Historia para Leguizameños y Leguizameñas (35)

Publimayo

John Elvis Vera Suarez

  • INVASION

“Los territorios del Sur eran para Colombia una leyenda y para el Perú y el Brasil una realidad económica apreciada por estas dos naciones para la colonización de extensos territorios en los cuales nuestra presencia era simplemente nominal. A principios de esta Centuria, el Brasil intensificaba su penetración por el río Amazonas arriba y el Perú mantenía desde Iquitos un centro de irradiación de su influencia hacia el Norte en las caucheras del Putumayo y Caquetá a costa nuestra. La Casa Arana representaba el interés peruano en territorios que sinceramente creíamos nuestros.

Elvis Vera

… Como el Estado colombiano no se hacia presente, la Peruvian Amazon Co. Hizo el empleo inmisericorde de las tribus indígenas, llegándose a suscitar una investigación y reclamación inglesa al Gobierno del Perú, que puede seguirse en las dos obras intituladas “El Libro Rojo del Putumayo” publicado originalmente en Londres y “Las crueldades de los peruanos en el Putumayo y en el Caquetá” de Vicente Olarte Camacho.”[i]     

“El factor importante en la disputa por estas tierras de “todos”, era la verdadera ocupación y colonización peruana de los territorios del Putumayo a través de empresas caucheras (de las cuales la principal era la infame “casa Arana”), de haciendas azucareras y de asentamientos de colonos. En Colombia, como siempre, se escribían artículos de impecable gramática y se sacaban a relucir tratados y leyes en floridas, y rimbombantes alocuciones en el congreso, para ejercer la soberanía en esos territorios olvidados, mientras Perú los colonizaba y los explotaba.


Publimayo

Una de las primeras actividades emprendidas por el gobierno colombiano tras la ratificación del tratado de límites con el Perú fue organizar la colonización de las regiones ya definidas como colombianas y proceder a ejercer soberanía sobre ellas. El mecanismo adoptado fue emprender una colonización dirigida por el ejército, que se llamó la colonización militar. Las acciones de esta empresa titánica se realizaron entre 1930 y 1932 a través del grupo dirigido por el coronel, futuro general, Luis Acevedo.

Con los precarios recursos que le asignó el gobierno, el grupo creó varias colonias militares enclavadas en puntos estratégicos de la frontera, desarrolló labores agrícolas, construyó trochas para una primera e incipiente comunicación entre el Caquetá y Putumayo, y comenzó a organizar la navegación por ellos, con la colaboración del ministerio de industrias, también participante en el programa de colonización, a asentar colonos de Nariño y Huila, y a atraer y proteger a la población indígena para comenzar a “colombianizar” las regiones olvidadas.

Los resultados de la colonización, dada la magnitud de la empresa y la escasez de recursos, fueron aceptables y la labor se desempeñó con eficiencia. Gracias a ella, cuando sobrevino el conflicto de Leticia, se contaba al menos con puestos militares de avanzada a lo largo del Putumayo y había ya unos pocos colombianos residentes en zonas que antes habían sido de influencia peruana, lo que facilitó la actividad militar que se desarrolló durante el conflicto.”[ii]

1932


Publimayo

Febrero.

El Ministerio de Guerra, ordena trasladar a El Encanto, sobre el Río Putumayo, la guarnición de 36 soldados que se hallaban acantonados en Leticia.[iii]

1932

Febrero 12.

Resolución 31.

El Ministerio de Industria a través de esta medida busca fomentar la colonización en la Amazonia.  Ordena al médico designado para la zona del Caquetá, el Putumayo y Amazonas, para que, aparte de atender sus enfermos, se encargue de difundir “las leyes sobre baldíos, sobre conservación de bosques nacionales y aguas de uso público, que atienda el servicio meteorológico y hasta ¡que fomente los cultivos!, de todo lo cual, estamos seguros, el galeno no tenía ideas.”[iv] 

1932

Abril 5.

Las observaciones del oficial de sanidad Cajíao Candia en su libro “El Putumayo y le conflicto Colombo Peruano” nos dejan ver el panorama sanitario deplorable de los colonos que desde los Andes habían llegado unos cuantos años antes:

La colonización acelerada de la Amazonia por estos hombres, mujeres y niños, pobres e ignorantes creó en ella condiciones de riesgo para la tropa que llegaría allí a partir de 1930.  

Al llegar a Caucaya… la encontraron habitada por 200 personas, entre indígenas y colonos, afectados por el hambre.

En agosto de 1932 de 100 colonos de La Tagua 80 tuvieron malaria “En estos tambos de La Tagua, cerca de 80 colonos sufren los rigores de una epidemia de malaria; la mayoría están recién llegados del interior con sus familias”.

En ese mes de agosto de 1932 las colonias militares en la Amazonia estaban constituidas así: Puerto Ospina, 15 soldados y 80 colonos, Caucaya, 100 hombres de tropa y 200 colonos, La Tagua, 15 soldados y 100 colonos, El Encanto, 50 soldados, varios suboficiales y 60 colonos, Leticia, 15 agentes de policía, 100 habitantes colombianos y 200 peruanos.

En esas colonias se intentó llevar una labor agrícola, se incentivó el cultivo de pastos para el fomento de la ganadería y se constituyeron habitaciones para facilitar el alojamiento de poscolonos procedentes de Nariño y Huila.

Semejante colonización con gentes ignorantes, desarrapadas, descalzas y pésimos hábitos higiénicos, llegados allí por las apremiantes necesidades geopolíticas de la nación sobre la Amazonia, aumentaron en ella las condiciones que ya trata de tiempo atrás para convertirse en un predio de favorables condiciones para las enfermedades de la pobreza, mal llamadas en el trópico, “tropicales”.

Se llegó a la guerra colombo-peruana después de un ciclo cauchero signado por la violencia y de una colonización cargada de muchísimas condiciones favorables para las enfermedades de la pobreza y la suciedad.

Un centro, un corazón, es decir los andes Nacionales, con una historia de suciedad, pobreza, violencia e ignorancia, no podía aportar al resto del cuerpo nacional otra cosa sino eso. La Amazonia recibió la heredad del resto de la Nación.”[v]

1932

Septiembre 1 (jueves). 

Peruanos toman por asalto a la población de Leticia sin encontrar resistencia.  Se inicia con esto el “Conflicto Colombo – Peruano”.[vi] Esto se producía sin que la inmensa mayoría de los colombianos supieran que pasaba con los territorios amazónicos. El Ministro Plenipotenciario de Colombia en la ciudad de Lima (Perú), Fabio Lozano y Lozano, desde meses atrás había advertido sobre los rumores de una invasión. Las dos cañoneras que poseía Colombia, “Cartagena” y “Santa Marta”, se hallaban en Caucayá.[vii].

“Al producirse el incidente no había tropas colombianas. Teníamos la idea de que los tratados públicos bastaban por sí solos para mantener la integridad del territorio colombiano y sin suponer que pudiera presentarse siquiera un conato de invasión. El Ministro de Guerra, Carlos Arango Vélez, admitió haber contemplado esa eventualidad y, paradójicamente, ordenó el retiro de los treinta y cinco soldados que integraban la guarnición de Leticia. “Yo ordené, escribió Arango Vélez, el repliegue de la guarnición de Leticia – de los treinta y cinco soldados que había en Leticia – al Puerto de El Encanto, no porque no temiese (como algunos ingenuos dicen o creen), sino precisamente porque temía el asalto peruano a nuestro caserío amazónico”.

