El Poder Tras las Sombras

Publimayo

Por : Duban García

Las opiniones expresadas por los columnistas son de su total y absoluta responsabilidad personal, no compromete la línea editorial ni periodística de MiPutumayo Noticias


Las elecciones del 29 de octubre de 2023 marcaron un acontecimiento importante en nuestra democracia y reorganización política que llenó aún más de expectativa a los putumayenses, que se desbordaban en likes a la hora en que cada electo hacía una publicación..

Los gobernantes electos asumieron con promesas de cambio y progreso, pero no tardaron en surgir figuras a su alrededor, figuras que, sin haber sido elegidas, comenzaron a ejercer una influencia considerable. Este fenómeno, aunque no es nuevo, se presenta con renovada intensidad y pone en riesgo los principios fundamentales de la política regional.


Publimayo

Estas personas, que rodean a los gobernantes y se han visto empoderadas por la victoria electoral, no tienen un mandato popular ni una responsabilidad directa ante el electorado. Sin embargo, se comportan como si fueran los verdaderos artífices del poder, haciendo ver al que ganó el poder popular como un títere en medio del desorden del galpón departamental.

Este comportamiento, además de ser perjudicial para la transparencia y la rendición de cuentas, distorsiona las prioridades y decisiones de los gobernantes que, a seis meses de gobierno, dan pistas de lo que será el desarrollo de sus gobiernos al lado de estos personajes.

El poder que estos individuos ejercen es a menudo más sutil, pero no menos peligroso.
Ordenan gastos, operaciones y, extrañamente, mandan en instituciones de salud donde se supone que se debe tener experiencia para laborar como directivos de las mismas.

Estas personas se aprovechan de la humildad del ungido para ejercer el perverso nepotismo, donde recomiendan a amigos y luego a los familiares de los amigos, generando el círculo más oscuro de clientelismo dentro del sector público.


Publimayo

A esta fecha son pocos los humildes dentro de la administración que saben que el puesto es una oportunidad para servir a la gente, como lo dice el eslogan institucional, dejando por el suelo las palabras que a diario promulga el mandatario regional sobre el buen trato al ciudadano.

Por otro lado, la camisa institucional, un cargo directivo o una amistad de vida con la primera dama no te hace superior ni te hace menor. Te hace un servidor público que debe servir cuando la gente acuda a cualquier tema en las oficinas públicas. Guarden la humildad, señores OPS y funcionarios. Atiendan con decoro y respeto a la gente. Con su comportamiento, le están haciendo mal al señor del quinto piso.

En solo seis meses se ha visto cómo la arrogancia y el sentimiento de invulnerabilidad que estas personas desarrollan pueden crear un entorno tóxico y divisivo dentro del gobierno. Esto no solo socava la confianza pública en las instituciones, sino que también puede llevar a conflictos internos que paralicen la acción gubernamental.

En medio de la vida, guardo respeto y admiración por personas que han pasado por cargos, pero increíblemente y extrañamente, la «sombra del poder» les borró el casete de buenas personas, dadas al ciudadano, perdiendo la amabilidad hasta para dar un saludo. Lo viví en Neiva, en medio de las fiestas San Pedrinas, pasamos al filo de nuestro gobernante junto a sus sombras y dejaron claro que son poder y «han agarrado el mundo», gracias al poder ciudadano.

Estas sombras utilizan su cercanía con los líderes para influir en políticas y decisiones clave, muchas veces en beneficio propio o de sus intereses particulares. Esta influencia puede llevar a la corrupción, al nepotismo y a decisiones que no reflejan las verdaderas necesidades y deseos del pueblo que dicen escuchar por mero formalismo político.

La solución a este problema no es sencilla. Requiere un compromiso renovado con la ética y la transparencia por parte de nuestros gobernantes. Deben ser conscientes de los peligros de rodearse de personas que buscan el poder por el poder mismo y deben establecer mecanismos claros para asegurar que las decisiones se tomen en base al interés público y no a presiones personales o de grupo.

Es vital que los ciudadanos también jueguen un papel activo. La vigilancia y la participación constante en la política son esenciales para garantizar que nuestros gobernantes se mantengan fieles a sus promesas y responsables ante quienes los eligieron. Permitiendo el ejercicio de opinión libre, sin graduar al que piensa distinto como Molinista o Buanergista.

