hacia El Encanto, en el río Karaparaná, con su compañero Nazareno Postarino. Era la época de lluvia y ambas riberas estaban inundadas, por lo que no tuvieron otra alternativa que acampar y descansar hasta que pasara la fiebre. Después de colgar las hamacas sobre el suelo cenagoso y de hacer una hoguera con musgo y cortezas, se quedaron tres días bajo la lluvia, convulsionando Schultes por los accesos de escalofríos y sudores nocturnos. En la mañana del 27 la fiebre cedió, y al despertar estaba el cielo azul, la luz se filtraba en la selva y desde el río soplaba una fresca brisa. Aún débil en la hamaca, se incorporó lentamente y caminó con cautela hacia el río para bañarse. Tropezó y cayó en la fangosa ribera. Al levantar la vista vio una solitaria orquídea casi hundida en el espeso musgo de un tronco medio sumergido en el agua. Se acercó hasta alcanzarla. Los pétalos y sépalos eran de un azul pálido, el labelo algo más oscuro, con manchas rojas en el cartucho. Nunca había visto un tono azul tan perfectamente puro. Al rozarla ligeramente con un dedo, supo que tenía en la mano la legendaria orquídea azul. “Nunca” escribiría después, “podría un médico haberme prescrito un tónico más eficaz…. Me sentía feliz, creyendo casi el destino me había llevado en ese día de tanto abatimiento hasta esa reluciente joya de la selva”
Era en realidad una extraordinaria recompensa. En tres siglos, sólo cuatro exploradores habían hallado en la selva esa delicada planta, la Aganisia cyanea, llamada así por la amada de Apolo, la ninfa griega Acacálide. En 1801, Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland la encontraron en las faldas del Cerro Duida, la montaña del Mundo Perdido, que se levanta arriba del nacimiento del caño Casiquiare, el canal natural que une la cabecera del río Negro en el Brasil con el Orinoco en Venezuela. Cincuenta años después, el botánico inglés Richard Spruce recogió un ejemplar mil seiscientos kilómetros al sur, en el tronco de un árbol junto a un arroyo cerca de Manaos, justo arriba de la confluencia del río Negro y del Solimoes. En enero de 1853 la encontró de nuevo en el alto Vaupéz, debajo de la gran catarata de Ipanuré. Pasó casi un siglo hasta que José Cuatrecasas, el amigo de Schultes, fuera el siguiente en hallarla, en 1939, en la cabecera del Vaupéz. Éste era uno de los especimenes que Schultes había podido ver cuando llegó a Bogotá en 1941.
Schultes supo por primera vez de la orquídea cuando, siendo estudiante de Harvard, vio por azar una ilustración a color en un número del Botanical Magazine de 1916.”
Schultes no notó los huecos en la pasarela de embarque de El Encanto. Tampoco vio las sombras en la madera, todo lo que quedaba de las manchas oscuras que alguna vez dieran color al potro. Los pernos de hierro que sujetaban las cadenas estaban oxidados. Schultes no conocía la historia de la casa de dos pisos y techo galvanizado situada en lo alto de la colina con vista a las turbias aguas del Caraparaná. No podía saber que desde el balcón abierto con piso de cedro y bañadera de hierro, el capataz, Miguel Loaiza, inmerso en agua perfumada, contemplaba la utilidad del castigo. En la base de piedra por la que pasó camino al barco se había levantado una casa repleta de indios a la que los hombres de Loaiza prendieron fuego para que el amo pudiera practicar su puntería en los cuerpos ardidos que huían de las llamas.
Tampoco podía Schultes imaginarse a los agonizantes y enfermos que yacían en torno a la casa y en los campos adyacentes, hombres y mujeres hambreados y débiles a la espera de que el sol los liberara de sus sufrimientos. En el solar, entre las casas para el lavado y los depósitos, la tierra cubría para ese entonces los hoyos donde en jaulas encerraban durante meses a hombres encadenados que allí, enloquecidos y hambrientos, esperaban ansiosos que las larvas de sus heridas maduraran. Los instrumentos de tortura habían sido retirados del patio. Ya no estaban los látigos de seis puntas que laceraban a los hombres hasta el hueso, los potros donde violaban a las mujeres, los postes donde ataban a hombres desnudos bajo el sol, los lazos con los que suspendían a los niños, a pocos centímetros del suelo, para azotarlos.
El contorno del “convento” había sido borrado mucho tiempo atrás. Estaba situado cerca de la casa, una choza de listones de caña con techo plano de madera que encerraba a quince niñas de los nueve hasta los trece años. Eran las concubinas de Loaiza, pequeñas indígenas que alcanzaban la adolescencia deformes, débiles y descoyuntadas para siempre sus caderas por la cópula. De día permanecían encerradas en la choza. De noche llevaban a una o dos a su cuarto. Sólo cuatro veces al año veían toda la luz del sol al mismo tiempo, cuando llegaba el vapor de Iquitos y Loaiza las compartía con la tripulación.”
“…Se fue de El Encanto con Nazareno sólo unos días después y, guiados por el capitán, a quien ahora llamaban Rafael, caminaron hasta La Chorrera, una jornada de tres días por una trocha cubierta de maleza bajo una bóveda de árboles inmensos. Hubo momentos de belleza: orquídeas epífitas traslúcidas bajo un rayo de sol, el vuelo de una mariposa azul, cantos de pájaros que iniciaban los días. Pero a todo lo largo de la senda, a variada distancia entre ellos, había esos árboles que eran causa de tanto sufrimiento. Cuando Schultes se detuvo para preguntarle a Rafael sobre los toscos cortes en la corteza, los profundos incisos que dejaban ver las capas del tejido, el Witoto le respondió en voz baja y con pocas palabras.