“En Bogotá y las ciudades grandes y pequeñas del país existía a todas horas una manifestación ambulante de patriotas y las señoras depositaban sus alhajas familiares en el Banco de la República para contribuir a la defensa nacional. Jóvenes “filipichines” como se les llamó entonces, iban a la Escuela Militar de San Diego, donde hoy es el Hotel Tequendama, para recibir instrucción militar. En el Perú, el Presidente Luis Sánchez Cerro, asevera en un principio que todo era “la obra del comunismo” y las autoridades no tenían nada que ver en el asunto, aceptando al propio tiempo las exaltadas manifestaciones nacionalistas de Iquitos para la recuperación de Leticia.”

“… ni en Leticia, ni en Tarapacá existía guarnición y nuestras dos cañoneras “Cartagena” y “Santa Marta” estaban en el Alto Putumayo, en Caucayá.”

“En septiembre de 1932, Colombia sólo tenía tres cañoneras de río, construidas en Inglaterra, armadas cada una con un cañón de 75 mm, y algunas ametralladoras; de estas cañoneras dos estaban en el Alto Putumayo y la otra en Cartagena<, pero todas carecían de municiones para los cañones y las ametralladoras; las que estaban en el Putumayo carecían de combustible, petróleo, para poderse mover.”

“Toda esta falta de preparación militar era pública y notoria; se justificaba porque Colombia carecía de enemigos. Nuestra aviación era del todo deficiente, había que recurrir a elementos extranjeros.  “ [viii]

1932

“El gobierno colombiano buscó apoyo de la Sociedad Alemana de Transporte Aéreo, SCADTA, para reforzar su incipiente aviación. La empresa puso a disposición del Ejército Colombiano dos aviones Yunkers F13, el Boyacá Y el Cúcuta, numerados 202 y 203, un Yunker W3 y un bote volante Dornier Wal, cediendo además a su jefe de pilotos, el veterano de guerra el Alemán Herbert Boy, y a los pilotos José Forero y Hans Werner Van Engel, para organizar el reclutamiento y entrenamiento de pilotos, el esfuerzo de apoyo logístico y la armada de los aviones civiles. Así, el 3 de septiembre llegó a Caucaya el Hidroavión Cúcuta,”[ix]  

1932

Septiembre 3 (4?).

“Un Junkers 13 (piloteado por el alemán Hans Werner von Engel), acuatizó sin que nadie lo esperara en el río Putumayo, frente a la guarnición de Caucayá, el 3 (4?) de septiembre de 1932. En él viajaba el coronel Luis Acevedo. Era la primera vez que un avión colombiano llegaba a ese sitio y sin duda causó sorpresa la presencia del coronel que antes había dirigido la colonización militar de los territorios que correspondieron a Colombia a raíz del tratado Salomón-Lozano. En el Puerto estaba la lancha peruana Wayna-Capac, que era en realidad un buque de transporte, comandada por oficiales del ejército de ese país. El coronel Acevedo saludó al teniente Pinzón Forero comandante del pequeño puesto militar colombiano y, discretamente, sin que los tripulantes de la lancha se dieran cuenta, le informó sobre la toma de los peruanos del puerto de Leticia, objeto principal de su repentino viaje.

Apenas el coronel despegó hacia Puerto Asís y siguiendo sus instrucciones, el teniente Pinzón organizó la captura del buque peruano. Subió a bordo, con escolta, con el pretexto de despedir a la tripulación que ignoraba por completo lo acontecido en Leticia, la sometió y la aprisionó, explicando las razones para ello. La lancha quedó bajo control colombiano, con marineros peruanos, y fue usada junto con la Sinchi-Roca, capturada en forma similar, al día siguiente, en Puerto Asís, como transporte de tropas durante el conflicto con el vecino del sur.”[x]

1932

Septiembre 9. 

“En Colombia la primera reacción vino de los comunistas. Ellos consideraban que lo de Leticia era apenas la agresión de un dictador, en la cual no tenía ninguna responsabilidad su pueblo. En el periódico “Tierra”, órgano central del partido comunista, en la edición del 9 de septiembre, declararon la voluntad de luchar con sus similares peruanos para evitar la guerra entre los dos pueblos hermanos. La declaración sirvió para que fueran perseguidos bajo acusación de ser agentes peruanos” y que el susodicho “Tierra” fuera prohibido por decreto del gobierno seis días después. O sea, el 15 de septiembre.”[xi]  

1932

Septiembre 11.

Decretos 1475 y 1503. 

El gobierno colombiano declara turbado el orden público en la intendencia del Amazonas y en las Comisarías del Caquetá y el Putumayo. Cuatro días después nombra como Jefe Civil y Militar de estos territorios al general Amadeo Rodríguez.[xii]

1932

Ley 12.

“El Congreso ordenó la emisión de un empréstito interno por diez millones para la defensa. Esta decisión del Congreso le posibilitó al Ejecutivo autorizar al delegado plenipotenciario de Colombia en Francia, el veterano de la Guerra de los Mil Días General Alfredo Vásquez Cobo, diligenciar la compra y armada de buques a partir de los primeros días de septiembre, convencido como estaba el gobierno que la forma más rápida y más segura de llegar a Leticia era a través del Océano Atlántico y el río Amazonas.

La aproximación al sur, a la Amazonia, se definió por tres vías de comunicación: Pasto, Sibundoy, Mocoa, Guamuez, Puerto Asís por 315 kilómetros de camino de herradura; Baraya, Neiva, Gigante, Garzón, Guadalupe, Gabinete, Florencia y Venecia por 127 kilómetros de camino de herradura seguidos por 250 kilómetros de navegación por los ríos Orteguaza y Caquetá hasta La Tagua y de La Tagua a Caucaya, 25 kilómetros de trocha. La tercera vía de comunicación fue la de Barranquilla por el Océano Atlántico hasta Belem del Pará hasta la desembocadura del río Amazonas y de allí a Leticia por el río Amazonas. La primera vía, desde Pasto a Puerto Asís, se hacía en 7 días; la segunda desde proximidades de Neiva hasta Caucaya se recorría en más o menos 17-18 días; la tercera desde Puerto Colombia a Leticia se navegaba entre 15 o 20 días.

De Caucaya a Tarapacá en 7 días de navegación, de Tarapacá a las bocas del Putumayo en un día y de allí a Leticia en 2 días. La navegación entre Puerto Asís y Caucaya se hacía en cañoneros de la época en 3 días.”[xiii]  

1932

Septiembre 15.

“…llegó el primer refuerzo a Caucaya, de 100 fusileros y un pelotón de ametralladoras pesadas, ascendiendo así a 350 militares en ese puesto. El contingente llegó después de varios días de camino a marchas forzadas por la línea de comunicación Florencia – Caucaya, soportando las fatigas, las picaduras de insectos y los calores que favorecieron “las úlceras fagedénicas del trópico… (y) úlceras penetrantes y fétidas, que producen intensos dolores y graves accidentes tardíos”.

En septiembre de 1932, por las condiciones creadas por la llegada de la tropa de infantería, la  presencia de los obreros de la vía de La Tagua – Caucaya y los pasajeros y tripulantes de los hidroaviones, en frecuentes visitas, estalló en Caucaya “La gripe en forma hipertóxica, se está extendiendo al personal de la tropa llegado recientemente: este azote se presenta periódicamente en la región amazónica haciendo estragos entre los indios principalmente; ahora el alto Putumayo está infestado y en Caucaya ha favorecido el desarrollo de la enfermedad, la aglomeración y las malas condiciones de vida. Las tropas se alojan mal, la dificultad de los transportes demora los víveres, dando lugar a que muchos días la ración alimenticia por hombre sea totalmente insuficiente.

