Mocoa no se cuida sola

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Por:*Alexander Africano

El pasado fin de semana, el alcalde de Mocoa salió de recorrida junto con su secretario de gobierno e instituciones. Encontraron lo que la mayoría de ciudadanos ya sabemos: 𝙛𝙞𝙚𝙨𝙩𝙖𝙨 𝙘𝙡𝙖𝙣𝙙𝙚𝙨𝙩𝙞𝙣𝙖𝙨, 𝙢𝙚𝙣𝙤𝙧𝙚𝙨 𝙙𝙚 𝙚𝙙𝙖𝙙 𝙚𝙭𝙥𝙪𝙚𝙨𝙩𝙤𝙨 𝙖𝙡 𝙘𝙤𝙣𝙨𝙪𝙢𝙤 𝙙𝙚 𝙖𝙡𝙘𝙤𝙝𝙤𝙡 𝙮 𝙙𝙧𝙤𝙜𝙖𝙨, 𝙘𝙖𝙡𝙡𝙚𝙨 𝙨𝙞𝙣 𝙘𝙤𝙣𝙩𝙧𝙤𝙡, 𝙮 𝙪𝙣𝙖 𝙟𝙪𝙫𝙚𝙣𝙩𝙪𝙙 𝙦𝙪𝙚, 𝙨𝙞𝙣 𝙧𝙪𝙢𝙗𝙤 𝙣𝙞 𝙤𝙥𝙤𝙧𝙩𝙪𝙣𝙞𝙙𝙖𝙙𝙚𝙨, 𝙝𝙖𝙘𝙚 𝙙𝙚 𝙡𝙖 𝙣𝙤𝙘𝙝𝙚 𝙪𝙣 𝙧𝙚𝙛𝙪𝙜𝙞𝙤 𝙮 𝙖 𝙫𝙚𝙘𝙚𝙨 𝙪𝙣 𝙜𝙧𝙞𝙩𝙤 𝙙𝙚 𝙖𝙪𝙭𝙞𝙡𝙞𝙤.

Ante la indignación, el alcalde hizo un llamado a los padres, señalándolos como responsables directos.“¿𝗗𝗼́𝗻𝗱𝗲 𝗲𝘀𝘁𝗮́𝗻 𝗹𝗼𝘀 𝗽𝗮𝗽𝗮́𝘀?”, preguntó. Una inquietud válida, pero también insuficiente. Porque la pregunta que no puede evitarse es: ¿𝘆 𝗱𝗼́𝗻𝗱𝗲 𝗲𝘀𝘁𝗮́ 𝗲𝗹 𝗘𝘀𝘁𝗮𝗱𝗼?

La corresponsabilidad no puede ser selectiva. En un territorio como Mocoa, marcado por la pobreza, el desempleo, la violencia familiar y el abandono institucional, 𝘤𝘶𝘭𝘱𝘢𝘳 𝘦𝘹𝘤𝘭𝘶𝘴𝘪𝘷𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘢 𝘭𝘢𝘴 𝘧𝘢𝘮𝘪𝘭𝘪𝘢𝘴 𝘦𝘴 𝘵𝘢𝘯 𝘪𝘯𝘫𝘶𝘴𝘵𝘰 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘪𝘯𝘦𝘧𝘪𝘤𝘢𝘻. 𝗟𝗮 𝗰𝗿𝗶𝘀𝗶𝘀 𝗱𝗲 𝗰𝗼𝗻𝘃𝗶𝘃𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝘃𝗶𝘃𝗶𝗺𝗼𝘀 𝗻𝗼 𝗲𝘀 𝘀𝗼𝗹𝗼 𝗱𝗼𝗺𝗲́𝘀𝘁𝗶𝗰𝗮: 𝗲𝘀 𝗲𝘀𝘁𝗿𝘂𝗰𝘁𝘂𝗿𝗮𝗹, 𝘆 𝗽𝗼𝗿 𝗲𝘀𝗼 𝗿𝗲𝗾𝘂𝗶𝗲𝗿𝗲 𝗿𝗲𝘀𝗽𝘂𝗲𝘀𝘁𝗮𝘀 𝗽𝘂́𝗯𝗹𝗶𝗰𝗮𝘀 𝗶𝗻𝘁𝗲𝗴𝗿𝗮𝗹𝗲𝘀, 𝗻𝗼 𝘀𝗼𝗹𝗼 𝗹𝗹𝗮𝗺𝗮𝗱𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝗮𝘁𝗲𝗻𝗰𝗶𝗼́𝗻.


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El mismo Plan de Desarrollo “𝗠𝗼𝗰𝗼𝗮 𝗕𝗼𝗻𝗶𝘁𝗮, 𝗧𝗶𝗲𝗿𝗿𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝗜𝗻𝘀𝗽𝗶𝗿𝗮” 𝗿𝗲𝗰𝗼𝗻𝗼𝗰𝗲 𝗾𝘂𝗲 𝗺𝗮́𝘀 𝗱𝗲𝗹 𝟯𝟬% 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗰𝗶𝘂𝗱𝗮𝗱𝗮𝗻𝗶́𝗮 𝘀𝗲 𝘀𝗶𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗶𝗻𝘀𝗲𝗴𝘂𝗿𝗮. El diagnóstico señala el crecimiento del consumo de sustancias psicoactivas (SPA), los hurtos, la violencia sexual e intrafamiliar. Sin embargo, las acciones propuestas son mínimas frente a la magnitud del desafío.

