“Eco ruralismo”

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Cortesía de DARP – De Arquitectura y Paisaje

Por : John Elvis Vera Suárez

“El futuro de la tierra está en manos del campesino; cada semilla plantada es una esperanza que florece”, (IA).

Como lo he expuesto en varias ocasiones a través de mis columnas de opinión, cada día han venido aflorando tanto críticas como propuestas ante la crisis climática que se sigue profundizando. Es la búsqueda constante no solo de entender el porqué de la misma, sino por igual, construir alternativas para que la existencia de la especie humana siga siendo posible en condiciones dignas para todos.

El ecorruralismo es otra de esas propuestas que busca la huida del deterioro y caos que se generan en las grandes urbes y yo diría, en especial de las cada día más inmensas ciudades del ahora llamado sur global. A su vez hay que resaltar que va en direcciones parecidas a las “Ecoaldeas” y al movimiento “Neorrurales” o “Neocampesinos”, como mejor se les conoce en nuestro medio y estas, a su vez, convergen unas con otras. Aunque la información nos conduce la mirada a las iniciativas ciudadanas que florecen en las naciones europeas, hay que exponerlo por igual, que estas fórmulas presentadas se dan en diferentes rincones del planeta, donde comunidades intentan encontrar con sus propias dinámicas, soluciones a sus deficiencias o problemáticas particulares de sus localidades o territorios. Movimientos esporádicos en el mismo sentido, sin coordinación alguna ni liderazgos visibles, se dan en nuestro propio territorio nacional.


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Esta, en particular, va tras la sostenibilidad en máxima armonía con la naturaleza en entornos rurales y centros poblados o pequeñas ciudades. Aunque la carrera la va ganando supuestamente el desarrollismo centrado en el crecimiento al parecer imparable de las ciudades, las iniciativas individuales, familiares o colectivas en busca de nuevas opciones de vida amigables integralmente con sus entornos, aparecen en cualquier lugar y en cualquier momento, ya que volver a poblar las zonas rurales es una de las razones para dicha iniciativa. Minimizar los impactos ambientales negativos, incentivar la producción local tanto de los alimentos como de productos procesados más “ecológicos”, minimizar los residuos propios de la actividad humana y propender por la economía circular, encaminarse en la autosuficiencia, la energía alternativa y la movilidad menos contaminante, son algunas de sus propuestas. Todo lo anterior unido a una democracia profunda o radical con una participación comunitaria amplia y activa, a la igualdad de género en medio de la diversidad y en plena construcción de una nueva cultura con respeto a la naturaleza y a su entorno social.

Construir una nueva sociedad, requiere de la participación colectiva y democrática, para lograr humanizar nuestro entorno socio-económico. Ante la crisis planetaria que estamos viviendo, no debemos dar espera a la búsqueda y ejecución de opciones que representen verdaderas alternativas, viables y sustentables para todas las naciones, las culturas, los pueblos. Probablemente no se tenga la fórmula definitiva y acabada, lo único real es que urgen soluciones que apunten a lograr que la vida digna para unos y otros triunfe. Aportar a la solución es nuestra responsabilidad histórica ante presentes y futuras generaciones.


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