El hacinamiento de personal en los pocos tambos habitables de piso de yaripa y mal empajados, sin mosquiteros, donde libremente penetran los zancudos y las ráfagas de aire y lluvia, hace que cualquier enfermedad tome agravantes caracteres; de ahí que la gripe haya invadido el 50% de la población. La sanidad ha hecho lo posible: día y noche hemos recorrido los cuarteles, distribuyendo los pocos medicamentos de que disponemos.

En tanto el rigor de la guerra se sentía tempranamente en el Putumayo, aún sin combatir, el Gobierno nacional, a través del General Vásquez Cobo, preparaba y organizaba una armada hasta ese momento prácticamente inexistente.”[xiv] 

1932

Octubre 11.

En cablegrama enviado por Vázquez Cobo al Presidente Olaya Herrera, haciendo referencia a la adquisición de embarcaciones para la guerra, exponía: “..las tres lanchas cañoneras “Cartagena”, “Santa Marta”, “Barranquilla”, de cuarenta y cinco metros de largo, siete metros ancho, armadas cada una con un cañón de setenta y cinco milímetros, y cuatro ametralladoras, costaron, en 1930, en total, quinientos ochentaicuatro mil dólares, o sea ciento noventa y cinco mil dólares cada una, lo que forman un total general de ochocientos veinticinco mil dólares gastados en naves de guerra que desgraciadamente hoy día no pueden solas, prestar mayor servicio defensa país.”[xv]  

1932

Octubre 18.

“…por el decreto reversado 1745, se crearon los Destacamentos Amazonas y Putumayo con la decisión del Presidente Olaya Herrera, el Ministro de Guerra, Carlos Uribe Gaviria, el estado mayor del ejército y la asesoría del general (r) chileno Francisco Díaz, de atacar en acción convergente a los peruanos en los ríos Putumayo y Amazonas.

Quedaron como comandantes del Destacamento Amazonas el General Alfredo Vásquez Cobo y del Putumayo el Coronel de Infantería Roberto D. rico, que hasta esa fecha ejercía la Jefatura de Fronteras.

El destacamento Putumayo contó inicialmente con una plana mayor, un batallón de infantería de 630 hombres, los hombres de las bases de la isla Chamaco (diagonal al frente Peruano de Guepí), Puerto Ospina, Puerto Asís. Florencia, El Encanto, Caucaya, La Tagua y La Pedrera, y los dos cañoneros, el Santa Marta y el Cartagena, y las lanchas Sinchi Roca y Huayna Capac.”[xvi]   

1932

“La historia de la unidad militar Grupo Aéreo de Sur de la FAC se remonta al año de 1932, cuando se desarrolló el conflicto del sur con el hermano país del Perú, como consecuencia de la invasión de que fueron objeto Leticia y Tarapacá, el primero de septiembre de ese año, por tropas peruanas.

La inesperada situación obligó al Gobierno colombiano, en cabeza del entonces presidente Enrique Olaya Herrera, a enviar todos los recursos disponibles al sur, constituyéndose así, por orden del coronel Luis Acevedo Ruiz, la Flotilla Aérea Unificada del Sur, con sede inicial en Puerto Caucaya y poco tiempo después en Puerto Boy. Acevedo Ruiz era jefe de pilotos en ese momento y quien con sacrificio y valentía prestó todos sus conocimientos y habilidades para sortear con éxito el conflicto.

Desde su creación como base aérea auxiliar, ha sido objeto de muchas modificaciones y el lugar actual y su nombre fueron resultado de la desactivación de las bases auxiliares de Flandes; de Puerto Caucaya – hoy Puerto Leguízamo -; de Igaraparaná, sobre el río del mismo nombre y cerca del actual Puerto Arica; de Puerto Boy sobre el Caquetá y cerca de Curiplaya; y de Potosí sobre Orteguaza.

Concluido el enfrentamiento con el Perú, el Gobierno colombiano vio la necesidad de crear y mantener una base estable en la región que respondiera a los requerimientos de soberanía y tareas asociadas en el interior del país.

De esta manera el (martes) 17 de octubre de 1933 se crea la Unidad de manera oficial, conservando sus instalaciones en Puerto Boy. El (viernes) 25 de febrero de 1938, ya bajo la presidencia de Alfonso López Pumarejo se dispuso que la unidad pasara a depender directamente de la Dirección General de Aviación con la misión primordial de prestar todos los servicios de transporte aéreo en la región, sin descuidar el entrenamiento de las tripulaciones y de la tropa.

Un poco más tarde, el Decreto 820 del (lunes) 17 de abril de 1939 dispuso el traslado definitivo de la Unidad al lugar en el que hoy se encuentra, que aproximadamente se sitúa a treinta minutos de Florencia en Beaver.”[xvii]

1932

El traslado de tropas cuyos miembros procedían de Boyacá, Cundinamarca, del Tolima, del Huila, y aun de la costa atlántica, significó un nuevo momento epidémico para las regiones del Caquetá y el Putumayo.  Y es notorio en los partes médicos de esos años el resurgimiento de enfermedades como la sífilis, el paludismo, la fiebre tifoidea y las enfermedades venéreas a lo largo de la ruta que las tropas siguieron desde Neiva, pasando por Florencia, Tres Esquinas, La Tagua y Puerto Caucaya.   El ingreso y la permanencia de las tropas, incluso hasta el año de 1934, generó una ostensible presión sobre los reductos de población indígenas en aquella región y sobre todo, una presión sobre la población femenina nativa hasta el punto que los médicos militares recomendaron la contratación de prostitútas para satisfacer las necesidades de la tropa llevándolas “al frente de batalla”, o por lo menos estableciéndolas en centros como Florencia.

Es coherente manifestar entonces que episodios de prosperidad como los de la quina y el caucho, y más tarde como el del conflicto con el Perú, fueron causales fundamentales de coyunturas epidémicas, pero, sobre todo, de significativos declives demográficos de la población indígena, al ritmo del crecimiento de los emigrantes blancos. [xviii]

1932

Noviembre 14.

“La demanda de medicamentos y equipos sanitarios era grande en noviembre de 1932, lo que hizo que el Ministro de Guerra, Uribe Gaviria, le enviara al comandante del Destacamento Putumayo, Coronel Rico, la siguiente información:” Todos nuestros esfuerzos han sido encaminados a dotar las tropas del Destacamento con todos los elementos indispensables para combatir las enfermedades de esa región y en lo posible prevenirlas. Mañana partirá un avión con una cantidad apreciable de medicina, un filtro para agua, de buena capacidad y muchos otros elementos que le serán de gran utilidad.”[xix] 

1932

Noviembre 30.

“Las fuerzas colombianas en la zona del Putumayo estaban así, según parte telegráfico de su comandante:

Caucaya:                          31 Oficiales de Guerra, 5 Auxiliares, 613 individuos de tropa.

El Encanto:                      2 Oficiales, 22 soldados de tropa.

Puerto Ospina:                 4 Oficiales, 79 soldados.

Chamaco:                         2 Oficiales, 57 soldados.

Total, en el Putumayo: 815 individuos combatientes, sin incluir la guarnición de Puerto Asís.

La Tagua:                         3Oficiales, 93 soldados.

Potosí:                             4 Oficiales, 77 soldados.

                        Total: 177, excluyendo la guarnición de Florencia y las tropas empleadas en el servicio de transporte.

En los sitios como Chamaco, río arriba de Caucaya, no hubo ningún tipo de comodidades como si las pudo haber río arriba en Puerto Ospina: “allí existían casas amplias, cómodas para cuarteles y varios cultivos…, los demás sitios eran pequeños desmontes donde los soldados debían improvisar ranchos de paja para guarnecerse de la intemperie”.[xx]   

1932

Diciembre.

