Para comenzar a explorar la textura del Partido Liberal en Putumayo, es importante recordar que, en 1953, la Comisaría Especial de Putumayo fue anexada al departamento de Nariño. La desanexión ocurrió unos pocos años después, en 1957. Sin embargo, los habitantes de Putumayo siguieron integrando la jurisdicción nariñense para las elecciones al Congreso de la República, como un rezago de la dependencia frente al departamento vecino, del cual provenía la mayoría de los colonos.[1]
Fue solamente cuando se creó la Intendencia en 1968, que Putumayo pudo elegir a sus propios candidatos a la Cámara.[2] La Intendencia era una entidad territorial con un grado menor de autonomía que los departamentos y era controlada desde Bogotá por una institución central: el Departamento Administrativo de Intendencias y Comisarías (Dainco).[3] Con todo, al reconocer el derecho de Putumayo a ocupar dos curules en el Congreso, la creación de la intendencia en 1968 promovió la emergencia de liderazgos políticos regionales adscritos a los partidos tradicionales.
El primer liberal putumayense elegido a la Cámara de Representantes fue Víctor Guerrero. Aquel pertenecía a un restringido grupo de personas nacidas en Mocoa, que accedieron a la educación superior en Bogotá durante los años cincuenta. Su condición de nativo en un territorio de colonización reciente y su calidad de médico de la Universidad Nacional en una sociedad con débiles grados de jerarquización social, le confirieron un notable prestigio en la sociedad local. Sin duda, estos elementos contribuyeron a que se erigiera en un importante exponente del Partido Liberal en Putumayo, siendo elegido representante en dos ocasiones (1970-1974 y 1974-1978).
De acuerdo con la versión del ‘Médico’, como se conoce en la región a Víctor Guerrero, la promulgación de la Intendencia fue una iniciativa local que se negoció primero con los dirigentes liberales nariñenses y que luego fue tramitada en al ámbito nacional. Constituyó un esfuerzo de algunos líderes mocoanos por demarcarse de la influencia conservadora nariñense y constituirse en clase política local. Estas aspiraciones fueron, en parte, promovidas por la expectativa de administrar los recursos provenientes del descubrimiento y de la explotación de yacimientos petrolíferos en el Bajo Putumayo durante la década de los sesenta. En palabras del ‘Médico’ Guerrero:
“De aquí salíamos a Pasto, para votar por los hermanos nariñenses. La ley no le otorgaba al Putumayo elegir sus hombres al Congreso. Ya había aparecido el petróleo y yo ya sabía lo que venía. Fui con una delegación liberal a Pasto. Yo le comenté al entonces representante [llerista] a la cámara por Nariño: ‘Ya llegó el petróleo al Putumayo. El Putumayo no puede seguir siendo Comisaría. Hay que elevarlo. No me dé un solo peso. No le cuesta nada, y yo le saco una buena votación allá en el Putumayo, pero usted me presenta el proyecto de ley elevando la comisaría a intendencia’. Y ahí pactamos. Yo le cumplí y él cumplió. De suerte que elevando el Putumayo de comisaria a intendencia y creando los dos cupos al congreso, la sancionó y la aprobó Lleras Restrepo. Eso fue muy bueno para el Putumayo porque la comisaría no tenía derecho a las regalías, la intendencia sí, de modo que al dar el vuelco necesario para ser intendencia, ya se empezaron a captar los recursos petrolíferos hasta hoy”.
En 1970, el ‘Médico Guerrero’ y Gerardo Candamil se lanzaron a la cámara de representantes y estrenaron las primeras curules de Putumayo en la corporación. El nariñense Candamil fue elegido por la ANAPO con 2.581 sufragios (21,3% de la votación). Víctor Guerrero fue favorecido con 2.424 votos por el Partido Liberal (19,8% de la votación):
“Me compré un vestido negro a rayas y una hermosa camisa blanca y me chanté la corbata que me tejieron los indios Kamentsa de Sibundoy —recuerda con orgullo el médico Guerrero. Me la chanté la primera vez que entré al Congreso: el 20 de julio de 1970. Los congresistas me decían ‘usted sí que se la puso donde es’, porque me lucía. Y yo lleno de putumayismo dije: ‘¡aquí se siente el Putumayo!’”.[4]
En los siguientes comicios, en 1974, dos liberales ocuparon los escaños de la Cámara: Víctor Guerrero y Carlos Villota. ‘El Médico’ aumentó notablemente su votación, siendo elegido con 5.165 sufragios (25% del total de los votos), seguido de cerca por Carlos Villota con 4.957 votos (24% del total de los sufragios). Sin embargo, los copartidarios tendrían fuertes antagonismos entre sí, al punto que Villota sería su rival en las elecciones siguientes de 1978. Como veremos, las luchas por el predominio regional al interior de la colectividad tomarían un matiz feroz.
