Por : Obert Alejandro Ortiz
Recientemente un gobernador, quién por estar envuelto en investigaciones penales, disciplinarias y fiscales expresó en un programa de televisión que: el ejercicio de la política y de cargos públicos en la actualidad, es equivalente a ejercer una “profesión peligro”.
Preocupante, por no decir espeluznante esta afirmación. No sólo para el grupo de gobernadores, sino para todos los mandatarios locales y, en general, para los gerentes y servidores públicos del país, para no abarcar a toda la sociedad.
Ya lo habían advertido en el encuentro de alcaldes que se efectuó en Neiva a comienzos de diciembre del año pasado, cuando se tocó el caso de la gobernadora del Putumayo y del Alcalde de Mocoa, por citar sólo un ejemplo. Además, del inri con el que cargan al considerárseles corruptos por el sólo hecho de ejercer. Sin embargo, eso no lo piensan cuando se empeñan en llegar a dichos cargos y, menos cuando los están desempeñando.
Solo, cuando ya están hasta el cuello con las investigaciones correspondientes. Cuando se ha destapado todo y, la familia en cintura o bajo el cuestionamiento social. En esa instancia, sus lágrimas de cocodrilo ya no producen ni lástima por todas las barrabasadas cometidas. Aquí es donde surge o sale a flote la reflexión sobre la importancia del estudio de la Administración Pública como ciencia, su objeto, configuración, perspectivas, historia, elementos, principios, comparación con otros modelos y enfoques (Marxismo, Weber, entre otros), incluso, con las transformaciones (reformas administrativas) surtidas y que han dado paso a la gerencia y nueva gestión pública.
Es una lástima que un personaje de estos, no tenga apropiado lo que significa el “pensamiento administrativo público”, sus principales teóricos tanto extranjeros como colombianos, que han abordado este saber para un referente y faro en su gestión. Pero qué, si ni siquiera les ha interesado acercarse a la ESAP, para mínimamente hacer un posgrado allí o Maestría que les ayude a profundizar sobre la misma. Ni siquiera hacen de manera juiciosa la inducción que esta les programa. Y mucho menos, han permitido que los administradores públicos que trabajan en sus instancias, den su verdadero potencial.
No en vano, el alto número de estos funcionarios investigados, destituidos e inhabilitados a la fecha. Claro, por eso catalogan el ejercicio de la política y el desempeño en la administración pública como la “profesión peligro”. Y debe ser así, porque tiene variados controles y auditorías. Pero lo es, porque atienden los asuntos públicos como si fuera una tienda o una finca de su propiedad, y se les olvida que deben dar cuentas públicas y crear valor agregado a todos. Eso es lo que molesta profundamente. Menos mal que en la actualidad, el control social a la gestión pública ha puesto su granito de arena. Viva la Administración pública.
Fuente : LaNación