Por : Oscar David Gaviria S.
Seis años se cumplen de la noche trágica vivida por Mocoa que costó a sus moradores más de 300 muertos, cientos de heridos y muchos desaparecidos.
Seis años de indolencia de un estado centralizado y burocrático para el cual Mocoa solo fue un «teatro de operaciones».
Seis años de zozobra e incertidumbre para quienes todo lo perdieron.
Seis años entre la esperanza y la decepción por las promesas no cumplidas.
Seis años esperando el agua potable de manos de unos contratantes y contratistas indolentes.
Seis años de ferias contractuales y festines politiqueros que privilegiaron los intereses personales por encima del inicio de las obras de protección de la ciudad.
Seis años de gerencias amañadas que no ordenaron el espacio de la ciudad y cerraron los ojos para no ver el suelo rural loteado de manera inmisericorde y especulativa.
Seis años sin rumbo, sin norte, sin liderazgo estudioso y proactivo.
Seis años creyendo que la ciudad se reconstruye solo con cemento y con ladrillo, sin un programa que promueva resiliencia, que empodere, que capacite, que acompañe, que genere emprendimiento y cohesión social.
Seis años recibiendo y resufriendo los habitantes de calle, el microtráfico, el desempleo y el baile de los corruptos.
Seis años en silencio para no incomodar al alcalde saliente o al alcalde entrante, o al funcionario departamental o al gerente institucional de turno, a ver si de pronto se acuerdan de los vecinos sobrevivientes que ya no sueñan con la reconstrucción sino con un trabajo digno.
Seis años a bordo de mi mismo esperando lo que no vendrá porque los responsables de hacerlo nunca sufrieron la tragedia, nunca se sensibilizaron con ella, ni con la reconstrucción de los tejidos sociales, ni de las rondas ambientales de la vieja ciudad Amazónica.
Seis años en los cuales nunca pensaron cómo re-construirnos porque no nos conocen.
Seis años distantes sin involucrar a la ciudadanía porque desconocen de qué es capaz.
Seis años sin imaginar ni visualizar la ciudad que queremos porque no nos escucharon ni nos escucharán.
Seis años que pasaron y seis más que vendrán y nunca la re-construirán si nosotros mismos no asumimos las riendas, si nosotros mismos no definimos el rumbo, si nosotros