…
“…Los hechiceros ven visiones en color, pero yo no tuve alucinaciones visuales o percepción alguna de colores. La dosis grande que consume el curandero basta para sumirlo en un sueño profundo pero inquieto, durante el cual ve visiones en sueños, delirios durante los que da grandes gritos, que interpreta un asistente”
Este inocente descubrimiento fue para Schultes tanto una culminación como un principio. En realidad, había encontrado el yákee el 31 de mayo de 1942 en el Putumayo, mientras iba a pie de El Encanto a La Chorrera. En una nota de campo registró la recolección de un pequeño árbol no identificado que los huitotos llamaban oo-koó-na, con “una resina roja en el tronco. Intoxicante”. Pero en ese momento no cayó en cuenta de la importancia de la recolección y pronto olvidó el espécimen. Nueve años después, ya con una identificación positiva y cierto conocimiento de la eficacia del polvo, se le presentaron una cantidad de curiosas pistas.”
…Al cruzar en canoa, asordinados todos los ruidos por la caída del agua, Schultes concentró la vista en los edificios al frente, grandes estructuras de piedra de dos pisos, bastante más sólidas que las ruinas de El Encanto. Con balcones recién pintadas bajo salientes techos de lata y jardines de palmas cultivadas y pasto diestramente cortado. Al acercarse a la orilla opuesta aparecieron docenas de niños pequeños, todos en uniformes blancos, parloteando y correteando entre las piernas de un sacerdote en lo alto de las escaleras que bajaban a río. Yendo de aquí para allá y reuniendo a los niños había dos monjas con largos hábitos de tela blanca. Al acercarse la canoa, el cura levantó los brazos y los dejó sobre el vientre. Schultes alcanzó a oír su risa cuando se acercó a la orilla.
-¡Gracias a Díos!- exclamó el padre Xavier al saludar a Schultes y Nazareno-. Por un momento pensé que había regresado.
-¿Perdón? – dijo Schultes.
-El obispo. Ese hijo de puta. Pensé que nunca se iría.
El padre Xavier sonrió y Schultes pudo ver que tenía los dientes teñidos de verde. Mientras las hermanas guiaban a los visitantes por la vereda que llevaba a la mansión, el parlanchín sacerdote los sorprendió con los detalles. Una cosa era que el obispo de Sibundoy fuera una vez al año y le diera órdenes a diestra y siniestra. Otra muy diferente era tener que pasar una semana sin mascar coca. Y el colmo había sido que el obispo insistiera en que los sermones se pronunciaran en español, y no en huitoto.
-El muy tonito. ¿Qué sentido tiene si no los pueden entender?
“…El padre sacó un potecito de la sotana, lo abrió y metió las yemas de los dedos en un jarabe viscoso y negro.
-La gente de la ciudad no sabe nada- dijo con un suspiro y metiéndose un dedo en la boca-. Eso sí, no se atrevió a prohibirme el tabaco. Aquí tienen, pruébenlo. El de los huitotos es el mejor.
…Al recuperarse de su primera dosis de tabaco amazónico. Schultes disfrutó su estadía en La Chorrera. Viajando solo por el alto Putumayo, nunca había podido examinar los huertos indígenas, porque están a cargo de las mujeres y porque es el lugar donde las parejas hacen el amor. Entre los Kofanes y los Inganos, sus preguntas sobre el cultivo de la yuca despertaban de inmediato grandes risas. Ahora, con el apoyo entusiasta del padre Xavier y vigilado por las monjas, pudo estar en el campo con las Huitotas. Recolectó aguacates, batatas, marañones, maíz, frisoles, cacao, extrañas calabazas y una docena de variedades de piña, planta maravillosa nativa del Amazonas.
En las casas observó la preparación de la comida, la fermentación de la chicha del fruto de los chontaduros y la condensación de una pasta picante de chiles (Ajíes). Estudió en especial la1 mandioca amarga, el tubérculo venenoso y principal elemento de la dieta. Para extraerle el veneno, las mujeres pelan las raíces y las dejan por la noche en agua tibia. Por la mañana las raspan con rítmicos movimientos sobre bellas tablas en cuya superficie fijan sobre una gruesa capa de resina pequeñas tiras de cuarzo. Después e amasar la masa amarilla en cedazos de apretado tejido, la colocan en una estera de fibra tosca. Enrollan la estera en torno a la masa y la cuelgan de un madero de la casa, donde le dan una y otra vez vueltas con una larga vara hasta exprimir todo el líquido ponzoñoso. Secada al sol, la mandioca se cierne una vez más en el cedazo, resultando así una fina harina blanca. Cuando Schultes preguntó por el origen de la planta, le dijeron era un regalo del Díos de los Cielos.
