El mayor enemigo del desarrollo económico y social: la corrupción

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Jaime Erazo Buenos Aíres. Argentina

Estamos a poco tiempo de tomar decisiones trascendentales para el desarrollo económico y social de nuestros municipios y de nuestro departamento. El 30 de octubre de 2011, el poder ciudadano no puede eludir la responsabilidad de definir, en las mesas de votación, si opta por el cambio o quiere más de lo mismo.

Un discurso que no convence

En tiempos de campaña la gente está cansada de escuchar discursos y más discursos sobre la corrupción. En nuestro territorio, el discurso de la corrupción ha producido excelentes resultados electorales pero pobres consecuencias en la práctica administrativa. Parece que a quienes les gusta enriquecerse a costillas del erario público, la estrategia de saturar a la gente con la palabra “corrupción” produce buenos dividendos.

La lucha contra la corrupción debe ser permanente


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No importa lo que haya pasado, luchar o combatir la corrupción sigue y seguirá siendo un deber ineludible de todo buen ciudadano, por eso es imperativo sumarse y apoyar la lucha frontal que el gobierno nacional viene afrontando contra la corrupción.

¿Usted ha visto o escuchado…?

Para entender con más fácilmente el asunto, describamos algunos hechos de corrupción: ¿usted ha visto o ha escuchado que para que le den un contrato hay que darle a un funcionario un porcentaje en dinero o en especie?, esa es corrupción; ¿usted ha visto o escuchado que tal o cual funcionario facilita la compra o la venta de un bien (carro, lote, etc.) para recibir una coima, palada, mordida o ají (o como se le llame)?, eso es corrupción; ¿usted ha visto o escuchado que para nombrar a alguien en un cargo a veces se le cobra en dinero o en especie?, esa es corrupción; ¿usted ha visto o ha escuchado que se vota favorablemente un acuerdo o una ordenanza para favorecer a terceros o particulares?, esa es corrupción; ¿usted ha visto o escuchado que un artículo o medicamento que tiene un costo en el mercado (por decir algo $10 pesos) la entidad oficial lo compra a un costo 4 o cinco veces mayor (es decir, en $40 o $50 pesos)?, eso es corrupción.

Ahora sí definamos qué es corrupción


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Según el Banco Mundial “la corrupción puede describirse de modo general como el abuso del poder público para obtener beneficios privados”. Amparados en la calidad que les concede la democracia, algunos de los que ocupan cargos de elección popular abusan del poder público para obtener beneficios personales, como se dice popularmente, “esperan llegar para comenzarla a…embarrar (por no decir otra cosa)”.

Pero ¿por qué atacar la corrupción?

Sencillamente porque la corrupción frena, atrasa o impide el desarrollo económico y social de los pueblos, incrementa la miseria y la pobreza, especialmente cuando los funcionarios públicos utilizan los recursos públicos para entregarlo a contratistas ventajosos o deshonestos que obtienen grandes utilidades (por encima del 40% y el 50%), por eso generalmente se construye mal una obra, se deja inconclusa o en el peor de los casos no se construye. En el primer caso, los ciudadanos tienen que sufrir contratiempos de todo tipo, en el segundo y tercer caso privan a las comunidades de la solución a sus problemas o de la atención eficiente y eficaz a sus necesidades.

El nivel de conocimiento ciudadano sobre las implicaciones de la corrupción es bajo, casi que nulo, esto se refleja en la falta de civismo para denunciar con certeza los hechos de corrupción ante las instancias correspondientes, todo se reduce al chisme, al comentario de cafetería o de corrillo, a los señalamientos generales o a la cacería de brujas, pero a la hora de sostener lo que se dice, nadie ha visto, conoce o dicho algo.

Por otro lado, cuando en el trasfondo de una campaña política se esconden intereses diferentes al de servir a la comunidad, las campañas políticas se vuelven cruentas, brutales, traspasan los límites del debate democrático y civilizado. Muchos piensan que llegar a un cargo público de elección popular es la oportunidad de su vida o “cuarto de hora” para enriquecerse rápidamente, especialmente cuando se trata de los ordenadores del gasto como el caso de los alcaldes o los gobernadores. Más aún, pareciera que se ha instaurado una “cultura de la corrupción” pues se ha llegado al extremo de que gente del mismo pueblo se refiere en términos despectivos, como tonto o pendejo, al funcionario que por ser honrado sale del gobierno sin un peso en el bolsillo. Esta actitud sorprende por lo contradictoria o paradójica, por un lado se critica el robo de los recursos públicos pero por el otro se ultraja a quien los ha manejado con honradez.

Pero ¿Por qué hablar de corrupción en estos tiempos?

Porque se acercan las elecciones y gústenos o no, el tema de la corrupción debe ser un tema central en las campañas de los actuales aspirantes a cargos de elección popular. Cada partido o movimiento político lo debe contemplar en sus principios doctrinarios y en sus propuestas programáticas. Que yo sepa, el Partido Liberal Colombiano lo contempla con claridad y por lo tanto cada uno de sus candidatos está asumiendo con altura esa responsabilidad sumándose a la lucha en la que está plenamente comprometido el actual gobierno del presidente Juan Manuel Santos.

Es tiempo de hablar de corrupción porque el ciudadano pronto estará depositando su voto de confianza a favor de un candidato o candidata, no solamente para que conduzca al departamento o al municipio a más altos niveles de desarrollo y de bienestar económico y social, sino también, para que administre con transparencia y honestidad los recursos públicos.

Jaime Erazo


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