Por Carlos Hernán Castro A.
Hoy asistimos a un momento histórico en la tradición democrática de Colombia. Como pocas veces en este país la esperanza ha tomado su color autentico: el verde.
El tricolor patrio y la representación política de sus colores se hondea con fuerza sobre una ola verde que se mueve por la bocanada de aire puro que los jóvenes le han dado a este proceso.
Eso exige de la sociedad, pero en especial de todos aquellos que son padres y madres un respaldo desinteresado, incondicional y amoroso a la apuesta que hoy hacen los jóvenes, no solo por la edad, si no porque asumen por primera vez un compromiso con la vida. Y no es para menos pues la apuesta es por un mejor futuro para este país, un futuro que se construye asumiendo con entereza este presente, que exige como requisito para el bienestar de todos el cambio.
Ya no queremos que nos sigan tratando como incapaces o como mendigos cuya única oportunidad es la de cerrar las posibilidades humanas de ser mejores, cuando asistimos por montones a recibir las migajas de un país que se desmorona a través de programas asistencialitas. No ya no queremos eso.
Lo que necesitamos son oportunidades reales de construir nosotros mismos el presente y amasar el futuro con nuestras manos, nuestra inteligencia, nuestra creatividad, talento y valores, los cuales solo pueden despertar dentro de cada uno de nosotros si son estimulados con una educación llena de amor, afecto y honestidad, es decir, una educación de calidad.
Hasta hoy la esperanza vestida con colores políticos solo fue un elemento de frustración y desconfianza. Muchos habían pensando que el único camino para sobrevivir y alcanzar un relativo éxito personal (el que gana con trampa que gana), solo era posible si vendían su conciencia con el politiquero de turno, si aceptábamos su juego sucio clientelista de cambiar nuestro voto por un puesto, un contrato, un mercado, una teja o unos pesos.
Pero hoy todos ustedes pueden hacer que las cosas cambien porque por fin la esperanza ha recobrado su color autentico y natural como nuestras selvas: el verde.