“…se presentó una epidemia de paludismo en Caucaya, que afectó al 18% del total de hombres que se encontraban allí, que obligó a evacuar de ese puesto a Puerto Asís en la lancha Sinchi Roca, los casos más graves, 50.”[xxi] 

1932

“…el Conflicto Colombo-Peruano obligaría al traslado de tropas a la región con el propósito de enfrentar la guerra. Un buen número de médicos, de enfermeros, de enfermeras y de auxiliares atendieron la “ruta militar” y establecieron hospitales de campaña. La labor sanitaria realizada por el personal médico y paramédico fue exitosa en cuanto a la atención de los enfermos y en cuanto al control de los posibles brotes epidémicos. No obstante el importante trabajo sanitario adelantado por destacados médicos de entonces, los informes sanitarios del frente de guerra registraron la sífilis, el paludismo, la fiebre amarilla, la gripe, la diarrea, la tifoidea, la disentería (y parásitos intestinales) y las enfermedades de la piel como las más frecuentes.”[xxii]  

Los médicos Enrique Enciso y George Bevier, recomiendan la instalación de Casas de Lenocinio en Florencia y Puerto Asís, para atender las necesidades de las tropas.[xxiii]    Al parecer por lo menos en La Tagua y Puerto Caucaya, se puso en práctica dicha recomendación.  

“Al terminar su inspección, la comisión sanitaria de los doctores Enciso y Bevier en sus resúmenes concluyó, entre otras cosas:”Se deberían preferir los hospitales de Caucaya, La Tagua y Potosí al de la Primavera (Venecia), terminando pronto su construcción”. “Como no es ni el clima, ni el agua, ni la selva lo peligroso para la salud del hombre, sino las condiciones de vida que lo rodean en sus habitaciones, deberían tomarse muy en serio las preocupaciones aconsejadas con respecto al agua, a las letrinas, a la preparación de alimentos y al control de mosquitos.”[xxiv]

1932

“A finales de 1932, la Armada Nacional había renacido después de muchos años de su práctica inexistencia y de haber sufrido un proceso de extinción gradual después de su protagonismo en la guerra de independencia; la fuerza aérea, reactivada y fortalecida gracias a la colaboración de SCADTA, en cuatro meses, según le comunicó su comandante, coronel Luis Acevedo, en enero del 33 al general Vásquez en Manaos, tenía una base principal en La Pedrera y dos más en Caucaya y El Encanto con 23 hidroaviones de diferentes modelos, 13 pilotos de los cuales 9 alemanes y 4 colombianos, 7 observadores y 17 mecánicos.”“[xxv]  

1933

Enero 2. 

El Delegado de Colombia ante la Sociedad de las Naciones, informa a dicha Organización Internacional, sobre los acontecimientos que han conllevado al conflicto con el Perú. El 14 del mismo mes, el Presidente del Consejo de la Sociedad de las Naciones, solicitaba a las partes, aportar información completa sobre la confrontación y sus razones.  El día 26 de enero fue discutido el tema en la sesión del Consejo de este organismo internacional [xxvi]

1933

Enero 4.

En el Memorándum Nº 4. Sobre el Plan de operaciones, expone entre otros puntos:

“Caucayá y El Encanto (bases importantes de comunicaciones i de abastecimiento) deben quedar ocupadas por guarniciones fortificadas i reforzadas con artillería (ocho cañones Bange con la munición correspondiente). A las fuerzas de aviación de combate, reunidas en La Pedrera y basadas en este punto, en Caucayá i en El Encanto, les corresponderá apoyar primeramente a la expedición marítima, en su ataque a Tarapacá i en seguida, al destacamento del Putumayo. Los aviones de observación deben estar, por partes iguales, a disposición de la expedición i del destacamento, para hacer el servicio permanente que les corresponde.”

        (Fdo.) F. J. Díaz.  “General, asesor del Ministerio de Guerra”   

1933

Enero 4.

En cablegrama enviado por el Coronel Roberto D. Rico, Comandante del Alto Putumayo, con base en Puerto Caucaya, al General Alfredo Vázquez Cobo, expone entre otros: …“Le informo que desde septiembre pasado a esta fecha no ha ocurrido en el Putumayo, a partir de El Encanto a Puerto Asís, nada anormal, lo quiere decir que todos los territorios de la banda izquierda del río están en nuestro poder. El Gobierno del Perú ha aumentado sus guarniciones de Puerto Arturo y de Güepí, la primera más o menos con 500 hombres y la segunda con 100, según noticias informales que por diferentes conductos he recibido.”[xxvii] 

1933

Enero 8.

El Ministerio de Guerra, su Departamento Nº 8, Dirección General de Aviación. En documento firmado por Luis Acevedo, relaciona sus aviones designados a Caucayá y Curiplaya (Puerto Boy): Tres (3) Wal, un (1) Hawk, un (1) Osprey, un (1) Curtiss, tres (3) K-43, dos (2) Junkers, un (1) Hamilton.[xxviii]  

“Mientras la expedición del Amazonas avanzaba por el río, el Destacamento Putumayo luchaba por mantener servible la trocha La Tagua – Caucaya, abrir una entre Puerto Pizarro – El Encanto, ubicar hombres en Montclar y Peña Blanca y reforzar la guarnición de la isla de Chavaco enfrentando serios problemas logísticos de alimentación, vivienda y medicamentos que el gobierno trató de solucionar como consta en informe del Ministro de Guerra al recibir comunicación del comandante de Destacamento sobre el estado de salud de los hombres de Montclar y Chavaco.”[xxix]

1933

Enero 14.

“El vuelo a Manaos fue extraordinario. Boy y el coronel Acevedo salieron de Flandes el 14 de enero de 1933 e hicieron escalas en Puerto Boy (la base aérea improvisada en el Caquetá, entre la desembocadura del Orteguaza y La Tagua), en la Pedrera, también sobre el Caquetá cerca de la frontera con Brasil y en una isla en la confluencia de este río con el Amazonas, hasta donde los acompañó otro avión militar que los aprovisionó y dejó allí combustible para el regreso.  

El radio de acción del Junkers 202 de la aviación militar, el antiguo “Cúcuta” de la SCADTA, que ya tenía casi siete años de uso, era de unos de 600 kilómetros, lo que obligó a Boy a hacer escalas, y a situar combustible para el regreso en la isla intermedia entre la Pedrera y Manaos, para el vuelo de 17 horas que tomó dos días en cada sentido. El viaje de vuelta se hizo con las mismas escalas, aunque Boy y Acevedo siguieron hasta Bogotá el 18 de enero para dar parte de la misión al presidente Olaya. No sabe quien fue el copiloto del histórico vuelo, pero hay indicios de que fue von Engel, veterano ya de los cielos amazónicos.”[xxx]     

1933

Enero.

Carlos Lopez Narváez, inicia en Florencia su viaje a Puerto Caucaya, como “Auditor de guerra al Comando del Destacamento del Putumayo”, del cual describe entre otros lo siguiente:

“En angosta canoa – motor, bajo un rojo toldo que hacía más oscura el agua y ruborizaba las tocas, al día siguiente partimos de Venecia las cuatro religiosas, sus dos fámulas, un galeno virginal, y Ricardo Sánchez, un quijote siglo XX que llevaba navidad a los soldados de la selva, y el más bello corazón de hombre que haya palpitado junto al mío; este hombre se fue allá a ver quién se le moría sobre el pecho. Recuerdo que, habiéndosele estancado sus bultos en Garzón, me dejó hecha la lista del reparto para cuando llegasen los regalos a Caucaya. Yo le cumplí: el viernes santo entregué los últimos paquetes.” Pág. 17

“y un gran ajo que con gozosa autorización de la Madre Cecilia solté al desprender nuestra canoa de Puerto Boy, después de una noche miserable que los colombo-alemanes, nos dejaron pasar, tras de mil ruegos, debajo de los altos y confortables ranchos donde hasta bien tarde, cono acompañamiento de grafonola y vidrios, se oyó ganguear “Destuchland ubre alles…”Pág. 18

“Y fue así como pasamos dos noches entre San Antonio y Tres Esquinas, y entre Puerto Boy y La Tagua. Cuatro meses llevábamos ya de movilización al Sur, pero aún se dormía felices veces en la arena.” Pág. 19

Enero 18 (1933).

