John Elvis Vera Suarez
En plena crisis sanitaria mundial, revisamos el ranking de médicos en Colombia por cada 1.000 habitantes y nos damos cuenta que estamos muy por debajo del promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo económico (OCDE) que se nos ha querido vender como el exclusivo Club de Países Ricos. Como quien dice, estamos en la elite mundial.
Pues bien, esto nos señala que mientras Noruega que encabeza la lista cuenta con 18 médicos por cada 1.000 de sus habitantes, mientras Francia cuenta con 9.9 y España con 5.3, nuestra Colombia solo tiene 1.5, encontrándose en la cola de los 45 países que hacen parte de este listado. El personal de enfermería es aún más escaso, logrando solo 1.1 por cada 1.000 ciudadanos y ciudadanas. Y si llegamos a los especialistas, encontramos que hay solo 0.4 por cada mil habitantes en Colombia, cuyos servicios son los más necesitados en estos momentos. Es decir que ante esta crisis somos los que estamos en peores condiciones en este grupo de países. Y nosotros felices porque hacemos parte de la OCDE.
¿Cuál será el índice en el llamado Eje Cafetero o en la Amazonia, en la Guajira o en el Choco?
Ante lo anterior debemos agregar que el número de los mismos no está distribuido equitativamente en la extensa geografía del país. Y quizás peor es la falta de equipamiento adecuado y suficiente de los hospitales públicos. Sin contar con la tercerización y las precarias condiciones laborales a que los ha llevado la famosa Ley 100. Haciendo de esta, una profesión de las más precarizadas y estimulando la fuga de personal capacitado a otros países donde son mejor valorados.
Y lo que hemos visto en estos días es la discriminación y hasta amenazas contra el personal que arriesgando su propia salud y de la de sus seres queridos, trabajan en deficientes condiciones de bioseguridad. Esto nos muestra como perversamente se hace ver al personal médico como responsable de las falencias del sistema hospitalario y de salud, cuando los comprometidos han sido las autoridades nacionales y las empresas particulares que se han enriquecido, beneficiadas con las medidas de gobiernos a su servicio. Es decir, el sistema es la razón del deterioro de la salud publica en el país.
Todo lo anterior nos lleva a pensar en que la salida a la actual emergencia sanitaria, no será en las mejores condiciones. La crisis de la salud, la educación y la seguridad alimentaria, en estos momentos de pandemia, está mostrando la profunda desigualdad social.
Bien valdría la pena conocer en su momento, con que infraestructura y sistema hospitalario quedaremos en lo que desde ya se denomina la post pandemia.