El revanchismo político, caracterizado por la retaliación y la venganza entre partidos y líderes, está emergiendo como una grave amenaza para la democracia. Este fenómeno, en el que los actores políticos buscan ajustar cuentas en lugar de promover el bien común, erosiona los principios fundamentales de la convivencia democrática y la estabilidad institucional.

En muchas democracias contemporáneas, el revanchismo se manifiesta en la polarización extrema, la persecución de opositores políticos y el uso del poder para deshacer políticas de administraciones anteriores, sin importar su mérito. Esta dinámica no solo obstaculiza el progreso legislativo y la implementación de políticas a largo plazo, sino que también genera un ambiente de constante conflicto y desconfianza entre los ciudadanos, que no son tontos y se dan cuenta de cómo volvió «aparecer la puñalada trapera y desde adentro».

También es importante saber que las personas, una vez electas y gobernando, no pueden ser como lo eran antes de tener cargo porque claramente adquirieron responsabilidades que deben atenderse en beneficio colectivo. Lo que sí entendemos es que había una máscara en una temporada y con el poder salió a flote la verdadera forma de aquella ciudadana.

Por otro lado, es preocupante que en algunos municipios se presente un fenómeno preocupante que está afectando la efectividad de los gobiernos locales: alcaldes que, a pesar de haber sido electos, no logran gobernar debido a la falta de un equipo sólido capaz de generar soluciones. Esta situación no solo frena el desarrollo de políticas públicas, sino que también aumenta la frustración y la desconfianza, decepción reflejada en las redes sociales.

La ausencia de un equipo competente y cohesionado en algunas alcaldías provoca una serie de problemas críticos. Sin asesores, directores y personal técnico capacitado, los alcaldes no pueden serlo todo. Enfrentan dificultades para implementar programas, responder a emergencias y gestionar los recursos de manera eficiente. Además, la falta de coordinación y planificación estratégica puede llevar a una gestión ineficaz y desordenada, con proyectos que quedan inconclusos y necesidades comunitarias que no son atendidas.

Las causas de esta parálisis son variadas. En algunos casos, alcaldes heredaron administraciones desorganizadas o corruptas, con obras incluso que a través de fondos mixtos nos entregaron como ciudadanos a privados para que hagan lo que quieran con los recursos públicos y sus intereses. En otros, la falta de recursos financieros limita la contratación de personal calificado. También puede influir la politización excesiva, donde los nombramientos se hacen por lealtad partidista en lugar de competencia profesional.

El impacto de esta situación es significativo. Los ciudadanos experimentan un deterioro en la calidad de los servicios públicos, como la recolección de basura, la seguridad y el mantenimiento de infraestructuras. Además, la falta de liderazgo y acción decisiva puede exacerbar los problemas sociales y económicos, incrementando la desigualdad y la pobreza.

Para superar este desafío, es crucial que los alcaldes trabajen en la construcción de equipos eficientes y profesionales. A su juicio, quedará quiénes sí están dando la talla, basados en méritos y capacidades. Además, es fundamental contar con apoyo institucional para la formación y el desarrollo continuo del personal, así como garantizar la transparencia y la rendición de cuentas en todos los niveles de la administración.

Recuerden que son un equipo y el líder de esos equipos no puede salir a desgastarse mientras sus funcionarios, temerosos, piensan qué hacer con las problemáticas a resolver.

Quiero manifestar que este escrito es solo una opinión. Al inicio del cuatrienio dije que es bueno dejar que trabajen todos los electos, pero a hoy, seis meses después, esas sombras no pueden seguir asesorándolos hasta el punto de decir «ahora sí llegó la hora de trabajar». ¿Acaso los meses anteriores no estaban trabajando? ¿Estaban de viaje? Ups..

Un gobierno está para gobernar y resolver los problemas existentes. Un gobierno no está para soñar.

Mientras transcurre este amargo desayuno, es importante recordar que solo a través de una sociedad civil fuerte y comprometida podemos esperar contrarrestar el daño que hacen aquellos que, sin tener poder, actúan como si lo tuvieran.

En conclusión, es imperativo reconocer y enfrentar el daño que hacen las personas que, sin haber sido elegidas, se adueñan del poder que rodea a nuestros gobernantes. Solo así podremos proteger la integridad de nuestra democracia y asegurar que el poder se utilice en beneficio de todos, y no solo de unos pocos, como ocurre actualmente


Publimayo