Se plantea comprar un dron en el Plan, instalar unas pocas cámaras y mantener las presentes (100), realizar algunas campañas y diligencias policivas. ¿𝗬 𝗹𝗮 𝗽𝗼𝗹𝗶́𝘁𝗶𝗰𝗮 𝗽𝘂́𝗯𝗹𝗶𝗰𝗮 𝗱𝗲 𝗽𝗿𝗲𝘃𝗲𝗻𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗱𝗲𝗹 𝗰𝗼𝗻𝘀𝘂𝗺𝗼?¿𝗬 𝗹𝗮 𝗲𝘀𝘁𝗿𝗮𝘁𝗲𝗴𝗶𝗮 𝗰𝗼𝗻 𝗲𝗻𝗳𝗼𝗾𝘂𝗲 𝘁𝗲𝗿𝗿𝗶𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮𝗹 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗿𝗲𝗰𝘂𝗽𝗲𝗿𝗮𝗿 𝗲𝗹 𝗲𝘀𝗽𝗮𝗰𝗶𝗼 𝗽𝘂́𝗯𝗹𝗶𝗰𝗼? ¿𝗗𝗼́𝗻𝗱𝗲 𝗲𝘀𝘁𝗮́𝗻 𝗹𝗮𝘀 𝗺𝗲𝘁𝗮𝘀 𝗱𝗲 𝗶𝗺𝗽𝗮𝗰𝘁𝗼? ¿𝗗𝗼́𝗻𝗱𝗲 𝗲𝗹 𝘁𝗿𝗮𝗯𝗮𝗷𝗼 𝗰𝗼𝗻 𝗰𝗼𝗹𝗲𝗴𝗶𝗼𝘀, 𝗯𝗮𝗿𝗿𝗶𝗼𝘀, 𝗷𝘂𝘃𝗲𝗻𝘁𝘂𝗱𝗲𝘀, 𝗶𝗴𝗹𝗲𝘀𝗶𝗮𝘀 𝘆 𝗰𝗼𝗺𝘂𝗻𝗶𝗱𝗮𝗱𝗲𝘀?

El discurso de control no puede seguir desconectado de la pedagogía, la cultura y la prevención. De poco sirve aumentar la vigilancia si no se fortalecen los liderazgos barriales, los espacios culturales, los mecanismos comunitarios de resolución de conflictos, la justicia restaurativa, la atención integral en salud mental, o los planes de vida juveniles.

𝗘𝗹 𝗮𝗹𝗰𝗮𝗹𝗱𝗲 𝘁𝗶𝗲𝗻𝗲 𝗿𝗮𝘇𝗼́𝗻 𝗮𝗹 𝗽𝗿𝗲𝗼𝗰𝘂𝗽𝗮𝗿𝘀𝗲. 𝗣𝗲𝗿𝗼 𝗹𝗮 𝗰𝗶𝘂𝗱𝗮𝗱𝗮𝗻𝗶́𝗮 𝗲𝘀𝗽𝗲𝗿𝗮 𝗺𝗮́𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝗽𝗿𝗲𝗼𝗰𝘂𝗽𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻: 𝗲𝘀𝗽𝗲𝗿𝗮 𝗰𝗼𝗵𝗲𝗿𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮. Si queremos que los padres no suelten a sus hijos, también necesitamos que la institucionalidad no suelte a las familias. Y eso se hace desde el aula, el parque, la JAC, el colegio, la iglesia, el deporte, el arte… no solo desde el dron o la patrulla.


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Seguridad sin comunidad es represión. Convivencia sin justicia es frustración. Prevención sin inversión es discurso vacío.

Ojalá la correría del fin de semana como otras tantas no queden como anécdota. Que se convierta en punto de partida para 𝗿𝗲𝗼𝗿𝗶𝗲𝗻𝘁𝗮𝗿 𝗲𝗹 𝗺𝗼𝗱𝗲𝗹𝗼 𝗱𝗲 𝘀𝗲𝗴𝘂𝗿𝗶𝗱𝗮𝗱 𝗹𝗼𝗰𝗮𝗹, con enfoque de derechos humanos, memoria, dignidad y oportunidad.

𝑃𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑀𝑜𝑐𝑜𝑎 𝑛𝑜 𝑠𝑒 𝑐𝑢𝑖𝑑𝑎 𝑠𝑜𝑙𝑎. 𝐿𝑎 𝑐𝑢𝑖𝑑𝑎 𝑒𝑙 𝐸𝑠𝑡𝑎𝑑𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎 𝑔𝑒𝑛𝑡𝑒. 𝐿𝑎 𝑐𝑢𝑖𝑑𝑎 𝑙𝑎 𝑝𝑎𝑧 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑠𝑒 𝘩𝑎𝑐𝑒 𝑣𝑖𝑑𝑎.

*Consejero de Paz – Afiliado al CNP


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