De noche se unía al círculo de los hombres en la maloca y mascaba coca y tabaco, observando y escuchando a medida que se animaban las voces. La charla era más un discurso ritual que una conversación. Al repasar los hechos importantes del día o prever problemas futuros, el capitán empezaba un largo y vago monólogo al que pronto se unían, repitiéndolo, tres o cuatro personas que elaboraban una y otra vez las mismas ideas hasta que los sonidos se fundían unos con otros. Finalmente, al lograr los pensamientos y las opiniones una cierta armonía, los hombres asentían con la cabeza y metían los dedos en una gran vasija con tabaco colada en lugar destacado en el centro del círculo.
Con frecuencia los hombres se quedaban despiertos toda la noche, preparando coca o haciendo pasta de tabaco. Tomaban las dos plantas juntas, el penetrante y fuerte sabor del tabaco quemándoles la lengua y estimulando la saliva, e invocando el sinuoso mundo de las sombras nocturnas. La coca, mucho más suave, tenía un sabor ahumado, a hojas y ceniza, y daba una ligera sensación de bienestar. El único truco con la coca, descubrió Schultes, era aprender a formar una pasta húmeda con el fino polvo sin estornudar. El tabaco era otro cuento. Ni comprado o habido a trueque, el preparado se elaboraba únicamente con las grandes hojas verdes de la Nicotiana Tabacum que los huitotos cultivaban con gran cuidado. Las hojas se hervían en ollas de barro durante diez horas, y el concentrado se mezclaba con cenizas de ciertas palmas y sal sacada de las raíces de los árboles. Los huitotos endulzaban el jarabe guardándolo en las vainas del cacao silvestre. Llamaban a la droga ye-rrás, o miel, y la reconocían como la mediadora que por primera vez había unido al pueblo con el jaguar.
A veces, al amanecer, los huitotos tocaban manguarés, dos enormes tambores de troncos suspendidos de las vigas de la maloca y fijos a tierra por medio de cuerdas. Tan grandes como un hombre y vaciados con piedras ardientes, cada uno tenía una abertura estrecha que iba de un lado a otro. Al golpear el tambor de un Lado u otro se producían sonidos diferentes. El tambor de madera más gruesa y densa tenía tonos más bajos, mientras que los del más pequeño eran más altos. El que tocaba el tambor, colocado entre los manguarés, podía entonces escoger cuatro tonos. Al combinarlos en forma ingeniosa y usarlos según códigos previstos, los huitotos podían enviar complicados mensajes a varios kilómetros de distancia en la selva.”[xlix]
1942
Junio 27.
Después de varios días de navegación por el Putumayo, Schultes y su ayudante, llegan en la noche a Tarapacá, en la desembocadura del Cotuhé. “Resultó que todos los hombres de la guarnición eran de Tumaco, salvo los dos oficiales, un teniente y un mayor, ambos bogotanos. El mayor esperaba a Schultes en lo alto de la escalera.”
“-Yo soy el mayor Gustavo Rojas Pinilla”.
“Durante los siete días que siguieron, Schultes jugó ajedrez y día y noche (con el mayor Rojas Pinilla), vistiendo un uniforme demasiado grande de soldado raso del ejército colombiano. No ganó ni una sola partida.”
“el Catalina voló bajo sobre Tarapacá, se inclinó hacia el oeste y cayó con el viento. Schultes observó su vacilante vuelo y luego se apresuró a reunir sus especimenes y equipo.
…El Catalina llevó a Schultes hasta Puerto Ospina. Allí, a la espera de otro avión, se encontró una vez más como huésped del coronel Gómez Pereira, quien se valió de su influencia para conseguirle un camarote en el cañonero Cartagena, un barco artillado que estaba anclado allí. …salió del camarote y se reunió con el coronel y sus hombres en una ruidosa celebración en su honor, bañada con varias botellas de whisky: era el día de la Independencia de los Estados Unidos, el 4 de julio.”
“…Se inclinó sobre la barandilla y vio una piragua pequeña; en la popa estaba uno de los Kofanes que había conocido en el Sucumbíos. Sostenía una rama en la mano. Era yoco, y al parecer estaba en flor.
…Después de veinticuatro horas remando duro y de atravesar un pantano llegaron al lugar, a poco más de kilómetro y medio del río, donde el suelo estaba cubierto por miles de flores diminutas. Entre los dos talaron cuatro árboles grandes hasta que finalmente la enorme liana cayó al suelo. Era la planta que había estado buscando desde sus primeros días en el Putumayo. Se trataba de una nueva especie, que llamó Paullinia yoco, usando el nombre común en honor al pueblo que primero descubrió sus notables propiedades.
Tres días después, entusiasmado aún por el descubrimiento, voló de Puerto Ospina a Villavicencio. Primer tramo en el viaje a Bogotá”[l]
1942
Como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, el comercio de caucho natural tiene un nuevo auge. La Rubber Development Corporation, Construye aeropuertos en La Tagua, Puerto Caucaya y El Encanto, entre otros. Con los obreros y empleados de la Rubber, también llegaron nuevos aventureros a la Amazonia Colombiana.[li]
1942-1945
Agosto 7.
Segunda Presidencia de Alfonso Lopez P. sufrió un atentado por parte de unos militares. Quienes quisieron dar un Golpe de Estado. Se reformó la Constitución y se creó la Empresa Nacional de Navegación. Faltando un año para la terminación de su periodo, renunció el cargo, que fue asumido por Alberto Lleras Camargo, por elección del Congreso.[lii]
En este año, ocurre el primer gran incendio de que se tenga conocimiento en Puerto Caucaya (Intendencia del Amazonas). Este arrasó dos cuadras de la población. Lo anterior fue aprovechado de manera irregular por los militares para extender sus instalaciones, ocupando “el terreno que pertenecía a los propietarios de las viviendas que fueron desbastadas por las llamas”, quedando así con los límites que conocemos hoy en día (es decir la calle primera que divide las actuales instalaciones de la Base del resto de la ciudad, era en realidad la calle tercera).[liii]
1943
LEY 2 DE 1943.
