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Por : Germán Ortiz Ch.
En medio de las celebraciones por los 30 años del Instituto Tecnológico del Putumayo (ITP), es fundamental recordar a quien hizo posible su creación: el Dr. Ernesto Muriel Silva. Como Representante a la Cámara por Putumayo, fue él quien, con visión y compromiso, impulsó la Ley 65 de 1989, que permitió la creación de esta institución educativa. Sin embargo, más allá de los festejos, es necesario reflexionar sobre el verdadero impacto de su obra y el reconocimiento que, como región, aún debemos rendir a su memoria.
El ITP ha sido un pilar esencial para la educación superior en Putumayo, ofreciendo una oportunidad a miles de jóvenes para acceder a formación técnica y profesional sin tener que abandonar su hogar. Este avance, que transformó la vida de muchos, es producto del esfuerzo de un hombre que pensó en el futuro de nuestra región. Pero, tristemente, la figura de Ernesto Muriel Silva ha quedado opacada con el tiempo. Pocos recuerdan su trabajo y la importancia de su visión para el desarrollo educativo del departamento.
A 30 años de la creación del ITP, es momento de rendir homenaje a quien, con determinación y coraje, logró lo que muchos creían imposible. El Dr. Muriel Silva no solo contribuyó a la creación de una institución educativa, sino que sentó las bases para un cambio profundo en la formación de nuestros jóvenes y en el progreso de Putumayo. Su legado, aunque sigue vivo en cada aula del ITP, merece un reconocimiento más amplio y constante por parte de todos los putumayenses.
Celebrar el ITP es también celebrar la visión de quienes trabajaron para que la educación superior fuera una realidad en nuestra región. Y, en este aniversario, es imprescindible recordar que este logro tiene un nombre: Ernesto Muriel Silva.