En defensa del Partido Liberal

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Aguas turbias

En tiempos de elecciones las aguas políticas crecen, se enturbian y sus corrientes son tan fuertes que arrastran pequeñas y enormes piedras que hacen retumbar la cañada amenazando con salirse de su cauce. El entorno social, hasta entonces aparentemente apacible, se enrarece hasta caldear y exaltar los ánimos. La situación se vuelve confusa y, como dice el adagio popular, “en río revuelto, ganancia de pescadores”.

Al comienzo, los que aspiran a cargos y corporaciones de elección popular –gobernación, alcaldías, asamblea departamental y concejos municipales-, sean de uno o de otro partido o movimiento político, se apresuran a manifestar sus aspiraciones para crear un clima propicio que termine inclinando la balanza a su favor al interior de sus respectivas colectividades.

En el presente artículo, trataré, específicamente, la situación que se vive al interior de la colectividad liberal en el departamento del Putumayo.


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No es fácil encausar, manejar y controlar las diversas aspiraciones políticas

Encausar, manejar o controlar las diversas aspiraciones de los militantes del Partido a cargos y corporaciones de elección popular no es tan fácil como parece, sobre todo, cuando lo que está en juego son los intereses personales y no los de la colectividad. En el tire y afloje, nadie quiere ceder, todos quieren ser gobernadores, alcaldes, diputados o concejales y, valga decir la verdad,  están en todo su derecho[1] ya que así lo consagran los Estatutos del Partido para sus militantes.

La anterior es una situación supremamente irritante, enconada, que requiere de un manejo cauto, delicado y prudente por parte de las jerarquías del Partido, entendiendo como tales a aquellos militantes[2] que hacen parte de los órganos de dirección y de gestión de la colectividad a nivel municipal, departamental y nacional.[3]

El punto de partida de toda aspiración política


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El punto de partida de toda aspiración política debería ser la disposición para servir a los más caros principios ideológicos y programáticos del Partido, así como también, a los intereses y necesidades de la sociedad. Pero para ello es importante haber logrado un alto nivel de conciencia y de madures política que lleva a la convicción personal y a la de un grupo de militantes, amigos y simpatizantes, a proponer a la colectividad un nombre para representarla ya sea en el gobierno departamental o municipal o en las corporaciones públicas de elección popular.

El aval

El siguiente paso es el de buscar el “aval” del Partido. Para ello, el aspirante debe consultar, medir la correlación de fuerzas, buscar el apoyo de quienes integran los órganos de dirección y gestión del Partido, ganar la colaboración de los líderes políticos de mayor prestigio entre los miembros de la colectividad[4] y finalmente el apoyo del grueso de electores. Es todo un trabajo político que debe articular la aspiración personal con el comprobado activismo y servicio al Partido y a la sociedad en su representación.

Para lograr el aval, el Partido somete los nombres a consideración de sus miembros a través de sus órganos de dirección y de gestión, además, por medio de los veedores del Partido, con el fin de evitar traumatismos posteriores que perjudiquen a la colectividad, su hoja de vida es examinada exhaustivamente en lo administrativo, fiscal y penal.

Es en éste paso donde se presentan los mayores tropiezos. Generalmente los aspirantes, con muy pocas excepciones, no están tan dispuestos a acatar las decisiones del Partido.
Es cuando se desatan las más descabelladas conjeturas, pulula el chisme, la información y la contra información, los señalamientos, las acusaciones, los insultos, la difamación. Es también el momento que aprovechan los opositores políticos para crear zozobra para dividir y destruir su fortaleza.

Para no ir más lejos, tal es el caso del representante Guillermo Rivera Flórez, a quien afirmaciones ligeras, irresponsables y temerarias lo señalan como el que quita y pone en el Partido Liberal en el Putumayo. Claro que él hace parte de uno de los órganos de dirección y de gestión del Partido en el más alto nivel porque es miembro de la Bancada Parlamentaria y es Vocero de la misma; claro que su opinión cuenta ante la Dirección Nacional Liberal, máxime cuando es uno de los representantes más importantes del Partido, de brillante y eficiente desempeño legislativo. Pero nadie se puede llamar a engaños cuando el Secretario General del Partido, doctor Mauricio Jaramillo Martínez, en oficio dirigido a la doctora María Esther Bernal Erazo, afirma que es la Dirección Nacional Liberal la que tiene la facultad discrecional para avalar a los candidatos del Partido, previas las consultas que se hagan al interior de los directorios y de los parlamentarios regionales[5]. Para el Partido, el aval es una decisión de mucho cuidado, de mucha responsabilidad. Si no, bástenos recordar la historia reciente del Partido en el departamento del Putumayo.

