John Elvis Vera Suarez
Siempre que la ciudadanía protesta, el discurso oficial es que los vándalos destrozan lo público y lo privado. Siempre pretenden resaltar como han afectado instalaciones bancarias, como han destruido la infraestructura de los sistemas de transporte masivo, como han incinerado buses, como obstruyen vías, como llenan de grafitis y afean paredes con consignas de protesta, como cierran comercios y paralizan clases en colegios y universidades, como escasean alimentos, como se pierde grandes sumas de dinero y llegan las perdidas presuntamente por culpa de quienes se manifiestan clamando justicia social.
¿Pero quienes cometen los actos vandálicos? ¿Los infiltrados por los denominados grupos armados organizados ilegales?, ¿O más bien militares y policías de civil?, ¿Es la indignación del Pueblo cansado de la injusticia social?, ¿Son unos pocos desadaptados?, ¿Son Paramilitares, son Guerrilleros?, ¿Son Hordas Fascistas al servicio de algún Matarife?, ¿Son grupos organizados y armados por poderes en la sombra para aumentar el desbarajuste y justificar la represión?, ¿Es la delincuencia que aprovecha el desorden? ¿Serán todos y todas a la vez y un poco de cada cual? Lo que si podemos asegurar es que siempre han sido una minoría y que esto no debe ser pretexto para deslegitimar el justo derecho universal a la protesta social.
Pero por igual podríamos mencionar otro vandalismo aún más grave por su dimensión y efecto, que de manera continua ha saqueado el erario público y que a su vez representa ciento de miles de millones de pesos, que de seguro hubieran aportado al bienestar del pueblo colombiano, pero le fueron arrebatados por los llamados ladrones de cuello blanco. La lista es interminable y no cesa de crecer. Esta va acompañada de la infame practica de hacer leyes para favorecer a los grandes capitales, descargando la responsabilidad fiscal a las clases asalariadas y los más desprotegidos.
Valga la pena anotar que en el siglo pasado se realizaron 38 Reformas Tributarias y en lo que va del siglo XXI ya son 12. Las cuales siempre han favorecido a quienes ostentan el poder económico y político. Debemos tener por seguro que las mismas nunca han sido realizadas para favorecer los intereses de las mayorías, es decir del pueblo. Lleven el remoquete que lleven y se les realice el maquillaje que quieran, siempre terminan favoreciendo a una minoría y perjudicando a quienes deberían recibir las ayudas del Estado.
Una semana de protestas multitudinarias, represión brutal con centenares de heridos y alrededor de 30 asesinatos de manifestantes, destrozos del espacio público, incitación desde el Ubérrimo para disparar, militarización de las ciudades, encarcelamiento de marchantes, amenaza dictatorial, sordera presidencial del clamor ciudadano, forzado ahora a establecer un dialogo antes de que la situación de orden público se agrave en su contra. Tanta corrupción en todas sus expresiones, tanta miseria, tanta indolencia gubernamental, tanta criminalidad, tanta muerte, ¿hasta cuándo?