La Intendencia Nacional del Amazonas pasa a ser Comisaría del Amazonas al igual que el Caquetá y el Putumayo.[liv]
Junio 10.
Expedición del Permiso a la Bohigas Salat Ballera y Cia. Ltda. La segunda guerra mundial revivió la fiebre del caucho y el juansoco y esta casa española, que radicó su sede en Puerto Caucaya (Puerto Leguízamo), logró autorización para extraer gomas de perillo, caucho, balata y similares en la Tagua, Caucaya, Araracuara, La Pedrera, Mirití, La Chorrera, El Encanto, Rapidol, Buenos Aires y Atacuarí. Posteriormente Colombia dio concesiones a la compañía norteamericana Rubber developpe que sacó del negocio a los primeros caucheros.[lv]
1944
Enero 1 (sábado).
El Ejército hace entrega efectiva del mando de la Fuerza a la Armada. De parte del Ejército hace el paso del mando el Coronel Patiño, Comandante del destacamento militar y recibe el Capitán Demetrio Salamanca, quien se convirtió en el primer Comandante de la Fuerza Naval del Sur, con sede en Puerto Caucaya.[lvi]
Un comerciante antioqueño, Hernando Quintero Uribe, quien tenía agencia de Coltejer (Compañía de textiles) en Puerto Caucaya, llegaba a Leticia con telas para los Parra “Para iniciar la venta de productos colombianos”.[lvii]
1944
La Texas entró en exploración, en la Esperanza (río Caquetá), hicieron campamentos. Al tiempo se fueron.[lviii]
1944
Agosto.
En este mes, se inicia estudios de etnología y antropología física en el Putumayo. Desarrollado por el Antropólogo Milcíades Chaves y el profesor Juan Friede, miembro del entonces Instituto Indigenista de Colombia.[lix]
Diciembre 20.
“…siendo Presidente de la Republica el Doctor Alberto Lleras Camargo y “con base en las embarcaciones fluviales que se usaron cuando el conflicto con el Perú y que quedaron como pioneras de redención económica en los ríos del Sur” fue creada la Compañía Nacional de Navegación, NAVENAL, para “fomentar y regularizar la navegación fluvial y de cabotaje” y para “ayudar a la economía nacional”. La nueva empresa continuaba y mejorada la acción iniciada por la empresa NAVESUR, cuya dirección y administración “había pasado, dando pérdidas, por todos los ministerios”. Efectivamente, NAVENAL llegaría a prestar no solo el transporte de pasajeros-comerciantes, policías, colonos, indígenas – y el servicio de carga a los comerciantes, sino que el paso del “Ciudad de Neiva” o del “Ciudad de Pasto”, cuyas calderas se alimentaban de leña, significaría para el colono perdido en cualquier orilla el poder adquirir “desde una madeja de hilo o unas agujas hasta ropa y elementos para el trabajo cotidiano”. Este último servicio se suspendería algún tiempo después por dificultades de orden interno.[lx]
1945
Marzo.
El investigador E. L. Little, realiza una visita a Solano. (Revista Caldasia).
Inicia sus labores en Puerto Caucaya, el Orfanato “José Maria Hernández”, con los talleres de Carpintería y Herrería.[lxi]
- Los internados de Puerto Asís, Puerto Ospina y Puerto Caucaya, se convirtieron en una de las estrategias de evangelización más importantes; los misioneros se desplazaban permanentemente a las comunidades indígenas en busca de niños, que eran llevados a estas instituciones con o sin permiso de sus padres. Allí los recluían durante todo el periodo de estudios escolares y les enseñaban el español, la religión y los rudimentos de la escritura, geografía, historia, etc., que los capuchinos consideraban indispensables para la “civilización” de los indígenas.[lxii]
1945 – 1948
En este periodo funcionó en el entonces Puerto Caucaya, una fábrica de jabón, de propiedad de un señor Cárdenas.[lxiii]
1945
En razón de que la embarcación YAMARI se encontraba en Tarapacá, sin prestar servicio alguno y ante la urgencia de contar con servicio hospitalario, fue traído a la localidad de Puerto Caucaya, esta Nave Hospital. La cual fue sacada a tierra en el sector sur de la Base Naval el día (Domingo) 26 de mayo de 1968.[lxiv] En notas de Arcesio Cortés Calderón, habla del “Remolcador Marítimo a Vapor, Yamarí – Beny – Snack – Barbosa, Hundido en Tarapacá en el /37. y el Albarenga Brasilera – El Barbosa. Alquilados por 99 años, por existir prohibición de vender al país por estar en guerra”.
