POr : John Elvis Vera Suarez
En nuestro hogar colocamos el mantel navideño desde el 1 de noviembre. Los adornos para esta celebración son minimalistas, pero suficientes para resaltar con alegría, entusiasmo y mucha esperanza estas festividades. No acudimos como lo harán muchos a los actos religiosos de dicha conmemoración y festejo. Nuestra mayor reflexión acompañada de compromiso es aportar todo lo que esté a nuestro alcance para lograr algún día, vivir en armonía con la naturaleza forjando una mejor sociedad.
Hoy en día debemos reiterar que estas fiestas que tanto entusiasmo traen, se celebren con júbilo, pero con mucho respeto con nuestro entorno familiar, social y ambiental. Que las mismas no se conviertan en sinónimo de irrespeto a lo que nos rodea, ni una muestra de desprecio por lo demás. Que nuestro frenesí se traduzca en una actitud presta al amor y al cuidado de los otros y del planeta. Regalemos afecto, brindemos generosidad, festejemos en paz.
Que las calles se colmen de alegría y jolgorio, que la parranda nos acerque y fortalezca los afectos, que los buenos deseos sean permanentes y expresados con profunda sinceridad e inmenso respeto por los otros seres. Que se Vivan intensamente estas navidades con la búsqueda a su vez de la convivencia pacífica aceptando la diferencia. Buscando el bienestar de todos y todas y la felicidad colectiva.
Ahora bien, insistamos en navidades ecológicas y solidarias no solo con nuestro entorno, sino por igual con todo el planeta. Se asegura que, si en el mundo se consumiera de igual manera que lo hacen en el norte, en los llamados países ricos, entonces necesitaríamos al menos 3 planetas para abastecer a los ocho mil millones de personas que existimos hoy en día. En definitiva, el consumismo es insostenible social y ambientalmente. Agreguemos que solo el 12% de norteamericanos y europeos son los responsables del 60 % de lo que se consume en un año en el planeta tierra.
Obsequiemos preferiblemente algo que en realidad sea útil para el halagado, que el regalo le sea no solo de su agrado sino de utilidad. Algún día ojalá no lejano, debemos de obsequiar lo que menos daño haya causado al ambiente en su fabricación y distribución. Que el trabajo de quienes lo elaboren sea digno y su pago justo. Acudir primordialmente a lo fabricado localmente, trae beneficios económicos al territorio y menos impactos ambientales por su transporte.
No al derroche energético. Minimizar el transporte individual, prefiriendo lo colectivo. Simplificar las actividades alejándonos de la utilización innecesaria de los aparatos eléctricos. Preferir los ingredientes alimentarios locales a los importados. Menos envasados más productos naturales. Menos desperdicios. La producción de basuras, en especial envoltorios y embalajes, se duplica en las fiestas navideñas y de año nuevo. Usar y tirar no es amigable con el ambiente.
La Navidad y el Año Nuevo son una razón más para la convivencia en armonía con la naturaleza. Que la alegría y el jolgorio sea para celebrar la vida.