“Desembocamos en la última calle cuando nos despabiló el anuncio alegre del motorista:

-¡Caballeros, La Tagua!

Viró la canoa; embarrancó, acoderó. Excelente acogida. Ir y venir de arrieros y gentes, empeñados todos en conseguir mulengue para ir a dar a Caucaya ese mismo día.

El capitán del puerto y jefe de la guarnición era el negro Correa. Lo encontré delante de una recua, examinando, escogiendo, despachando con una voluntad y una alegría que edificaba.” Pág. 20

“Formábamos la caravana: Arango Uribe, Sánchez, Restrepo y Antolín. Los cronistas estaban ya horqueteados en sus enjalmas, camino de la frontera, de los descubrimientos y de las revelaciones. A la una de la tarde penetramos en la selva.

Y dele al talón y al silbo y al prójimo, cuatro horas largas a través de la maraña recién abierta para inventar una carretera. Los fangales los pasábamos a pie y a pico de cantimplora. A las cinco de la tarde, después de un tremendo chubasco, divisábamos el Putumayo.

Al coronar el filo de una pequeña altura donde termina el monte, asoma el paisaje adusto; una extensión abierta, despejada, como de cien o más hectáreas; el terreno bastante ondulado; la ranchería de yaripa y palmas, sobre estacones; al fondo el río, como de medio kilómetro de anchura, torvo y mudo, sin una sola entrada en la orilla derecha, amurallada por la manigua que antes bien se echa encima del agua como si quisiera borrar el lindero enredando sus lianas y bejucos en las ceibas y palmas de nuestro lado. Y todo encajado en el hosco y monótono marco, sin más callejón de salida que el mismo río.  Ahora recuerdo que cuando funcionaba en Florencia la Auditoría de Guerra, encargada de levantar y perfeccionar sumarios por delitos militares, se presentaron, de octubre a diciembre, tres o cuatro casos de deserción. En Caucaya, de enero a junio no ocurrió ninguno.

En el rancho más alto de la plazuela funcionaba el comando del Batallón Huila, distribuido en las guarniciones de Caucaya y La Tagua. La mula de tiro, y corrosca en mano, me di a buscar al Comandante; al punto lo reconocí: el prosopopéyico y dificultoso Jefe de un Estado Mayor despachado en octubre para organizar un servicio de etapas; el señor Teniente Coronel don (¡que no me vaya a faltar nada!) Javier Tovar y Tovar, blasonado por la simpatía popular putumaya con el apodo-parodia de “Saber Sobar y Sobar”.”Pág. 21-22

“…alojamiento en el Casino de la Plaza Mayor, hermoso edificio de madera y zinc construido por la Compañía de Colonización a órdenes de Bejarano.” Pág. 24

Fines de enero.

“Qué gran jefe y camarada, en uno, es Rico. Recibí sus instrucciones para poner a funcionar la Auditoría. Mi oficina al lado de la suya, en el más alto de todos los ranchos del caserío, domina desde el barandal, toda la extensión del aeropuerto, dos kilómetros entre dos islas pequeñas. En ese mismo rancho, al alcance de sus anteojos y de sus oídos –telescopio y micrófono- actúan: contaduría, botica y depósito de drogas, correo militar, almacén de vestuario, despensa y depósito de víveres. Y unos dos centenares de ratas.” Pág. 26.

“El médico es una hormiga arriera, de cuartel en cuartel, de la botica a las enfermerías, de rancho en rancho, de las guaras a los indios, y dirigiendo la construcción de un inmenso rancho de madera y paja que se llamará “Hospital María Teresa”. Y para todos alcanza. El rato que da tregua a pies y manos es para plantarle el ojo al microscopio y a la colección de agentes palúdicos.” Pág. 26

“Cayeron ya los primeros clientes de la Ley 84 de 1931, “Justicia Militar”, sindicados de abuso de confianza, de daño en propiedad ajena, de fuerza a las cosas, de violencia a las personas (y a las personitas), de hurto de pavos, pollos y lechonas en el camino de “El Diviso” a Puerto Asís, de gaznatones al Alcalde de Pasto, y de otras boberas. No se crea que se trata de guerrillas en fuga, como parece; nó, es del pelotón de Sanidad que entró a Nariño por Tumaco. Pero qué se quiere y qué se hace cuando los fondos de viaje y los auxilios de marcha se acaban primero que el hambre y la sed, y las quimbas y los carraos antes de llegar al sitio de destinación. Pues no hay más que mandar servir, y encaramarse en la recua o en los camiones que pasan vacíos, que después, a los perdidosos, Dios y la Patria se lo premien, y si nó, a Él y a Ella se lo demanden.”Pág. 28

“Martes 31.- A las once del mañana salió un avión piloteado por Boy. Patiño Camargo y el cabo de sanidad Antonio Ferro, van a traer a Leguízamo.

1933

Enero 29 (Domingo).

Es herido por las balas de una patrulla peruana y por balas “amigas” el soldado Cándido Leguízamo (Oriundo de Fortalecillas –Huila).

“Al llegar a la orilla, Pantoja (Capitán) se asomó y le preguntó cómo le había ido, a lo que Leguízamo le contestó: “esta es la gracia que hizo el que estuvo disparando con un fusil del nido de la ametralladora, yo tengo alientos todavía para vengarme al saber quién fue, pero no lo hago, no tuvo la culpa, fue un error de él. Pantoja al oír estas palabras se retiró. (Leguízamo ya sabía que quien lo había herido era su propio comandante el capitán Pantoja).

Cristóbal Muñoz, comentaría después que Leguízamo le dijo ese día:” Compañero, si me mejoro de esta, vuelvo, aunque sea con muletas, las balas peruanas no me hicieron nada, no me ofendieron hueso alguno, la que me fracturó la pierna fue la que disparó Pantoja (Capitán). Mira los impactos de las balas peruanas, dos en la nalga derecha, en pura carne, otra en el hombro derecho, sin tocar hueso, otra en la costilla, entre cuero y carne y dos en el sombrero. Compañero yo bajé tres peruanos que estaban detrás de la raíz de un árbol yarumo; pues nos encontramos a quema – ropa., también les disparé a otros dos que se movían detrás del matorral, a esos no sé si los bajé o no, les disparé al cálculo. Cuando quise cargar de nuevo mi fusil, no alcancé a sacar los proyectiles de las cartucheras, en ese instante sentí un golpe en la pierna por detrás, caí sin sentido en ese instante, me repuse luego, no podía levantarme, el fusil lo solté y cayó a un lado. En ese momento salió corriendo de la espesura un soldado peruano y se plantó junto a mí, me contempló por un instante; vestía una franela y la cabeza la cubría con un sombrero de paja de iraca, le dije que me acabara de matar y saqué, con mucho trabajo, la peinilla; el peruano me contestó: nosotros no rematamos a los heridos, lo que hacemos es salvarlos, lo que me interesa es el fusil y que dios lo guarde a usted. Y cogiendo el fusil por la trompilla, salio corriendo y se internó en la selva”. Después de estas palabras se quedó profundamente dormido. 