1945
NAVESUR, cambia su razón social por la de NAVENAL. En el mismo año llegan los vapores CIUDAD DE NEIVA y CIUDAD PASTO (muy diciente estos nombres, cuando los héroes del conflicto armado Colombo – Peruano fueron un Huilense y dos Nariñenses; de igual manera los colonos de aquel entonces en buena parte eran de estas dos regiones) para mejorar así el servicio de transporte por el Río Putumayo. En el Río Caquetá, NAVESUR contaba con los vapores COREGUAJE y YARÍ. Siendo ya NAVENAL, aumentó la flotilla con los Remolcadores SANTOS, SANTANDER, COLOMBIA, RESTREPO Y URIBE. Movilizándose estos desde Venecia hasta La Tagua.
“A fines de los años 40’s en sus vapores de hélice que lo mismo surcaban el río Putumayo que el Amazonas, el “Nariño” y el “Putumayo”, NAVENAL llevaba a Iquitos telas Coltejer y traía de allí petróleo de Pucalpa. Cuando bajaban hasta Belém del Pará llevaban telas Coltejer y papa nariñense como también maderas aserradas y barbasco del Perú, para volver con elementos para la planta eléctrica de Leticia y con gasolina para le reabastecimiento de aviones en Leticia y Tarapacá. Ya para entonces se echaba de menos un Tratado Comercial con el Brasil que permitiera a los barcos colombianos hacer el cabotaje en riberas brasileras.”[lxv]
“Los barcos al subir por el Putumayo empezaban a llevar pescado seco de los ríos amazónicos que luego seguiría por la ruta de Florencia hacia el interior del país, y devolvían los envases de las cervezas y gaseosas colombianas que calmaban la sed por el sur hasta Leticia.”[lxvi]
“Escasos botes surcaban esos grandes ríos, en principio NAVENAL imprimía en esa soledad grandes esperas, gentes que viajaban entre las corazas gigantescas de estos buques de caldera, vendían o cambiaban mercado y mercancía por madera, agricultura, ganadería, pieles y charapas; con el tiempo cacharreros heredaron el mercado. El Guajiro, la Ceilán, la Pompeya, la Olga y otras lanchas mucho más casuales, explotaban el particular comercio.”[lxvii]
1945
En este año se inició el tráfico de animales vivos, charapas, morrocoyes, loros, pajaritos, micos, culebras especialmente boas y otros tantos. En Puerto Caucaya, don Pedro Silva un comerciante de Neiva fue uno de los grandes compradores, su casa era centro de acopio. Muchos de esos animales salieron para Brasil y Perú, el resto se sacó en los aviones de Avianca. En el 60, una piel de nutria valía 2.000 pesos, de tigre 6.000, de tigrillo 3.000… Y una vaca parida 3.500
1946
Febrero 6 (miércoles).
Hacen su arribo las Hermanas de LA MADRE LAURA, reforzando así la labor misionera. Estas fueron la Hermana Superiora San Antonia, quien se convertiría en Directora de la escuela orfanato; Hermana Inmaculada, Hermana Nazareth y Hermana Gloria. En abril 7, llegan a La Tagua las Hermanas Anunciación y Mateina, en la cual permanecieron poco tiempo. Esta Congregación termino sus labores el 22 de noviembre de 1987.[lxviii]
1946
“Para promover el proceso colonizador se organizan varios programas por parte de nuevas entidades que se crean con ese fin. Como primer organismo se crea el Instituto de Parcelaciones, Colonización y Defensa Forestal, 1946, que rápidamente fue transformado, en 1952, como Instituto de Colonización e Inmigración. Su objetivo era impulsar la colonización especialmente de blancos y europeos, siguiendo los planteamientos del presidente Laureano Gómez, partidario de una política que defendía la tesis de la superioridad blanca sobre el hombre de los trópicos. Como era esperarse, el organismo fracasa dejando pérdidas muy altas para la época (Bonilla, 1966).”[lxix]
1946-1950
Como consecuencia de la división del liberalismo, fue elegido Mariano Ospina Pérez. Se organizó el Instituto de Seguros Sociales. Se crearon el SENA y el ICETEX.[lxx]
En este año, el Ministerio de Obras Públicas, entrega la administración de la carretera Puerto Caucaya – La Tagua a la Armada.[lxxi]
1947
Ley 700.
Puerto Caucaya y La Tagua son separados de la Comisaría del Amazonas y anexados a la Comisaría del Caquetá.[lxxii] Al parecer con esta nueva anexión se le cambió su nombre original de Puerto Caucaya por el de Puerto Leguízamo, en honor al soldado huilense (Fortalecillas) Cándido Leguízamo, herido gravemente por “balas amigas” (cuenta la historia que por su propio comandante) en la zona del Encanto, en desarrollo del conflicto Colombo – peruano.
Agosto 10 a Septiembre 18.
El Ornitólogo José Ignacio Borrero, Rafael Cortés y Leopoldo Richter, Entomólogo, realizan un estudio en el área de la Base Aérea de Tres Esquinas (Solano) sobre las “Aves de la Confluencia del Caquetá y el Ortegüaza” (Límites con el Municipio de Leguízamo). “El total de ejemplares coleccionados en Tres Esquinas asciende a 410, que representan 156 especies y subespecies entre las cuales” se registran por primera vez en la avifauna colombiana, 10 especies.
Se consiguieron varios ejemplares de dos (2) migratorias que llegan a mediados del año, de la parte austral de Suramérica. De igual manera dos (2) ejemplares de una migratoria proveniente de Norteamérica y el oriente asiático.[lxxiii]
Abril 9.