Pese a las rivalidades internas, entre 1974 y 2002, el “liberalismo”, como colectividad, comenzaría a constituirse en la fuerza política mayoritaria de la región (véase gráfico nº1). Sobre este particular, es necesario advertir que el crecimiento del liberalismo en Putumayo se registró en 1974, cuando se produjo la suspensión de la alternancia bipartidista. Empero, este no era un rasgo distintivo de Putumayo, pues Gutiérrez (2007) muestra que el fin del Frente Nacional logró revelar las verdaderas preferencias de los electores: “el país no era tradicional, como sugería el discurso frentenacionalista, sino liberal”.
De modo que el desmonte gradual del Frente Nacional, la creación de la Intendencia y la consiguiente posibilidad de elegir candidatos propios tuvieron efectos graduales en la adscripción partidista: poco a poco, Putumayo comenzó a deslindarse del influjo que ejercía el conservatismo nariñense.
Así, la creación de una circunscripción territorial a la cámara de representantes favoreció la emergencia de unos liderazgos regionales con alguna proyección nacional. El cambio administrativo abrió la posibilidad para que los políticos establecieran una comunicación directa con las figuras centrales de su partido, sin necesidad de la intermediación de los congresistas nariñenses. Estos contactos se volvieron fundamentales para mantener y afianzar la capacidad de nominación del representante a la cámara, la cual servía para entretener su propio poder en la región.
En principio, los nombramientos burocráticos de la Intendencia eran potestad del ejecutivo nacional. Pero en la práctica, la nómina se negociaba entre el Ministro de Gobierno, el Director de Dainco y los representantes. Conforme la potencia, la habilidad o la afinidad del representante con el Ejecutivo, la designación de los funcionarios intendenciales le era enteramente delegada. Más frecuentemente, arduas disputas y desavenencias se trenzaban entre las partes:
“En un cóctel allá en la presidencia —recuerda el Médico Víctor Guerrero— yo había llevado el nombre del candidato [a Intendente] y esperé, esperé y esperé. Ellos se van saliendo poco a poco, hasta que llegaron a la puerta del ascensor, ahí yo le pedí un minuto al señor presidente [Alfonso López Michelsen]. ‘Bueno, Víctor, si acaso al Putumayo le corresponde liberal yo le doy ese candidato’ y cogió el nombre en el papel y se fue. Bueno, yo ya tenía al Presidente. Y después hablé con el Ministro de Gobierno, y luego pasó y pasó, y yo chuzando como se dice. Llamé a la presidencia y me dijo: ‘pues, Representante, si es para el caso de Barajas eso ya está decidido desde acá, desde la presidencia”. En una sesión nocturna que asistió el Ministro de Gobierno, me llamó a la mesa directiva que era donde tenían asiento y me dijo: “mañana le nombran intendente”. Pero no se nombró porque se opuso el Director de Dainco. Dainco tenía una fuerza muy grande y no se lo nombró”.[5]
Así, por efímeras que fueran las comunicaciones de los primeros congresistas de Putumayo con las autoridades nacionales, ellas constituían verdaderas “inmersiones” en la mentalidad de los dirigentes liberales del país. Promovían, en los líderes regionales, cierta sensación—y tal vez sólo la sensación— de inclusión en la vida política colombiana. En una entrevista, el ‘Médico Guerrero’ recordó la advertencia que le hiciera Abelardo Forero Benavides, Ministro de Gobierno del cuatrienio de Misael Pastrana Borrero, respecto a la producción de crudo en Putumayo:
“Todo lo quiere el Putumayo menos propagandas, porque eso se le llena de gente desocupada. Todo menos propaganda me decía él. ¡Y así fue mija! Y él me enseñaba cómo era la carrera política. Me hablaba mucho de Lleras Camargo. Todo eso era un estímulo para mí”.