Por la mañana del día siguiente fue trasladado en canoa al Puerto del Encanto. En ese mismo día llegó al Encanto el Mayor Boy y su avioneta en la cual fue transportado Leguízamo, al Puerto de Caucaya.”  

Del Puerto de Caucaya, Cándido Leguízamo fue conducido a Bogotá, siendo internado en el Hospital San José, muriendo allí el 12 de abril del mismo año, dos meses y tres semanas después de haber sido herido en cercanías de El Encanto.[xxxi]

1933

Febrero 9 (jueves).

El Oficial de Sanidad, Luis Carlos Cajíao Candia, escribe desde Caucaya sobre la situación sanitaria, recriminando a las autoridades sanitarias de Bogotá:”En Bogotá ni siquiera se conoce la nosografía de la región Amazónica, ya que en vez de compuestos de quinina, elementos de curación, alimentos concentrados, etc., remiten ampolletas de bismuto y mercuriales que aquí no tienen aplicación urgente…” Bismuto y mercuriales eran usadas para tratar en esa época el pían y la sífilis.”[xxxii]   

1933

Febrero 9 (jueves).

El diario comunista francés, “La Humanité”, informa que el día anterior se habían realizado grandes meetings, en Lima, protestando por la guerra contra Colombia, siendo estas reprimidas por el ejército y dejando como resultado varios muertos y heridos.[xxxiii]

1933

Febrero 10 (viernes).  

Un Curtiss “Hawk” accidentado en Puerto Boy. Aviación militar. [xxxiv] 

1933

Febrero 12 (domingo). 

El Comandante en Jefe del Ejército en Operaciones en el Sur, el General Alfredo Vázquez Cobo, insiste en “que una cañonera, dos cañones de montaña y quinientos hombres  son suficientes para proteger nuestras posiciones de Caucayá, pues enemigo no tiene cañoneras en Putumayo, ni manera de movilizar fuerzas hacia arriba.”[xxxv]

1933

Febrero 15 (miércoles). 

Las Tropas Colombianas apoyadas por la aviación recuperan a Tarapacá.[xxxvi]  

Escribe Vázquez Cobo al Presidente: “A las nueve de la mañana flotó nuestro Pabellón sobre cerro Tarapacá. Libróse combate artillería apoyado por aviones y tropa desembarque. Felicito Excelencia. No hubo novedad. Servidor.”

Igualmente: “Acabo recorrer cerro Tarapacá, que estaba convertido en un Gibraltar. Trincheras con corredores subterráneos y todo lo que enseña el arte militar, pero ante el empuje de nuestros barcos, nuestra Escuadrilla aérea y el arrojo de las tropas que desembarcaron, huyeron, dejando cañones Krupp de 75 de montaña con municiones, muchos elementos de guerra, munición de ametralladoras etc. Jefes Oficiales y tropa estuvieron a la altura de su fama, leones de Colombia. No hubo novedad. Servidor.”[xxxvii]

1933

Febrero 16 (jueves).

“Colombia rompió oficialmente relaciones diplomáticas con el Perú.”[xxxviii]

1933

Febrero 18 (sábado).

En la ciudad de Lima, es asaltada y saqueada la Embajada Colombiana, como consecuencia de la arenga lanzada por el presidente peruano Luis Sánchez Cerro.[xxxix]

1933

Febrero 20 (lunes).

“…un pelotón de soldados colombianos dirigidos por el teniente Gómez Jurado, desde una pequeña isla frente a Güepí, …ocasionaron a los sorprendidos peruanos varias bajas y les destrozaron un avión de una escuadrilla que los atacó.”[xl]

1933

Febrero 24 (viernes) hasta el 3 de Marzo.

El General Vázquez Cobo, inspecciona las guarniciones de Puerto Boy sobre el Río Caquetá y Puerto Caucaya. Describe al primero así: “El punto llamado “Puerto Boy”, está situado en la orilla izquierda del Caquetá, bastante más arriba de la carretera de “La Tagua”, que sirve de comunicación entre los ríos Caquetá y Putumayo.

Allí ha construido el Gobierno Nacional varias edificaciones con techo de paja y algunas con teja metálica, que sirven de cuartel para la tropa, hospital y habitaciones del personal civil y militar, radiotelegrafista, etc.; una de ellas, la mejor por su construcción y comodidades, es la residencia de los aviadores.

Amarrados a ambas orillas del río, estaban todos nuestros aviones a la intemperie, porque no hay hangares o cobertizos donde alojarlos, cuando no están en servicio.”

Sobre Caucaya expone: “Caucayá es el Cuartel General del Alto Putumayo; está situado en la  orilla izquierda de este río. Allí ha construido el Gobierno varias edificaciones para cuartel, casas de habitación para los empleados, un hospital, el que está atendido por las abnegadas Hermanas de la Caridad; hay también un pequeño aserrío a vapor que presta muy buen servicio.”  [xli]

1933

Marzo 18.

Cajíao una vez más describe las penurias de las tropas colombianas, en este caso las asentadas en la isla de Chavaco, rodeadas de pantanos por el invierno y padeciendo escasez de alimentos:”las tropas sin combatir se agotan en este clima más traicionero que los peruanos: los víveres escasean de forma tal que los enfermos y convalecientes no tienen ningún alimento apropiado para reconstruirlos. Aquí no se conoce ni la leche, ni las legumbres, ni los huevos ni el pan, nada que contenga sustancias vivas; habrá necesidad dentro de poco de cambiar de personal en su totalidad, lo que significa un trabajo de vastas proporciones.”[xlii] 

1933

Marzo 18.

“Desde el fracaso de las convenciones diplomáticas, el gobierno colombiano dio orden de preparar… un ataque a Güepí. Las tropas, en ese momento de pleno invierno cuando la selva era un fangal, estaban repartidas así:

Caucaya:                          415

Chavaco:                          234

Montclar:                        18

Puerto Ospina:                 125

Concepción:                     44

El Encanto:                      39

Peña blanca:                     109

Puerto Pizarro:                35

La Pedrera:                      83

La Tagua:                         298

Potosí:                             3

Delicias:                          57

Puerto Boyacá:                 182

Puerto Asís:                    40

Cañonero Cartagena:        63

Cañonero Santa Marta:    60

TOTAL:                           1.858

Esta cifra no incluía al personal empleado en las lanchas ni a las tropas que marchaban hacia Florencia y Puerto Asís.”[xliii]  

1933

Marzo 19.

“…cuando el cañonero Cartagena logró pasar frente a Güepí y colocarse río arriba de allí, las tropas colombianas de ataque, ubicadas a lo largo de cinco kilómetros frente del objetivo desde finales de febrero padecían el rigor del invierno “llueve a todas horas… los soldados son los que más han sufrido el azote, alojados en caneyes construidos de cualquier manera; la lluvia pasa los techos de hojas sin ningún impedimento, teniendo que dormir el personal en una ducha permanente, sin equipo sin equipo de remuda para cambiar las ropas caladas de humedad y en poder un solo vestido imposible de distinguir bajo la gruesa capa de fango, azote tan terrible o más que la lluvia… el barro se adhiere como la goma y en pocos minutos cubre de una espesa costra las ropas.

En las proximidades de los campamentos el fango se mezcla con las deyecciones y conforma un esmegma pestilente y corrosivo, rico productor de una profunda cría de parásitos de alta virulencia.”[xliv]   

1933

Marzo 26. 

Ocupación de Güepí. Activa la aviación militar.[xlv] En un combate catalogado como heroico, las tropas colombianas derrotan a los peruanos y un buen numero de estos se da a la huida en busca del Río Napo.