Con el asesinato del líder popular Jorge Eliécer Gaitán en la Ciudad de Bogotá, la Policía acantonada en Puerto Caucaya se rebela en protesta por dicho crimen y sus integrantes son encarcelados en la Base Militar. [lxxiv] No deja de ser curioso y de interés, ya que se dice comúnmente que la Policía Nacional era y ha sido cercana al partido Conservador, pero al parecer los que se encontraban en esta eran al menos en una buena parte de raigambre liberal.
Los aserríos empezaron en este año, pero se consolidaron después del 50. Las selvas del río Caquetá y Putumayo recibieron miles de hombres y mujeres que huían de la violencia política del interior para refugiarse en estos. Puerto Leguízamo entonces, fue uno de los centros de acopio del cedro que bajaban en trozas y vendían allí, porque al cedro lo aserraron hasta extinguirlo.
En los pueblos como Solano, San Antonio de Jetuchá, Las Delicias, La Tagua y Puerto Leguízamo, mandaban los aserradores, no respetaban ni al ejército “Mandaban y comían del muerto”. En la tagua un señor Jorge Ruiz de Girardot, trabajó mucho para morir pobre… Pobre, porque movió mucha cantidad de madera. Y pobres terminaron casi todos los grandes aserradores. [lxxv]
1948
Noviembre.
El Botánico R. Jaramillo – Mejía, visita el área de Puerto Leguízamo. (Revista Caldasia).
El día (viernes) 4 de febrero.
En horas del medio día se origina un incendio que, en menos de una hora, deja en ruinas ocho (8) manzanas de la población de Puerto Leguízamo, que en aquel entonces era la mayor parte de la población, entre esta la zona comercial de aquellos días. Por desgracia esta conflagración causó la muerte a la niña Maria Luisa Gordillo, “quien se había refugiado en uno de los desagües de la vivienda”.[lxxvi] Muchos de los damnificados fueron alojados en la Capilla de la Base – hoy cámara de Sub. – oficiales. Utilizándola inclusive para bailar, de tal manera que los Capellanes militares decidieron no volver a oficiar mismas en ella.[lxxvii]
FEBRERO 17.
Junkers W-34 404. Perdido al salir de Puerto Leguízamo FAC.[lxxviii]
[i] Varios Autores. POBLACIONES HUMANAS Y DESARROLLO AMAZONICO. Universidad de la amazonia. Instituto Amazónico de Investigaciones – IAMI. Florencia, 1990
[ii] GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág.508
[iii] ARIAS DE GREIFF, GUSTAVO. OTRO CONDOR SOBRE LOS ANDES. Historia de la Navegación Aérea de Colombia. Bancafé. 1999. Pág. 169
[iv] Pineda- Camacho, Roberto. Alzate Ángel, Beatriz. LOS MEANDROS DE LA HISTORIA EN AMAZONIA. Talleres Abya-Yala. Cayambre – Ecuador. Julio de 1990. Pág. 311-312
[v] ARIAS DE GREIFF, GUSTAVO. OTRO CONDOR SOBRE LOS ANDES. Historia de la Navegación Aérea de Colombia. Bancafé. 1999. Pág. 89
[vi] ARTUNDAGUA BERMEO, FELIX. HISTORIA GENERAL DEL CAQUETA. Fondo Mixto para la Promoción de la Cultura y las Artes del Caquetá. Cuarta edición. 1999. Pág. 140
[vii] URIBE PIEDRAHITA, CESAR. TOÁ, Narraciones de caucherías. EDITORIAL REFLEXION.
[viii] ARIAS DE GREIFF, GUSTAVO. OTRO CONDOR SOBRE LOS ANDES. Historia de la Navegación Aérea de Colombia. Bancafé. 1999. Pág. 219
[ix] ARIAS DE GREIFF, GUSTAVO. OTRO CONDOR SOBRE LOS ANDES. Historia de la Navegación Aérea de Colombia. Bancafé. 1999. Pág. 166
[x] ARTUNDAGUA BERMEO, FELIX. HISTORIA GENERAL DEL CAQUETA. Fondo Mixto para la Promoción de la Cultura y las Artes del Caquetá. Cuarta edición. 1999. Pág. 147
[xi] Varios Autores, LOS POBLADORES DE LA SELVA. Historia de la Colonización del Noroccidente de la Amazonía Colombiana. Instituto Colombiano de Antropología. Colcultura. P.N.R., Universidad de la Amazonía. 1995. Tomo 2 Pág. 56
[xii] ESTRADA ORTIZ, Gonzalo; CANYES, Marcelino E. Geografía de la Comisaría Especial del Amazonas y Notas Históricas. Prefectura Apostólica de Leticia. Leticia – Amazonas. 1973 Pág.43
[xiii] Mejía Gutiérrez. O.C. Pág. 99
[xiv] Magno. O.C. Pág. 12.
[xvi] MORA DE JARAMILLO, YOLANDA. ALIMENTACIÓN Y CULTURA EN EL AMAZONAS. Ediciones fondo cultural cafetero. 1986. Pág.121
[xvii] Mejía Gutiérrez. O.C. Pág. 99
[xviii] GUILLEN JIMENEZ, FELIPE. COLOMBIA Y SUS FRONTERAS. Editorial Planeta. Bogotá. 2002. Pág. 60 – 63
[xix] MORA ACOSTA, JULIO MACIAS. MOCOA, SU HISTORIA Y DESARROLLO. CAMARA DE REPRESENTANTES. CONGRESO NACIONAL DE COLOMBIA. SANTA FE DE BOGOTA, D.C. 1997.
