ElTiempo – Lo primero que hizo Juan Sebastián Erazo cuando llegó a Medellín fue subirse a un vagón del metro de la ciudad. El transporte masivo era paso obligado para un futuro ingeniero civil con el sueño de llevar a su natal Puerto Asís, en Putumayo, las obras de infraestructura que el abandono institucional le adeuda al municipio.
En enero, el joven de 18 años salió por primera vez de su región y aterrizó en la capital antioqueña con la incertidumbre de si un indígena cofán como él podría adaptarse a una universidad privada. En casa, Milania Erazo, su madre, se quedó con la misma duda, aunque le ganaba la certeza de que su hijo, talentoso como pocos para los números, entendería poco a poco que, aunque lejos de casa, estudiando sembraba su futuro y el del pueblo.
Han pasado dos meses desde que Juan Sebastián inició clases en la Universidad de Medellín como beneficiario de la segunda versión del programa Ser Pilo Paga, y la respuesta a sus inquietudes lo sorprende.
La acogida de maestros y compañeros ha sido positiva; las clases, aunque exigentes, también, y cada vez es más claro para él que para impulsar el desarrollo hay que pasar por una universidad, como se lo inculcaron su madre, enfermera; su abuela, maestra, y su abuelo, líder político.
Según cuenta, muy pocos en Puerto Asís tienen la oportunidad, aunque la sombra de la coca, el reclutamiento y los enfrentamientos entre grupos armados se diluye cada vez más en ese territorio del sur del país.
“De donde vengo, las expectativas de un joven son muy bajas. Los que terminan el bachillerato se deben limitar a técnicas y nunca conocen una universidad, en parte porque no quieren dejar a la familia o al cabildo, pero también porque muchos ya están asumiendo el rol de padres y de trabajadores”, apunta el estudiante de ingeniería civil, y agrega que a esto se suma una pérdida de los valores ancestrales.
Para Juan Sebastián, primero fue el desplazamiento por el conflicto armado, pero ahora, la migración educativa afecta la dimensión cultural de los indígenas. Él mismo vivía a 35 minutos en bote por el río Putumayo de su resguardo, conoce pocas expresiones de la lengua cofán y acepta que la vestimenta y prácticas como los bailes y la toma del yagé son cada vez menos frecuentes.
Por eso se propuso que en cinco años, cuando culmine la carrera de ingeniería civil en Medellín, se especializará y volverá a su territorio, donde dice que abundan las obras privadas, como las de empresas petroleras, pero falta que un ingeniero con pertenencia piense en que ya es hora de tener un verdadero mejoramiento del acueducto de Puerto Asís.
EL TIEMPO
Medellín.
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