La expedición del aval no funciona per se

Pero el procedimiento para expedir el aval no funciona per se[6], está sujeto a condiciones que lo legitiman o lo deslegitiman. La actitud que asumió en las pasadas elecciones un órgano de dirección y de gestión al apoyar de manera abierta o velada al candidato de otro Partido, concretamente al candidato de Apertura Liberal (hoy de la U), pone en entredicho su  legitimidad para escoger candidato y proponer un nombre ante la Dirección Nacional Liberal. No es posible que “liberales de forma” (o de dientes para afuera) vengan a incidir en la toma de decisiones de la colectividad liberal departamental después de lo que hicieron. No es posible que quienes dividieron al Partido, persiguieron enconadamente a sus copartidarios y permitieron que el departamento se sumiera en la peor crisis político-administrativa de su historia, ahora tengan el cinismo de tomar decisiones que no les corresponde. No es posible que quien fue sancionado por la Procuraduría pretenda, detrás de bambalinas, incidir sobre el Partido para terminar de acabar con la obra de debilitarlo mediante la maquiavélica estrategia de divide y reinarás para siempre. No es posible que el representante de otro partido, muy distinto al liberal, meta las manos para crear el caos y el desconcierto en las filas del Partido Liberal. No es posible que el gobierno caiga en manos de quienes demostraron incapacidad para gobernar.

El deber del militante del Partido Liberal

El Partido Liberal y sus dirigentes tienen el deber de no hacerle juego a las pretensiones de sus opositores o contradictores políticos, así como también, el deber de cerrar filas para proteger a la colectividad de los ataques de renegados, “seudoliberales”[7] o “políticos líquidos”[8], que con sus acciones le han hecho daño y con él al departamento y a sus comunidades.

Ojo con los judas políticos

También hay que estar atentos con aquellos personajes que a nombre del Partido aspiran a cargos y corporaciones de elección popular y que hoy dicen someterse a las reglas establecidas para escoger candidatos, pero que mañana, por no haber sido favorecidos, terminan en las toldas de otros partidos políticos. Son la antinomia de lo que es un verdadero militante liberal pues sus intereses personales están por encima de los intereses de la colectividad, de los municipios, del departamento y del país. Su falta de lealtad con el Partido le ha causado graves daños a al Partido, son los causantes del debilitamiento su autoridad, prestigio y disciplina. Para ellos, el “deber de lealtad”[9] no existe porque su militancia siempre ha sido líquida, oportunista.

Llamado a las bases liberales

A las bases del Partido Liberal, a las mayorías de la colectividad, un respetuoso llamado para que no permitan que el departamento vuelva a caer en manos de quienes no fueron capaces de gobernar, de conducirlo y de guiarlo hacia el puerto seguro del bienestar y del desarrollo. Cuidado con esos cantos de sirena en forma de vanas promesas, porque una vez que caen en sus redes te utilizan y terminan destrozando tus expectativas y esperanzas. Estamos a tiempo, que mañana no nos vaya a pesar la conciencia por ser coautores de otra hecatombe política, administrativa y social.

El Partido Liberal es un partido abierto

Para terminar, debo expresar que el Partido Liberal está abierto a todo aquel que se identifique con sus ideas, sus principios y propuestas programáticas, que defienda sus tesis y vote por los candidatos a cargos y corporaciones de elección popular que el Partido avale, incluso, para aquellos que por cualquier razón se fueron a otras toldas partidistas, ellos también tienen las puertas abiertas para volver al seno de la colectividad en donde tendrán que demostrar, con hechos, que nuevamente son merecedores de la más entera confianza.

Jaime Armando Erazo Villota
Buenos Aires, 11 de marzo de 2010

[1] Así lo dice el artículo 9° de los Estatutos del Partido, numeral 2, tendrá derecho a “elegir y ser elegido”.

[2] El artículo 6° de los Estatutos dice que dependiendo del tipo de obligaciones y papel que cumplen dentro del Partido, hay dos clases de miembros, los simpatizantes y militantes. Los miembros simpatizantes son aquellos que se identifican con las ideas y tesis del Partido, las defiende y vota por los candidatos a cargos y corporaciones de elección popular que el Partido avale. Los miembros militantes son los liberales afiliados y carnetizados, que participen regularmente en las actividades partidistas: elecciones internas, foros, congresos ideológicos, actos públicos y que cumplan con las obligaciones establecidas en los Estatutos.

[3] El artículo 24° de los Estatutos del Partido en su numeral 2 así lo consagra.

[4] Para diferenciarla de otros significados, en el presente artículo se usa colectividad como sinónimo de Partido.

[5] Oficio del 22 de febrero de 2011, dirigido a la doctora María Esther Bernal Erazo por la Dirección Nacional Liberal.

[6] Per se, es una palabra latina que significa “por sí”.

[7] Seudoliberales, del latín, seudo que significa falso, falsos liberales.

[8] La palabra “políticos líquidos” hace referencia a aquellos políticos que, como los líquidos, toman la forma del recipiente que los contiene, en éste caso, toman la forma del Partido que los contiene, antes de ayer furibundos liberales, ayer de apertura liberal y hoy de la U, mañana quien sabe. No poseen ni principios ni ideología alguna, son oportunistas que bailan al son que les toquen.

[9] El Artículo 14 de los Estatutos del Partido hace referencia al “deber de lealtad” que deben observar los miembros del Partido. Un aspirante por el Partido a cargos o corporaciones por elección popular debe ser miembro para hacer uso de su derecho a elegir y ser elegido.


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