[xx] GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 535
[xxi] BARRIOS, LUIS A. HISTORIA DE COLOMBIA. Ediciones Cultura. Bogotá – Colombia. Quinta Edición. 1984. Pág. 157
[xxii] PLAN BASICO DE ORDENAMIENTO TERRITORIAL MUNICIPIOO DE LEGUIZAMO. 2004. Pág. 20
[xxiii] DAVIS, WADE. EL RIO, EXPLORACIONES Y DESCUBRIMIENTOS EN LA SELVA AMAZONICA. Banco de La República y El Ancora Editores. Bogotá D.E: 2001. Pág. 247
[xxiv] GONZALEZ BERMÚDEZ, Jorge Luis. HISTORIA DE LA AMAZONIA. Serie Escuela y Amazonia. N° 4. Ministerio de Educación Nacional; Programa Fondo Amazónico; Coordinación de Educación del Amazonas; Fundación Caminos de Identidad. Pág. 112
[xxv] ARIAS DE GREIFF, GUSTAVO. OTRO CONDOR SOBRE LOS ANDES. Historia de la Navegación Aérea de Colombia. Bancafé. 1999. Pág. 186
[xxvi] MORA DE JARAMILLO, YOLANDA. ALIMENTACIÓN Y CULTURA EN EL AMAZONAS. Ediciones fondo cultural cafetero. 1986. Pág.122
[xxvii] MORA ACOSTA, JULIO MACIAS. MOCOA, SU HISTORIA Y DESARROLLO. CAMARA DE REPRESENTANTES. CONGRESO NACIONAL DE COLOMBIA. SANTA FE DE BOGOTA, D.C. 1997.
[xxviii] Mejía Gutiérrez. O.C. Pág. 99
GONZALEZ BERMÚDEZ, Jorge Luis. HISTORIA DE LA AMAZONIA. Serie Escuela y Amazonia. N° 4. Ministerio de Educación Nacional; Programa Fondo Amazónico; Coordinación de Educación del Amazonas; Fundación Caminos de Identidad. Pág. 132
[xxix] Mejía Gutiérrez. O.C. Pág. 99
[xxx] DE QUITO, Jacinto M. (Fray). Biografía del Gran Misionero del Caquetá. Excelentísimo y Rmo. Dr. D. Esteban Rojas Tobar, Obispo Dimisionario de Garzón y Titular de Modra. Editorial Lumen Christi S.A. 1940. Pág. 93
[xxxi] DAVIS, WADE. EL RIO, EXPLORACIONES Y DESCUBRIMIENTOS EN LA AMAZONIA. Banco de La República y El Ancora Editores. Bogotá D. E. 2001. Pág. 201
[xxxii] GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 508
[xxxiii] BARRIOS, LUIS A. HISTORIA DE COLOMBIA. Ediciones Cultura. Bogotá – Colombia. Quinta Edición. 1984. Pág. 158
[xxxiv] LOZANO, PILAR. LOS QUE ABRIERON CAMINOS EN EL CIELO. Editorial Planeta. Bogotá 2002. Pág. 114
[xxxv] PINEDA CAMACHO, ROBERTO. EL CICLO DEL CAUCHO. Biblioteca V8irtual del Banco de la Republica.
[xxxvi] Mejía Gutiérrez. O.C. Pág. 100
[xxxvii] REVISTA CALDASIA. UNIVERSIDAD NACIONAL. INSTITUTO DE CIENCIAS NATURALES. Vol. II. # 43-44
[xxxviii] DAVIS, WADE. EL RIO, EXPLORACIONES Y DESCUBRIMIENTOS EN LA SELVA AMAZONICA. Banco de La República y El Ancora Editores. Bogotá D.E: 2001. Pág. 254
[xxxix] Pineda- Camacho, Roberto. Alzate Ángel, Beatriz. LOS MEANDROS DE LA HISTORIA EN AMAZONIA. Talleres Abya-Yala. Cayambre – Ecuador. Julio de 1990. Pág. 35
[xl] CORREA, Francois. LAS ETNIAS AMAZONICAS Y EL FUNDAMENTO HISTORICO DE SU ARTICULACIÓN A LA SOCIEDAD NACIONAL. Instituto Colombiano de Antropología e Historia. Junio 1989. Pág. 14
[xli] GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 402
[xlii] Varios Autores. ROSTROS CULTURALES DE LA FAUNA. Las relaciones entre los humanos y los animales en el contexto colombiano. Instituto Colombiano de Antropología e Historia. Fundación Natura. Bogotá. Abril – 2002. Pág. 301
[xliii] REVISTA CALDASIA. UNIVERSIDAD NACIONAL. INSTITUTO DE CIENCIAS NATURALES. Vol. VII. # 31-35. 1.940
[xliv] DAVIS, WADE. EL RIO, EXPLORACIONES Y DESCUBRIMIENTOS EN LA SELVA AMAZONICA. Banco de La República y El Ancora Editores. Bogotá D.E: 2001. Pág. 236
[xlv] ARIAS DE GREIFF, GUSTAVO. OTRO CONDOR SOBRE LOS ANDES. Historia de la Navegación Aérea de Colombia. Bancafé. 1999. Pág. 219
[xlvi] ARTUNDAGUA BERMEO, FELIX. HISTORIA GENERAL DEL CAQUETA. Fondo Mixto para la Promoción de la Cultura y las Artes del Caquetá. Cuarta edición. 1999. Pág. 156
[xlvii] DAVIS, WADE. EL RIO, EXPLORACIONES Y DESCUBRIMIENTOS EN LA SELVA AMAZONICA. Banco de La República y El Ancora Editores. Bogotá D.E: 2001. Pág. 254
[xlviii] DAVIS, WADE. EL RIO, EXPLORACIONES Y DESCUBRIMIENTOS EN LA SELVA AMAZONICA. Banco de La República y El Ancora Editores. Bogotá D.E: 2001. Pág. 255 – 259
[xlix] DAVIS, WADE. EL RIO, EXPLORACIONES Y DESCUBRIMIENTOS EN LA SELVA AMAZONICA. Banco de La República y El Ancora Editores. Bogotá D.E: 2001. Pág. 270 – 275
[l] DAVIS, WADE. EL RIO, EXPLORACIONES Y DESCUBRIMIENTOS EN LA SELVA AMAZONICA. Banco de La República y El Ancora Editores. Bogotá D.E: 2001. Pág. 289-290
[li] Mejía Gutiérrez. O.C. Pág. 109
[lii] BARRIOS, LUIS A. HISTORIA DE COLOMBIA. Ediciones Cultura. Bogotá – Colombia. Quinta Edición. 1984. Pág. 158
[liii] Magno. O.C. Pág. 12.