“Han tenido ya lugar varios hechos de armas: Tarapacá, Buenos Aires, (en el río Cotuhé), Chamaco y Güepí, en el Putumayo, todos favorables a Colombia.     El de Güepí, en la banda izquierda del Putumayo y en territorio peruano. Este último de mucha importancia y significación. Durante seis meses se habían fortalecido admirablemente los peruanos con extensas alambradas, trincheras y subterráneos para defenderse de la artillería enemiga y de las bombas de los aviones. Les atacaron dos cañoneras y diez lanchas blindadas, una compañía de artillería y ametralladoras, notables contingentes de infantería y la flota área compuesta de un número regular de aviones. Duró el combate ocho horas hasta que huyeron los peruanos en dirección al Napo, perseguidos por las fuerzas colombianas.

Transcurridos dos días trataron los peruanos de recuperar Güepí, y con ese fin numerosos aviones bombardearon el lugar, pero los cañoneros colombianos y la flota aérea repelieron el ataque. Por lo visto, considera el Perú de mucha importancia Güepí, pues hizo una segunda tentativa para recuperarlo, siendo nuevamente rechazado.”[xlvi]

“En el combate de Güepí participó un grupo de macheteros colombianos dirigidos por un veterano guerrillero de la Guerra de los Mil Días y ascendido ahora a comandante, de apellido Domínguez.

En Güepí murieron 5 colombianos, 10 peruanos y quedaron heridos 9 colombianos y 2 peruanos, que fueron atendidos por los médicos y personal sanitario colombianos. Se capturaron 24 peruanos con algunas heridas leves y se decomisaron 4 ametralladoras, 40 fusiles y varias caretas contra gases asfixiantes.

Los heridos y los prisioneros peruanos fueron recibidos y atendidos el 27 de marzo en el Cartagena por el médico Víctor Rodríguez y el oficial Cajíao.”[xlvii]

“En Güepí, después de 5 horas de combate y de haber gastado 45.000 cartuchos de fusil, disparos de artillería y 40 bombas de aviación, hubo por todo 8 muertos y 26 heridos de nuestra parte y alrededor de 80 entre muertos y heridos de la parte contraria.

Pero, en cambio, exámenes de las estadísticas de morbilidad por enfermedades, fiebre perniciosa, fiebre biliosa hemoglobínurica, beriberi, amebiasis diversas, las muertes por accidentes; ahogados, perdidos; los atacados por animales venenosos, los enloquecidos por el ambiente, y entonces las cifras se elevan, alarmantes: 380 bajas entre un poco más de 1.200 hombres, es decir 36% de mortalidad (!!!)…” escribió como balance, después de que estuviera en el alto Putumayo (Caucaya), Cajíao.”[xlviii] 

1933

Mayo.

“…la situación de aprovisionamiento de los hombres del Destacamento Putumayo seguía siendo crítica, entre otras razones por las dificultades del tránsito en la trocha La Tagua – Caucaya “ese cortísimo recorrido es más difícil y costoso para el transporte que la traída de mercancía más pesada de Barranquilla a La Tagua. Lo que eran 25 kilómetros de trocha, debido al intenso tráfico de los meses pasados, ahora es un profundo e insalvable tremedal, donde a cada metro se hunden las mulas  con carga y todo, siendo rápidamente cubiertas por el fango que se sierra sobre ellas; de 20 mulas que salen de La Tagua, 2 0 3 llegan a Caucaya; la falta de piso de la selva hace que la arcilla ablandada por la humedad y el pisoteo, forme esos fangales hasta de tres metros de hondo donde los pobres animales sufrían una muerte espantosa ahogados en el limo”.

Todo esfuerzo logístico chocó con la trocha infernal La Tagua – Caucaya, que hizo casi imposible en esos primeros meses del año el aprovisionamiento del frente y el recambio de tropa: “siempre el terrible obstáculo de los 25 kilómetros que separan al Caquetá del Putumayo en aquel lugar, problema ahora agravado por el invierno tenaz y el cada día mayor de carga que debíamos movilizar urgentemente. El trabajo ejecutado hasta entonces con ímprobos sacrificios y no obstante el desmonte de 15 metros a cada lado de la carretera proyectada, estaba casi por completo perdido con solo el comienzo del invierno. Para recorrer la mitad del trayecto entre La Tagua y Caucaya las tropas empleaban 5 horas de penosa marcha siendo esta la mejor parte del camino. En la otra mitad todo cálculo o previsión resultada fallido; las mulas se ahogaban con frecuencia entre el lodo al paso de las quebradas del “El Bufeo” y del “Temblón”; los trabajadores no resistían las plagas ni las penalidades de la manigua.

A grandes rasgos esa era la situación que confrontábamos a final de abril cuando de todas maneras teníamos que aumentar nuestras tropas para emprender el ataque a Puerto Arturo y para reemplazar las que llevaban largos meses de permanencia en el Putumayo”, escribió Carlos Uribe Gaviria, Ministro de Defensa.

En esos días de mayo, por informes de que los peruanos intentarían reconquistar Güepí, el coronel Solano recogió de entre los que estaban en capacidad de combatir, 230 hombres en Caucaya con destino a aquel puesto de Güepí donde se sabía que estaban 150 hombres de pie y 200 enfermos.

Por esa época alcanzaron a llegar para el programado asalto de Puerto Arturo 400 hombres a Caucaya.”

1933

Mayo 8. 

Combate aéreo sobre el río Algodón (Tributario del Río Putumayo).[xlix]

1933

Herbert Boy,” tal vez, fue el más grande héroe de esta guerra en el aire. Al término del conflicto, Colombia, agradecida, lo hizo ciudadano honorífico, lo hizo coronel en jefe de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC); le dio su nombre a un puerto, situado en la mitad del camino, sobre el rió Caquetá: Puerto Boy.”[l]

  • Este conflicto afectó directamente a la Población Indígena de la región: muchos aborígenes fueron reclutados por los ejércitos colombiano y peruano, lo cual implicó su migración principalmente hacia las diferentes guarniciones fronterizas de Tarapacá y Guepí.  Este hecho trajo consigo la dispersión de los diferentes grupos Witotos, además de que contribuyó a acentuar la disminución de la población iniciada por la Casa Arana.  Por otra parte, el reclutamiento, tanto peruano como colombiano, trajo como consecuencia, en algunos casos, el enfrentamiento de miembros de una misma comunidad.

Una vez finalizada la guerra, los baluartes militares existentes se ensancharon y se fundaron otros, como Puerto Leguízamo y la Tagua – bases de la Armada – y Tres Esquinas, base de la defensa del área.  Así, estos centros se convirtieron en puntos de atracción tanto para indígenas como para colonos.  Por ser Puerto Caucaya base militar, se dotó al ejercito de buques cañoneros y lanchas patrulleras con el fin de recorrer toda la ribera del río Putumayo; estos medios de comunicación jugaron un papel muy importante en la migración indígena a las cercanías de Puerto Caucaya, por cuanto les permitieron salir de las zonas en que se encontraban, como Guepí y Tarapacá, principalmente. [li]


[i]                             VAZQUEZ COBO, ALFREDO. PRO PATRIA. LA  EXPEDICIÓN MILITAR AL AMAZONAS EN EL CONFLICTO DE LETICIA. Banco de la Republica. 1985. Santafe de Bogotá. Pág. 23 

[ii]                            ARIAS DE GREIFF, GUSTAVO.  OTRO CONDOR SOBRE LOS ANDES. Historia de la Navegación Aérea de Colombia. Bancafé. 1999. Pág. 168

[iii]                           VAZQUEZ COBO, ALFREDO. PRO PATRIA. LA  EXPEDICIÓN MILITAR AL AMAZONAS EN EL CONFLICTO DE LETICIA. Banco de la Republica. 1985. Santafe de Bogotá. Pág. 45

[iv]                           ARTUNDAGUA  BERMEO,  FELIX.   HISTORIA  GENERAL DEL CAQUETA.  Fondo Mixto para la Promoción de la Cultura y las Artes del Caquetá.  Cuarta edición.  1999.  Pág.  146

[v]                            GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 443

[vi]                           Mejía  Gutiérrez.  O.C.  Pág.  96

[vii]                           VAZQUEZ COBO, ALFREDO. PRO PATRIA. LA  EXPEDICIÓN MILITAR AL AMAZONAS EN EL CONFLICTO DE LETICIA. Banco de la Republica. 1985. Santafe de Bogotá. Pág. 24,25.

