

Por: *JAAM
Un 12 de octubre de 1492, un error de navegación cambió el curso de la historia. Aquel día, sin proponérselo, se reescribió el mapa de la humanidad. 𝐍𝐨 𝐟𝐮𝐞 𝐞𝐥 “𝐝𝐞𝐬𝐜𝐮𝐛𝐫𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨” 𝐝𝐞 𝐮𝐧 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐧𝐮𝐞𝐯𝐨 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐩𝐮𝐞𝐛𝐥𝐨𝐬 𝐨𝐫𝐢𝐠𝐢𝐧𝐚𝐫𝐢𝐨𝐬 𝐲𝐚 𝐞𝐱𝐢𝐬𝐭𝐢́𝐚𝐧, 𝐫𝐞𝐬𝐩𝐢𝐫𝐚𝐛𝐚𝐧, 𝐜𝐫𝐞𝐚𝐛𝐚𝐧, 𝐩𝐞𝐧𝐬𝐚𝐛𝐚𝐧 𝐲 𝐚𝐦𝐚𝐛𝐚𝐧 𝐦𝐮𝐜𝐡𝐨 𝐚𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐜𝐚𝐫𝐚𝐛𝐞𝐥𝐚 𝐬𝐞 𝐚𝐭𝐫𝐞𝐯𝐢𝐞𝐫𝐚 𝐚 𝐜𝐫𝐮𝐳𝐚𝐫 𝐞𝐥 𝐀𝐭𝐥𝐚́𝐧𝐭𝐢𝐜𝐨. Fue, más bien, el inicio de un choque de civilizaciones, de visiones, de creencias y de poder.
La historia oficial lo llamó “encuentro de dos mundos”, pero 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐩𝐫𝐚́𝐜𝐭𝐢𝐜𝐚 𝐟𝐮𝐞 𝐮𝐧 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐧𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐫𝐨‧ 𝐃𝐨𝐧𝐝𝐞 𝐮𝐧𝐨𝐬 𝐯𝐢𝐞𝐫𝐨𝐧 “𝐬𝐚𝐥𝐯𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧”, 𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬 𝐬𝐮𝐟𝐫𝐢𝐞𝐫𝐨𝐧 𝐞𝐱𝐭𝐞𝐫𝐦𝐢𝐧𝐢𝐨‧ 𝐃𝐨𝐧𝐝𝐞 𝐬𝐞 𝐡𝐚𝐛𝐥𝐨́ 𝐝𝐞 “𝐞𝐯𝐚𝐧𝐠𝐞𝐥𝐢𝐳𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧”, 𝐬𝐞 𝐢𝐦𝐩𝐮𝐬𝐨 𝐮𝐧𝐚 𝐁𝐢𝐛𝐥𝐢𝐚 𝐜𝐨𝐧 𝐞𝐬𝐩𝐚𝐝𝐚. Y donde se prometió “progreso”, llegaron el saqueo, la enfermedad y el despojo.
Y sin embargo, en medio del dolor y la violencia, 𝗮𝗹𝗴𝗼 𝗵𝘂𝗺𝗮𝗻𝗼 𝗿𝗲𝘀𝗶𝘀𝘁𝗶𝗼́: 𝗲𝗹 𝗶𝗻𝘁𝗲𝗿𝗰𝗮𝗺𝗯𝗶𝗼. Porque también hubo trueques de saberes, semillas, palabras, sabores, músicas y visiones del cosmos que transformaron ambas orillas. En el mismo acto en que se destruyeron templos, nacieron sincretismos; en la imposición, se gestó resistencia; en el dolor, brotó identidad.
Cinco siglos después, en 1992, la humanidad se miró al espejo de su pasado. Los 500 años de la llegada de los europeos a este continente fueron una oportunidad para preguntarnos si, en efecto, habíamos aprendido algo. Y de ese debate surgieron nuevas palabras: “resistencia”, “diversidad”, “reconocimiento”. Fue el comienzo de una 𝐫𝐞𝐯𝐢𝐬𝐢𝐨́𝐧 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨́𝐫𝐢𝐜𝐚 𝐲 𝐩𝐨𝐥𝐢́𝐭𝐢𝐜𝐚 𝐬𝐨𝐛𝐫𝐞 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐢𝐠𝐧𝐢𝐟𝐢𝐜𝐚 𝐬𝐞𝐫 𝐩𝐮𝐞𝐛𝐥𝐨𝐬 𝐲 𝐧𝐨 𝐬𝐢𝐦𝐩𝐥𝐞𝐬 𝐡𝐞𝐫𝐞𝐝𝐞𝐫𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐪𝐮𝐢𝐬𝐭𝐚.
Hoy, en 2025, el 12 de octubre no debería ser una fecha para celebrar ni para lamentar, sino para comprender. 𝐂𝐨𝐦𝐩𝐫𝐞𝐧𝐝𝐞𝐫 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐞𝐫𝐫𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐚𝐪𝐮𝐞𝐥 𝐝𝐞 𝐧𝐚𝐯𝐞𝐠𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐭𝐚𝐦𝐛𝐢𝐞́𝐧 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞𝐧 𝐬𝐞𝐫 𝐞𝐥 𝐩𝐮𝐧𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐢𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐧𝐮𝐞𝐯𝐚𝐬 𝐛𝐮́𝐬𝐪𝐮𝐞𝐝𝐚𝐬 𝐡𝐮𝐦𝐚𝐧𝐚𝐬. Comprender que la historia no se borra, pero sí se reescribe con memoria, dignidad y verdad.
𝐄𝐥 𝐫𝐞𝐭𝐨 𝐚𝐜𝐭𝐮𝐚𝐥 𝐧𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐚́ 𝐞𝐧 𝐫𝐞𝐢𝐯𝐢𝐧𝐝𝐢𝐜𝐚𝐫 𝐮𝐧 𝐩𝐚𝐬𝐚𝐝𝐨 𝐠𝐥𝐨𝐫𝐢𝐨𝐬𝐨 𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐝𝐞𝐧𝐚𝐫 𝐮𝐧 𝐩𝐚𝐬𝐚𝐝𝐨 𝐜𝐫𝐮𝐞𝐥, 𝐬𝐢𝐧𝐨 𝐞𝐧 𝐫𝐞𝐜𝐨𝐧𝐜𝐢𝐥𝐢𝐚𝐫 𝐥𝐨𝐬 𝐫𝐞𝐥𝐚𝐭𝐨𝐬. En construir una narrativa común donde quepan todos los mundos que aquí existieron, existen y seguirán existiendo. Porque si algo nos enseñó aquel 12 de octubre es que ningún error geográfico justifica la pérdida del alma humana.
Y quizá, solo quizá, el verdadero descubrimiento no fue de tierras, sino de lo que 𝐬𝐨𝐦𝐨𝐬 𝐜𝐚𝐩𝐚𝐜𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐡𝐚𝐜𝐞𝐫 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐛𝐢𝐞𝐧 𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐦𝐚𝐥 𝐜𝐮𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐞𝐥 𝐩𝐨𝐝𝐞𝐫 𝐬𝐞 𝐜𝐫𝐮𝐳𝐚 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐚 𝐢𝐠𝐧𝐨𝐫𝐚𝐧𝐜𝐢𝐚 𝐲 𝐞𝐥 𝐦𝐢𝐞𝐝𝐨.
*Consejero de Paz de Putumayo – Afiliado al CNP
