Para qué una administración temporal de la educación?

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Agustín Ordoñez G. - Presidente de la ASEP

Hasta hoy sabemos bien por qué se dio la intervención de la educación y se asumió temporalmente su administración. Lo que todavía hoy no hemos visto y no nos queda muy claro es para qué se hizo. La intervención de la educación de nuestro departamento, a través de la Asunción o Administración Temporal que realiza el Ministerio de Educación, ha permitido apreciar que existe una gran diferencia entre administrar la educación y resolver sus problemas, reforzando nuestra concepción de que son dos cosas distintas, aunque estén relacionadas. Al menos es lo que ha ocurrido en el Putumayo en los últimos dos años.

Cuando a mediados de Diciembre de 2009 el Ministerio de Hacienda le encomendó al MEN la Administración de nuestra educación, con lo cual nunca estuvimos de acuerdo, muchos se imaginaron que los problemas de la educación, pero los verdaderos problemas de la educación del Putumayo, se resolverían más fácil. Quien mejor que el propio Ministerio para resolverlos. Y era fácil imaginárselo, por cuanto en el discurso con el cual se asumió la administración de la educación, nos dijeron que lo hacían pensando en los niños y las niñas del departamento y por ellos.

Hoy, dos años después, no sabemos todavía a cuales niños y niñas se refería el Ministerio en su discurso de asunción, porque ha quedado muy claro que no era a los niños y niñas que aguantan hambre, frío, calor, inseguridad, abandono y toda clase de incomodidades en los internados escolares, si es que se le puede llamar así a dichos lugares, porque para ellos el Ministerio no aporta nada y su administración temporal no ha podido resolver nada, pero sí los amontona más en los salones de clase. No se referían a los niños y niñas que arriesgan su integridad y su vida por los ríos y los caminos para llegar a estudiar, ya que el tema del transporte escolar no le interesa al Ministerio. Tampoco se referían a los niños que no tienen ni un solo computador, porque los que tenían ya se los robaron por falta de celador ni a los que les toca hacer el aseo porque no tienen quien lo haga o a los niños y niñas que no cuentan en sus establecimientos con infraestructura y dotación adecuadas a sus necesidades, etc.

A los únicos niños a los que se referían y a los que siempre se refieren es a los niños números o cifras, los que únicamente cuentan para dividir y restar docentes y administrativos y hacer lo que más le gusta al Ministerio: reorganizar, desvincular y liquidar, nada más.


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Cuando la intervención de la educación y la administración temporal se terminen, los verdaderos problemas de la educación seguirán iguales o peores que cuando empezó, porque temas como el transporte, alimentación y dotación de internados, personal administrativo y operativo, funcionamiento de las Instituciones, infraestructura, etc. no han sido atendidos y su problemática se profundiza cada vez más.

No podemos desconocer que en los últimos años se acumularon los errores en la administración de nuestra educación que hicieron inevitable la intervención, entre los que se puede mencionar el caso de las nóminas paralelas, la manipulación de la matricula, la corrupción en la contratación de la prestación del servicio (que parece sigue igual), el mal manejo de los recursos y otros. Pero que no nos vengan a hacer creer y sentir que corregir esas situaciones, puramente administrativas, es algo del otro mundo. Siempre hemos reconocido la necesidad y la importancia de corregir dichos errores e incluso hemos reconocido algunos logros en ese sentido, pero corregirlos no es tan difícil como han querido hacerlo ver y para ello solo se requiere de profesionales en administración, no politiqueros.

Los verdaderos problemas de nuestra educación los están padeciendo día tras día nuestros niños y niñas reales, los de carne y hueso, que viven allá en sus lejanas comunidades putumayenses, no en los escritorios de Mocoa y de Bogotá. Estos niños y sus padres llevan años esperando y exigiendo que el Ministerio por fin les resuelva sus verdaderos problemas.

Muchos en el Putumayo ya se están olvidando de nuestros niños y de sus verdaderos problemas o se hacen los olvidados, obnubilados y satisfechos porque les llega cumplidamente su sueldo. Como si recibir el salario fuera un regalo o como si pagar la nómina fuera algo prodigioso. Para pagar los sueldos y reorganizar solo se necesitan calculadoras, electrónicas y humanas. De las segundas el Ministerio tiene las mejores. Esto es lo que a algunos les parece una maravilla, seguramente porque no conocen mucho sobre administración.


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Ahora bien, cuando se trata de dar solución a los verdaderos problemas de nuestra educación, entonces el Ministerio y su administración temporal siempre le traspasan la responsabilidad a la Gobernación y a las Alcaldías y se escudan en ellas. Los recursos para resolver, aunque sea a medias, los problemas de los internados, transporte escolar, contratación de personal administrativo y operativo, han sido colocados por la Gobernación y por las Alcaldías, a veces presionados por los padres de familia y el magisterio.

Esa ha sido siempre la política del Ministerio como representante de la política neoliberal del gobierno nacional: buscar entregarle la responsabilidad de la prestación del servicio a las entidades territoriales, para que poco a poco recaiga también en el bolsillo de los padres de familia. Traspasarle a la Gobernación y a las Alcaldías la responsabilidad de resolver los verdaderos problemas también es muy fácil y cualquiera lo puede hacer.

Como conclusión digamos entonces que administrar la educación es relativamente fácil, pero que resolver sus verdaderos problemas si es difícil y requiere mucho más que profesionales en administración. A quienes vinieron a administrar la educación del Putumayo les ha tocado hacer lo fácil. A los putumayenses nos toca lo difícil. Ellos administran la planta de personal y la plata del SGP que asigna la ley y cumplidamente llega de Bogotá. Nosotros ponemos la poca plata que tenemos en la Gobernación y en las Alcaldías, que podría invertirse en otros sectores, para que medianamente se pueda sostener el derecho a la educación y puedan funcionar los establecimientos educativos. Pero, eso sí, los créditos y los elogios se los lleva la asunción temporal, a la que le sobran adeptos y áulicos. Mientras tanto seguimos rezando y esperando a que la Gobernación y las Alcaldías resuelvan los problemas.

La educación del Putumayo necesita mucho más que administración y reorganización. Lo que necesitamos del Ministerio de Educación, como Gobierno Nacional, es que cumpla con la Constitución y la Ley y garantice, con sus propios recursos y de una vez por todas, que nuestros niños y niñas tengan condiciones dignas para estudiar. Ojalá el Ministerio y la administración temporal que aquí lo representa, empiecen a demostrar que pueden resolver nuestros problemas, porque la responsabilidad es principalmente de ellos. Si no pueden hacerlo sería mejor que dejen que los putumayenses hagamos también lo fácil.

AGUSTIN ORDOÑEZ GONZALEZ
Presidente de la ASEP

 


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