Sin Farc, ya hay varios detrás del voto rural

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El registrador Juan Carlos Galindo estuvo en Putumayo la semana pasada, donde van a zonificar el municipio de Orito y por ende a abrir nuevos puestos de votación para las elecciones a Congreso y Presidencia.

Votar en muchas zonas rurales sobre todo del sur del país fue por muchos años una acción mediada por las Farc. Si no era ‘orientando’ por quien votar, como cuentan algunos campesinos, la guerrilla promovía la abstención, prohibiendole a la gente en las veredas salir ese día o volaban los puestos de votación para sabotear las elecciones.

Pero ahora que la guerrilla es un partido más, hay un electorado en el campo que no cuenta las encuestas y que por primera vez, salvo algunos casos donde hay disidencias o bandas criminales, podrá votar a Congreso y a Presidencia sin esa presión armada encima.

Eso por ahora está beneficiando a organizaciones sociales y campesinas (algunas de ellas afines a la Farc) que arrancaron a mover a sus bases desde hace meses con la expectativa de las circunscripciones especiales y ahora tienen candidatos al Congreso, a la misma Farc, pero también a políticos tradicionales que por primera vez llegan a hacer campaña a esas regiones antes vedadas por las balas y replican en el sur su forma de hacer política, y sus redes clientelistas, para conseguir nuevos fortines.

Los cambios

Este año, según datos que la Registraduría le pasó a La Silla Sur, se van a habilitar en total 140 mesas de votación nuevas en todo el país aparte de las 10831 que ya existían desde las elecciones regionales de 2015 y el plebiscito de 2016. De esas, hay cuatro nuevas mesas en Putumayo y cuatro más en Casanare.


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Aunque son muy poquitas y no van a habilitar nuevas mesas en lugares que antes eran zona roja en Caquetá, Huila o Guaviare, un cambio grande es que antes para la Registraduría era normal tener que mover mesas de votación por problemas de orden público y este año, según supimos,  la idea es no mover ni una sola. Y hasta ahora en ningún departamento del sur van a tener que moverlas.

Eso a pesar de que hay disidencias en Caquetá (la del frente séptimo al mando de Gentil Duarte), Guaviare (la del frente primero al mando de Iván Mordisco) y Putumayo (la del frente 48) que pueden ser una amenaza para que la gente salga a votar tranquila.

A eso suma que está cambiando la forma de hacer campaña en la región porque los políticos van a sitios que antes eran zona roja a pedir votos, andan de noche por las carreteras y convocan a reuniones ya sin el temor de terminar secuestrados, como lo hemos contado en La Sur.

Otro factor que muestra que hay un cambio es que en varios municipios afectados por el conflicto en el sur, aumentó la inscripción de cédulas.


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En Caquetá, en 7 de sus 16 municipios se inscribieron más personas, contando sitios como Solano (pasó de 282 nuevos inscritos en 2014 a 331 en 2018), Montañita (pasó de 492 en 2014 a 546 este año), Puerto Rico (pasó de 585 a 701) y San Vicente del Caguán (pasó de 1365 cédulas nuevas inscritas en 2014 a 1371 este año). Todos lugares con presencia histórica de las Farc.

Lo mismo en Huila. Por ejemplo en Algeciras, uno de los municipios más golpeados por la columna móvil Teófilo Forero y el frente segundo de la guerrilla, se inscribieron este año 491 personas, 55 más que en 2014.

Y también en Putumayo. En Puerto Asís, asoleado durante muchos años por el frente 48 y donde se creó una de las zonas de concentración para que los guerrilleros dejaran las armas, se duplicó el número de inscritos, pasando de 918 cédulas nuevas en 2014 a 1879 este año.

La pregunta ahora es quién se va beneficiar de que ese campesinado que antes no votaba o que si lo hacía era por la presión de las Farc, vote ahora.

Aunque tampoco son millones de votos (en Caquetá el censo electoral es de 288 mil personas, en Putumayo es de 219 mil, en Huila son 818 mil y en Guaviare es de 58 mil) y el sur del país es una de las regiones donde hay más abstención, ya hay varios que se benefician con esos nuevos votos.

Los que se benefician

Una de las expectativas más grandes que creó el Acuerdo de Paz en las regiones más golpeadas por la guerra fue la creación de las 16 circunscripciones especiales de paz que eran para que representantes de organizaciones de víctimas en esas zonas tuvieran una curul en el Congreso por dos elecciones consecutivas (2018 y 2022).

Eso hizo que muchas organizaciones sociales justamente en esas regiones olvidadas y donde la presión de las Farc era la regla, arrancaran a moverse y utilizaran como estrategia hacer que la gente en el campo inscribiera sus cédulas para ir armando una estructura propia.