[liv] Varios Autores. ATLAS CULTURAL DE LA AMAZONIA COLOMBIANA. LA CONSTRUCCIÓN DEL TERRITORIO EN EL SIGLO XX. Ministerio de Cultura; Instituto Colombiano de Antropología; Corpes Orinoquía; Corpes Amazonía. Mapa # 49.
[lv] PLAN BASICO DE ORDENAMIE3NTO TERRITORIAL MUNICIPIO DE LEGUIZAMO. 2004. Pág. 19.
[lvi] Magno. O.C. Teniente Alejo Esquivél Beltrán. Pág. 17.
[lvii] MORA DE JARAMILLO, YOLANDA. ALIMENTACIÓN Y CULTURA EN EL AMAZONAS. Ediciones fondo cultural cafetero. 1986. Pág.123
[lviii] PLAN BASICO DE ORDENAMIENTO TERRITORIAL. MUNICIPIO DE LAGUIZAMO. 2004. Pág. 26
[lix] GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 397
[lx] Pineda- Camacho, Roberto. Alzate Ángel, Beatriz. LOS MEANDROS DE LA HISTORIA EN AMAZONIA. Talleres Abya-Yala. Cayambre – Ecuador. Julio de 1990. Pág. 313
[lxi] Magno. O.C. Pág. 12.
[lxii] Varios Autores. ATLAS CULTURAL DE LA AMAZONIA COLOMBIANA. LA CONSTRUCCIÓN DEL TERRITORIO EN EL SIGLO XX. Ministerio de Cultura; Instituto Colombiano de Antropología; Corpes Orinoquía; Corpes Amazonía. Pág. 37
[lxiii] Magno. O.C. Pág. 13.
[lxiv] Magno. O.C. Pág. 19.
[lxv] Pineda- Camacho, Roberto. Alzate Ángel, Beatriz. LOS MEANDROS DE LA HISTORIA EN AMAZONIA. Talleres Abya-Yala. Cayambre – Ecuador. Julio de 1990. Pág. 314
[lxvi] Pineda- Camacho, Roberto. Alzate Ángel, Beatriz. LOS MEANDROS DE LA HISTORIA EN AMAZONIA. Talleres Abya-Yala. Cayambre – Ecuador. Julio de 1990. Pág. 314
[lxvii] GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 549
[lxviii] Magno. O.C. Pág. 14.
CORTES CALDERON, Arcesio. Notas
[lxix] Varios Autores. POBLACIONES HUMANAS Y DESARROLLO AMAZONICO. Universidad de la amazonia. Instituto Amazónico de Investigaciones – IAMI. Florencia, 1990
[lxx] BARRIOS, LUIS A. HISTORIA DE COLOMBIA. Ediciones Cultura. Bogotá – Colombia. Quinta Edición. 1984. Pág. 158
[lxxi] Magno. O.C. Pág. 19.
[lxxii] ARTUNDAGUA BERMEO, FELIX. HISTORIA GENERAL DEL CAQUETA. Fondo Mixto para la Promoción de la Cultura y las Artes del Caquetá. Cuarta edición. 1999. Pág. 161
[lxxiii] CALDASIA- UNIVERSIDASD NACIONAL. INSTITUTO DE CIENCIAS NATURALES. Vol. V. # 21. marzo 20 de 1948
[lxxiv] Conversación personal con el Señor Alberto Riofrío.
[lxxv] PLAN BASICO DE ORDENAMIENTO TERRITORIAL. MUNICIPIO DE LEGUIZAMO. 2004. Pág.21
[lxxvi] Magno. O.C. Pág. 12.
[lxxvii] CORTES CALDERON, Arcesio. Notas.
[lxxviii] ARIAS DE GREIFF, GUSTAVO. OTRO CONDOR SOBRE LOS ANDES. Historia de la Navegación Aérea de Colombia. Bancafé. 1999. Pág. 219