Por momentos se nos olvida que no somos meros espectadores de la naturaleza, sino que hacemos parte de ella. Se nos olvida de dónde venidos y qué tierra pisamos. A veces, en Colombia, ni recordamos que gran parte de nuestro territorio es selva y agua… fuentes de vida cuya supervivencia podríamos poner en duda todos los días.
En abril de 2015, en el marco de la Cumbre Mundial de Arte & Cultura para la Paz de Colombia, hablamos con tres indígenas amazónicos (de los pueblos Uitoto, Bora y muinane) para que nos explicaran cómo logran, a través de su cosmología, construir paz en sus territorios.
Ocaina
“En nuestro diálogos actuales y en los futuros, no podemos incumplir los mandatos de los antepasados. Nosotros estamos en un rincón de la Amazonía y vemos que los occidentales no se preocupan por ellos mismos y por eso no reciben la paz. Nuestras bases ancestrales están en lo que somos como pueblos amazónicos y lo que nos permite mantener nuestra atmósfera en paz: el tabaco, la coca y la yuca dulce.
Ahora, lo más importante es que la mujer es la yuca dulce. Toda mujer en la tierra lo es. Por eso, tenemos el poder de mantener todo calmado y de endulzar a las personas que están la margen de la ley. Así consolidamos la paz”. Sandra Milena Candre, autoridad pueblo ocaina.
Bora
“La riqueza de la Madre Tierra tiene espíritus que debemos respetar. Si no lo hacemos y los explotamos, lo que ocasionamos es alborotar en ellos, los males y la violencia. Cuando le devolvemos a la Madre Tierra lo que nos da, ella nos responde con paz y armonía. Y como parte de esa naturaleza, todos estamos incluidos en ella, así que si un hermano del pueblo Uitoto está herido, yo lo curo, porque lo siento como a mí mismo.
La paz, como nos enseñaron nuestro abuelos, es una palabra que encontramos en el tabaco, porque nosotros somos ese tabaco que hay que construir, vivir y respetar, y que consolidamos dentro de las malocas y las mambeadoras. Ese es el mandato de nuestro abuelo el tabaco: construir la paz”. Benito Teteye, autoridad pueblo bora.
Uitoto
“La paz es el buen vivir, y el buen vivir es el respeto hacia los demás mediante el diálogo. La Amazonía lleva más de tres mil años de existencia, y nuestra esencia siempre ha estado en el diálogo y la reflexión, mediante la cual pedimos permiso a nuestro dios creador, mooma, para cultivar, para pescar, para lo que sea. Un permanente diálogo con la naturaleza, la comunidad y el mooma, hace que haya paz en nuestras comunidades indígenas.
Los hombres y mujeres en nuestros país son un nervio que cruza debajo del río que recorre nuestra tierra, que está en medio de las lagunas, de la sangre de los animales y plantas. Somos milenarios de la Amazonía y queremos la paz pero una que respete esos nervios de la vida que cada persona en el mundo ocupa de manera diferente. Comencemos por nosotros mismos, respetando ese nervio en nuestro corazón porque el paisaje hermoso ya lo tenemos”.
Fuente : Pacifista.co