

Por: Alexander Africano
𝙐𝙣 𝙩𝙚𝙧𝙧𝙞𝙩𝙤𝙧𝙞𝙤 𝙢𝙖𝙧𝙘𝙖𝙙𝙤 𝙥𝙤𝙧 𝙡𝙖 𝙜𝙪𝙚𝙧𝙧𝙖 𝙮 𝙡𝙖 𝙚𝙭𝙘𝙡𝙪𝙨𝙞𝙤́𝙣
El Putumayo es una región que ha vivido en carne propia los estragos del conflicto armado, el abandono estatal y la exclusión social. A lo largo de su historia, ha sido escenario de confrontaciones entre grupos armados, militarización, desplazamiento forzado y crisis humanitarias que han golpeado con más fuerza a las comunidades indígenas, campesinas y afrodescendientes.
Sin embargo, también ha sido cuna de resistencias, de lucha por la dignidad y de construcción de paz desde los territorios. A pesar de los esfuerzos de la sociedad civil y de los acuerdos de paz firmados, las deudas del Estado con el Putumayo siguen siendo inmensas.
Hoy, 18 de marzo de 2025, en el marco de la Marcha Nacional de las Reformas, el Putumayo se moviliza no solo para respaldar los cambios sociales propuestos por el Gobierno, sino para exigir que la paz deje de ser un discurso y se convierta en una realidad palpable en la vida de sus habitantes.
𝙇𝙖𝙨 𝙧𝙚𝙛𝙤𝙧𝙢𝙖𝙨 𝙘𝙤𝙢𝙤 𝙗𝙖𝙨𝙚 𝙥𝙖𝙧𝙖 𝙪𝙣𝙖 𝙥𝙖𝙯 𝙧𝙚𝙖𝙡 𝙮 𝙙𝙪𝙧𝙖𝙙𝙚𝙧𝙖
El Gobierno del Cambio ha impulsado reformas en sectores clave como la salud, la educación, el trabajo y las pensiones. Pero más allá del debate político, estas reformas tienen una conexión directa con la construcción de paz en Putumayo. ¿Por qué? Porque sin inversión social, sin oportunidades y sin derechos garantizados, la paz es imposible.
Reforma a la salud: En muchas zonas del Putumayo, el acceso a la salud sigue siendo un privilegio y no un derecho. Hospitales sin insumos, largos desplazamientos para recibir atención y la falta de especialistas son realidades que afectan a la población. La paz no es solo dejar de disparar; es también garantizar que un niño indígena no muera por enfermedades prevenibles o que una madre campesina pueda recibir atención digna durante el parto.
Reforma agraria y derechos territoriales: Putumayo es un departamento de vocación agrícola, pero los campesinos siguen enfrentando problemas de acceso a la tierra, créditos y apoyo estatal. La concentración de tierras y la falta de garantías para la producción campesina han sido causas estructurales del conflicto. Sin una reforma agraria que garantice tierra y condiciones dignas para quienes la trabajan, la paz seguirá siendo frágil.
Educación para la paz: La juventud del Putumayo necesita oportunidades. Muchos jóvenes aún ven en la guerra una opción ante la falta de empleo, educación y proyectos de vida dignos. La reforma a la educación y la inversión en universidades públicas como el ITP pueden marcar la diferencia en la construcción de un futuro en el que las armas no sean la única alternativa.
𝙀𝙡 𝙥𝙖𝙥𝙚𝙡 𝙙𝙚 𝙡𝙖𝙨 𝙘𝙤𝙢𝙪𝙣𝙞𝙙𝙖𝙙𝙚𝙨 𝙚𝙣 𝙡𝙖 𝙘𝙤𝙣𝙨𝙩𝙧𝙪𝙘𝙘𝙞𝙤́𝙣 𝙙𝙚 𝙥𝙖𝙯
La paz en Putumayo no ha sido una concesión del Estado ni de los grupos armados; ha sido una construcción desde abajo, impulsada por comunidades indígenas, campesinas y afrodescendientes que han defendido su territorio, su cultura y su derecho a vivir en paz.
Los diálogos de paz con diferentes actores armados han sido un paso importante, pero no pueden quedarse en el papel. Las comunidades han exigido una paz con justicia social, con garantías de derechos y con respeto a sus formas de vida.
La movilización de hoy refleja esa lucha. Indígenas, campesinos, jóvenes, organizaciones sociales y comunidades afrodescendientes están en las calles para recordarle al país que la paz no se decreta desde un escritorio, sino que se construye garantizando condiciones de vida dignas para todos.
𝙋𝙪𝙩𝙪𝙢𝙖𝙮𝙤 𝙙𝙞𝙘𝙚 𝙉𝙊 𝙖 𝙡𝙖 𝙢𝙞𝙡𝙞𝙩𝙖𝙧𝙞𝙯𝙖𝙘𝙞𝙤́𝙣 𝙘𝙤𝙢𝙤 𝙪́𝙣𝙞𝙘𝙖 𝙧𝙚𝙨𝙥𝙪𝙚𝙨𝙩𝙖
Históricamente, la respuesta del Estado al conflicto en Putumayo ha sido la militarización. Sin embargo, la experiencia ha demostrado que más armas y soldados no solucionan los problemas estructurales.
El enfoque de seguridad debe cambiar. La inversión social, el fortalecimiento de la justicia, el respeto por los derechos humanos y la generación de oportunidades son las verdaderas estrategias para la seguridad y la paz en el Putumayo.
𝗖𝗼𝗻𝗰𝗹𝘂𝘀𝗶𝗼́𝗻: 𝗟𝗮 𝗺𝗮𝗿𝗰𝗵𝗮 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝘂𝗻 𝗴𝗿𝗶𝘁𝗼 𝗱𝗲 𝗲𝘀𝗽𝗲𝗿𝗮𝗻𝘇𝗮 𝘆 𝗲𝘅𝗶𝗴𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮
La Marcha Nacional de las Reformas no es tan solo un respaldo a un gobierno, sino un grito de exigencia de las comunidades que han sido históricamente olvidadas. En Putumayo, esta movilización es una declaración de que la paz no puede ser un simple discurso; debe materializarse en salud, educación, tierra, empleo y derechos garantizados para todos.
Hoy, las calles de Mocoa y de todo el país son testigos de un pueblo que no se resigna, que no olvida y que sigue luchando por una Colombia donde la paz no sea solo la ausencia de guerra, sino la presencia de justicia social.
¡𝗤𝘂𝗲 𝗹𝗮 𝗺𝗮𝗿𝗰𝗵𝗮 𝗱𝗲 𝗵𝗼𝘆 𝘀𝗲𝗮 𝘂𝗻 𝗽𝗮𝘀𝗼 𝗺𝗮́𝘀 𝗲𝗻 𝗹𝗮 𝗰𝗼𝗻𝘀𝘁𝗿𝘂𝗰𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗽𝗮𝘇 𝗰𝗼𝗻 𝗱𝗶𝗴𝗻𝗶𝗱𝗮𝗱 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗣𝘂𝘁𝘂𝗺𝗮𝘆𝗼 𝘆 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝘁𝗼𝗱𝗮 𝗖𝗼𝗹𝗼𝗺𝗯𝗶𝗮!
*Consejero de Paz Departamental – Egresado ITP.