Pero como esas circunscripciones están en el limbo https://www.elespectador.com/noticias/politica/revocan-fallo-de-tutela-que-salvaba-circunscripciones-especiales-de-paz-articulo-738980, ahora esas organizaciones están aprovechando ese trabajo para ponerle votos a candidatos a la Cámara y también con miras a las elecciones locales del año entrante.

“Las beneficiadas con esto pueden ser las organizaciones sociales o grupos de interés que tenían la esperanza con las circunscripciones. Ese trabajo seguramente no lo quieren dejar perder ahora”, dijo a La Silla Sur Juan Esteban Chindoy, de la Misión de Observación Electoral, MOE, en Putumayo.

Y no se equivoca.

“Desde lo de las circunscripciones hay varias organizaciones que hemos promovido que la gente no solo haga montoneras para una marcha o para campaña, sino que inscriban sus cédulas”, nos contó Eder Jair Sánchez, de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, Anuc, de Putumayo.

“Hicimos campañas fuertes de inscripción y también ahora con lo del censo, le decíamos a la gente que se dejara censar porque antes las Farc tampoco dejaban y entonces la Registraduría pensaba que había menos gente y no instalaba puestos.”

“Ya con ese trabajo, estamos pensando en las locales, en como esa gente que antes no votaba ahora sí va poder incidir en el poder territorial”, agregó. “Es algo que nos ha unido a las juntas, a las organizaciones, a todos aquí”.

Una de esas organizaciones es la Mesa Regional de Organizaciones Sociales, Meros, que hace parte del movimiento político Marcha Patriótica y que creó en el departamento la Coordinadora Nacional de Cultivadores de Coca, Amapola y Marihuana, Coccam, que es afín a la Farc.

La Meros, a través de la Coccam, se ha quedado con el micrófono para negociar con el gobierno la sustitución de cultivos y gracias a eso hoy uno de sus voceros, Yule Anzueta, es candidato a la Cámara por la Alianza Verde.

En el Huila también se ve un panorama parecido. Aquí tenían también una circunscripción que abarcaba el municipio de Algeciras y para eso, como nos contaba el dirigente de la Unión Patriótica Libardo Chilatra, que aspiraba a esa curul especial, “nos enfocamos en poner a la gente a inscribir su cédula pensando en esas votaciones. Las Farc en cambio no hicieron nada por mover a su gente”.

Efectivamente lo que busca la Farc, como contamos, es mantener su estructura.

Como lo contamos, como ellos aquí no presentaron cancidatos a la Cámara, su mirada está puesta en aprovechar la relación de décadas que tienen con presidentes de juntas de acción comunal y organizaciones campesinas afínes en zonas rurales para, a través de ellos, mantener su estructura y llegarle a las comunidades.

Con eso aspiran en el corto plazo a mostrar que tienen una votación rural y que son los voceros de esa “Colombia olvidada” en el Congreso, y en el largo a mantener sus bases y hacerlas crecer de cara a las elecciones locales del año entrante, que es donde está su apuesta política inmediata.

Una muestra de eso es que aunque Iván Márquez salió abucheado de Florencia, en otros sitios como San Vicente del Caguán la asociación de ganaderos del municipio lo recibió con los brazos abiertos. Lo mismo en el Pato, en Balsillas e incluso en la Montañita.

Y los políticos tradicionales, por su lado, lo que están buscando es crear nuevas clientelas.

“Aquí están llegando políticos que nunca habíamos visto ni en las otras campañas presentándose”, nos contaba el presidente de una junta de acción comunal en Guaviare.

En Caquetá, por ejemplo, Antonio Ruiz Cicery, excandidato a la gobernación y ahora candidato por la Alianza Social Independiente o el representante liberal Harry González, han estado de giras por zonas rurales que antes eran imposibles de visitar, por lo que también pueden salir beneficiados de esos votos.

Pero también por primera vez se están apareciendo en el sur en busca de votos políticos como el senador vallecaucano Roy Barreras de la U, que estuvo hace poco en el Paujil, Caquetá, donde en las pasadas elecciones sacó apenas 17 votos. También se reunió con su equipo político de Puerto Rico, donde apenas una persona votó por él hace cuatro años.

Lo mismo otros políticos que no han sacado una votación grande acá, pero están pescando votos, como el hijo de Kiko Gómez en el Huila o el aliado de la ñoñomania Jaime Luis Lacouture.

Solo hasta las urnas se sabrá si la ausencia de esa presión armada sí se va traducir en votos para todos los interesados.

Fuente : LaSillaVacia


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