Fuente: www.socivil.com.co
El desenlace de la tragicomedia política de los últimos dos años en el Putumayo, que tuvo como protagonista al señor Felipe Guzmán, debe convertirse para todos los putumayenses en la motivación principal para generar transformaciones individuales y colectivas del quehacer político local y regional.
No es para nada cierto que este enjambre de corrupción nos haya tomado por sorpresa, pues es corriente escuchar en los corrillos y en las esquinas como todos los gobiernos departamentales que antecedieron a éste, contribuyeron en forma significativa a la degeneración política que hoy estamos padeciendo.
Que los unos acabaron con la Industria Licorera del Putumayo, que los otros crearon “El Cartel del Isodine”, que los otros convirtieron la Secretaría de Planeación en la cueva de Alibaba y los 40 ladrones, que los otros desangraron a Selvasalud, que aquellos acabaron con la educación y así por estilo.
Pese a todo esto, la gente del Putumayo sigue eligiendo los mismos corruptos con el argumento que las elecciones las gana el “que tiene la plata” y no el que tiene las mejores propuestas.
Sin embargo, en este mar de podredumbre parece que la vida resurge, como pasa con el huevo que se descompone para dar paso al embrión del ave que surcará los cielos. El pasado 20 de junio de 2.010 la gente del Putumayo hizo evidente su descontento con la clase política tradicional y sus componendas, logrando de forma arrolladora la ganancia de la transformación y lo novedoso en representación de la Ola Verde y el Polo Democrático Alternativo.
Sin embargo, es claro que los mismos en la actualidad no poseen las condiciones necesarias para garantizar la transformación que la región requiere con urgencia, pues los cambios que el Putumayo necesita exigen por lo menos cuatro requisitos básicos:
1. Que haya una base social organizada que sea capaz de movilizar a bajo costo un proceso político,
2. Que dicha base social tenga una visión de futuro compartida para que las motivaciones dejen de ser individuales y se conviertan colectivas,
3. Que haya un equipo, óigase bien EQUIPO, con la capacidad, la experiencia, la vocación de trabajo y probada honestidad para que impulse esa visión de futuro y
4. Que hayan unos pilares centrales de una propuesta programática que se sintonicen con precisión con los problemas estructurales de la región y que a su vez sean capaces de articular sin temor las propuestas de otros procesos.
Es decir, un conjunto de condiciones que nos permitan como sociedad saber el ¿poder para qué? y con ¿Quiénes?, pues es claro que ningún fulano o fulana podrá al ritmo de mecías transformar nuestra realidad, ya que la misma requiere en forma ideal la participación de todos y como mínimo la conducción del poder público por un colectivo con verdaderos procesos de transformación.
Por favor, miren en el panorama social de la región a ver dónde hay buenos prospectos, participen y elijan a conciencia para que la transformación social y política se instale en nuestros gobiernos.