Víctor Guerrero se identificó como la corriente turbayista. Así relató su acercamiento a Julio César Turbay Ayala:
“Un día, el primo del Caquetá, Hernando Turbay Turbay, que era presidente vitalicio de la comisión de presupuesto en el Congreso, me dijo en Bogotá: ‘venga y le presento a Julio César’ y hasta allí llegó mi distancia… ¡me le prendí como un niño se prende del pezón de su mamá!”.[6]
No era casual que se definiera como turbayista, pues sabemos por la descripción de Gutiérrez (2007), que esta facción del Partido Liberal expresaba e integraba con maestría los particularismos de la vida política local y regional. De ahí que el turbayismo lograra incorporar en sus huestes a un puñado de líderes provenientes de una zona que acababa de adquirir representación territorial en el concierto nacional, pero cuya “minoría de edad” seguía siendo ratificada por el Estado y por sus cúpulas dirigentes con la figura administrativa de Territorio Nacional.
En el país, el turbayismo también manifestaba el deterioro de la disciplina partidista, la exacerbación de las luchas intestinas por el predominio regional y la proliferación de las facciones regionales cimentadas en disputas burocráticas sobre las cuales se trenzaban las tensiones sociales. En palabras de Gutiérrez (2007), el turbayismo constituía el preludio de un “enervamiento del faccionalismo antropofágico”. En Putumayo, la política de Víctor Guerrero marcó el comienzo de virulentas luchas al interior de un partido que fue tomando una fuerza inusitada en la región.
Después de dos períodos en el Congreso, el Médico Guerrero, fue derrotado en las elecciones de 1978. Las curules de la cámara fueron ocupadas por un conservador, Manuel López Cabrera, y por un liberal, Carlos Villota, quien se oponía a la línea “oficialista” de Guerrero.
No obstante, la llamada “liberalización” operada en Putumayo estuvo también directamente relacionada con el papel del cacique Gilberto Flórez. De hecho, en las entrevistas, los políticos liberales y conservadores, recordaban con nostalgia la “gloriosa época” de ‘Platarina’, como se conocía a Gilberto Flórez, uno de los más connotados representantes del partido liberal en Putumayo, y quien habría sido el protagonista del ímpetu tomado por su colectividad durante la década de los ochenta.
El inicio de la carrera política de ‘Platarina’ se forjó por oposición a la corriente oficialista de su predecesor en el Congreso, el ‘médico’ Guerrero. Ambos se disputaron el contacto con los jefes nacionales del Partido Liberal, con quienes se negociaba el nombramiento de la burocracia regional. Pero ¿qué diferenciaba al ‘Médico’ de ‘Platarina’? La versión del ‘Médico’ es escueta y reveladora: “¡talento y cultura!”.
Las investigaciones incluidas en esta publicación han sido realizadas con la colaboración financiera de Colciencias, entidad pública cuyo objetivo es impulsar el desarrollo científico, tecnológico e innovador de Colombia Tomado de : ESTADO Y COCA EN LA FRONTERA COLOMBIANA Caso de Putumayo. María Clara Torres Bustamante. Capítulo 3 – La textura del liberalismo[1] En la versión de Víctor Guerrero, la anexión de Putumayo a Nariño se debió a una concesión que hiciera Rojas Pinilla al depuesto gobierno de Laureano Gómez: “Rojas Pinilla le dio un golpe de Estado a Laureano Gómez. Pero como Nariño era un bastión muy fuerte del laureanismo, entonces Rojas Pinilla temió que Nariño se alzara con el fanatismo laureanista y le regaló el Putumayo”.
[2] Todavía hoy, los políticos putumayenses no se han postulado como primer renglón al Senado de la República. En términos generales, ellos han apoyando aspirantes Nariñenses o Huilenses a la circunscripción nacional.
[3] Se encargaba de la mediación entre el Gobierno Nacional y los territorios nacionales: la Orinoquia, la Amazonía y los territorios insulares.
[4] Entrevista grabada realizada por la autora en junio de 2008.
[5] Entrevista realizada por la autora en junio de 2007.
[6] Entrevista realizada por la autora en Mocoa en junio de 2007.