[viii]                          VAZQUEZ COBO, ALFREDO. PRO PATRIA. LA  EXPEDICIÓN MILITAR AL AMAZONAS EN EL CONFLICTO DE LETICIA. Banco de la Republica. 1985. Santafe de Bogotá. Pág. 25-27.

[ix]                           GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 444

[x]                            ARIAS DE GREIFF, GUSTAVO.  OTRO CONDOR SOBRE LOS ANDES. Historia de la Navegación Aérea de Colombia. Bancafé. 1999. Pág. 136

[xi]                           ARTUNDAGUA  BERMEO,  FELIX.   HISTORIA  GENERAL DEL CAQUETA.  Fondo Mixto para la Promoción de la Cultura y las Artes del Caquetá.  Cuarta edición.  1999.  Pág.  139

[xii]                           ARTUNDAGUA  BERMEO,  FELIX.   HISTORIA  GENERAL DEL CAQUETA.  Fondo Mixto para la Promoción de la Cultura y las Artes del Caquetá.  Cuarta edición.  1999.  Pág.  140

[xiii]                          GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 444-445

[xiv]                          GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 446

[xv]                           VAZQUEZ COBO, ALFREDO. PRO PATRIA. LA  EXPEDICIÓN MILITAR AL AMAZONAS EN EL CONFLICTO DE LETICIA. Banco de la Republica. 1985. Santafe de Bogotá. Pág. 129

[xvi]                          GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 447

[xvii]                         EL NUEVO SIGLO. 30  de Abril – 2001.

[xviii]                        DOMÍNGUEZ, CAMILO.  GOMEZ, AUGUSTO. NACIÓN  Y ETNIAS.  Los Conflictos Territoriales en la Amazonia 1750-1933. COAMA. 1994. Pág.147

[xix]                          GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 448

[xx]                           GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 448-449

[xxi]                          GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 451                  

[xxii]                          GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 496                  

[xxiii]                        ARTUNDAGUA  BERMEO,  FELIX.   HISTORIA  GENERAL DEL CAQUETA.  Fondo Mixto para la Promoción de la Cultura y las Artes del Caquetá.  Cuarta edición.  1999.  Pág.  148

[xxiv]                        GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 468

[xxv]                         GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 452

[xxvi]                        VAZQUEZ COBO, ALFREDO. PRO PATRIA. LA  EXPEDICIÓN MILITAR AL AMAZONAS EN EL CONFLICTO DE LETICIA. Banco de la Republica. 1985. Santafe de Bogotá. Pág. 32

[xxvii]                        VAZQUEZ COBO, ALFREDO. PRO PATRIA. LA  EXPEDICIÓN MILITAR AL AMAZONAS EN EL CONFLICTO DE LETICIA. Banco de la Republica. 1985. Santafe de Bogotá. Pág. 204

[xxviii]                       VAZQUEZ COBO, ALFREDO. PRO PATRIA. LA  EXPEDICIÓN MILITAR AL AMAZONAS EN EL CONFLICTO DE LETICIA. Banco de la Republica. 1985. Santafe de Bogotá. Pág. 203

[xxix]                        GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 453

[xxx]                         ARIAS DE GREIFF, GUSTAVO.  OTRO CONDOR SOBRE LOS ANDES. Historia de la Navegación Aérea de Colombia. Bancafé. 1999. Pág. 135

[xxxi]                        MAGNO. MONOGRAFIA DEL PUTMAYO. 1973. Pá. 48 – 50.

[xxxii]                        GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 454-455

[xxxiii]                       VAZQUEZ COBO, ALFREDO. PRO PATRIA. LA  EXPEDICIÓN MILITAR AL AMAZONAS EN EL CONFLICTO DE LETICIA. Banco de la Republica. 1985. Santafe de Bogotá. Pág. 249

[xxxiv]                       ARIAS DE GREIFF, GUSTAVO.  OTRO CONDOR SOBRE LOS ANDES. Historia de la Navegación Aérea de Colombia. Bancafé. 1999. Pág. 217

[xxxv]                        VAZQUEZ COBO, ALFREDO. PRO PATRIA. LA  EXPEDICIÓN MILITAR AL AMAZONAS EN EL CONFLICTO DE LETICIA. Banco de la Republica. 1985. Santafe de Bogotá. Pág. 253

[xxxvi]                       VAZQUEZ COBO, ALFREDO. PRO PATRIA. LA  EXPEDICIÓN MILITAR AL AMAZONAS EN EL CONFLICTO DE LETICIA. Banco de la Republica. 1985. Santafe de Bogotá. Pág. 34

[xxxvii]                      VAZQUEZ COBO, ALFREDO. PRO PATRIA. LA  EXPEDICIÓN MILITAR AL AMAZONAS EN EL CONFLICTO DE LETICIA. Banco de la Republica. 1985. Santafe de Bogotá. Pág. 263

[xxxviii]                     GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 456                  

[xxxix]                       Mejía  Gutiérrez.  O.C.  Pág.  97

[xl]                           GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 456-457

[xli]                           VAZQUEZ COBO, ALFREDO. PRO PATRIA. LA  EXPEDICIÓN MILITAR AL AMAZONAS EN EL CONFLICTO DE LETICIA. Banco de la Republica. 1985. Santafe de Bogotá. Pág. 341

[xlii]                          GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 457

[xliii]                         GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 459

[xliv]                         GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 459-460

[xlv]                          ARIAS DE GREIFF, GUSTAVO.  OTRO CONDOR SOBRE LOS ANDES. Historia de la Navegación Aérea de Colombia. Bancafé. 1999. Pág. 219

[xlvi]                         DE MONTCLAR, FIDEL, Fray.   POR  COLOMBIA. 1934

[xlvii]                        GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 461

[xlviii]                        GOMEZ LOPEZ, AUGUSTO J. HISTORIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO DEL PUTUMAYO – Texto de guía para la enseñanza – II. Ministerio de Cultura. Bogotá, D.C. Mayo 2001. Pág. 468-469

[xlix]                         ARIAS DE GREIFF, GUSTAVO.  OTRO CONDOR SOBRE LOS ANDES. Historia de la Navegación Aérea de Colombia. Bancafé. 1999. Pág. 219

[l]                             FARÍAS MENDOZA, ALBERTO. HISTORIA DE LA AVIACIÓN EN COLOMBIA. Circulo de Lectores. Bogotá 1986. Pág. 23

[li]                            Varios Autores. ATLAS CULTURAL DE LA AMAZONIA COLOMBIANA.   LA CONSTRUCCIÓN DEL TERRITORIO EN EL SIGLO XX.   Ministerio de Cultura;  Instituto Colombiano de Antropología;  Corpes Orinoquía;  Corpes Amazonía.  Pág. 28

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