

Por: *Alexander Africano
𝘏𝘰𝘺 𝘴𝘦 𝘤𝘪𝘦𝘳𝘳𝘢 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘷𝘰𝘤𝘢𝘵𝘰𝘳𝘪𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘭𝘢 𝘦𝘭𝘦𝘤𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘦𝘭 𝘱𝘳𝘰́𝘹𝘪𝘮𝘰 26 𝘥𝘦 𝘯𝘰𝘷𝘪𝘦𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘥𝘦𝘭 𝘧𝘶𝘵𝘶𝘳𝘰 𝘙𝘦𝘤𝘵𝘰𝘳/𝘢, 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘦𝘯 𝘢𝘣𝘴𝘰𝘭𝘶𝘵𝘰 𝘴𝘪𝘭𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰.
Hoy la Institución Universitaria de Putumayo (UNIPUTUMAYO) vive un momento decisivo. La elección de su rector para el periodo 2025–2029 marcará el rumbo de la primera universidad propia del departamento, una institución que hoy supera los 7.000 egresados, pero que carece de una política seria de seguimiento: no sabe dónde están, qué hacen, ni cómo aportan al desarrollo regional.
Más allá de un trámite administrativo, esta elección definirá si la UNIPUTUMAYO se consolida como motor de transformación o si termina atrapado en las mismas prácticas clientelistas que han deteriorado la confianza en las instituciones del Putumayo.
𝗟𝗼𝘀 𝗮𝘀𝗽𝗶𝗿𝗮𝗻𝘁𝗲𝘀 𝗮 𝗹𝗮 𝗿𝗲𝗰𝘁𝗼𝗿𝗶́𝗮
Tres nombres, tres trayectorias y muchas preguntas:
𝟭. 𝗗𝗶𝗮𝗻𝗮 𝗖𝗮𝗿𝗱𝗼𝘇𝗼
Docente de planta, actualmente coordinadora de Autoevaluación. Esposa del almacenista de la UNIPUTUMAYO, fue representante de los docentes en el Consejo Académico. Se le señala de ser cuota de la administración saliente, lo que genera dudas sobre la continuidad de un modelo de gestión ya cuestionado.
𝟮. 𝗔𝗹𝗲𝘅𝗮𝗻𝗱𝗲𝗿 𝗘𝘀𝗰𝗼𝗯𝗮𝗿
Exdocente jubilado del antiguo Instituto Tecnológico del Putumayo, radicado en Ibagué desde hace varios años. Ha aspirado antes a la rectoría. Su inscripción despierta suspicacias, pues se desconoce su vínculo real con el proyecto actual de la universidad y su capacidad de responder a las demandas locales.
𝟯. 𝗔𝗻𝗱𝗿𝗲𝗮 𝗦𝗶𝗹𝘃𝗮
Actual vicerrectora académica, con cerca de siete años en el cargo. Aunque cuenta con experiencia en la administración universitaria, enfrenta cuestionamientos sobre presuntos procesos fiscales pendientes y sobre su permanencia como docente de planta. Es vista como la carta más fuerte de sectores políticos con interés directo de la UNIPUTUMAYO.
𝗟𝗼𝘀 𝗿𝗶𝗲𝘀𝗴𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝗲𝘀𝘁𝗮 𝗲𝗹𝗲𝗰𝗰𝗶𝗼́𝗻
El futuro de la UNIPUTUMAYO está amenazado por varios factores:
𝐂𝐚𝐩𝐭𝐮𝐫𝐚 𝐩𝐨𝐥𝐢́𝐭𝐢𝐜𝐚: la rectoría podría convertirse en botín de poder, respondiendo a intereses de unos pocos y no al bien común.
𝐂𝐨𝐧𝐭𝐢𝐧𝐮𝐢𝐬𝐦𝐨 𝐬𝐢𝐧 𝐜𝐚𝐦𝐛𝐢𝐨𝐬: mantener las mismas prácticas de la administración saliente pondría en riesgo la legitimidad de la institución.
Falta de transparencia: si los criterios de selección no son claros y públicos, la comunidad educativa perderá confianza en el proceso.
𝐃𝐞𝐬𝐜𝐨𝐧𝐞𝐱𝐢𝐨́𝐧 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐚 𝐬𝐨𝐜𝐢𝐞𝐝𝐚𝐝: más de 7.000 egresados siguen sin ser reconocidos ni integrados en la construcción de futuro. Esa ausencia de vínculo convierte a la universidad en una burbuja y no en un actor real de desarrollo.
¿𝐐𝐮𝐞́ 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐦𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐧𝐮𝐞𝐯𝐨 𝐫𝐞𝐜𝐭𝐨𝐫?
La rectoría de la UNIPUTUMAYO no puede limitarse a administrar recursos ni a leer rendiciones de cuentas mediocres. Necesitamos un liderazgo académico y social con visión estratégica.
𝐄𝐥 𝐧𝐮𝐞𝐯𝐨 𝐫𝐞𝐜𝐭𝐨𝐫 𝐝𝐞𝐛𝐞:
Garantizar transparencia y meritocracia, evitando cuotas políticas y acuerdos oscuros.
Reconstruir la confianza con docentes, estudiantes y egresados.
Implementar un sistema de seguimiento a egresados, que permita conocer y articular sus aportes al desarrollo regional.
Consolidar la calidad académica, con programas pertinentes para las necesidades del Putumayo.
Convertir a la UNIPUTUMAYO en motor de transformación social, con presencia activa en las comunidades y en los grandes debates del territorio.
𝐔𝐧 𝐥𝐥𝐚𝐦𝐚𝐝𝐨 𝐚 𝐥𝐚 𝐜𝐨𝐦𝐮𝐧𝐢𝐝𝐚𝐝
La UNIPUTUMAYO es más que un cargo. Es el sueño de un Putumayo que por décadas reclamó su propia universidad. Hoy ese sueño está en riesgo de convertirse en una frustración más, si no se exige transparencia y compromiso real con la educación superior.
Los egresados, estudiantes y la sociedad putumayense tenemos la responsabilidad de vigilar este proceso y de levantar la voz. El futuro de la UNIPUTUMAYO no puede hipotecarse a intereses particulares. Debe representar la esperanza de todo un departamento.
Porque al final, la pregunta clave es: ¿queremos una UNIPUTUMAYO atrapado en la politiquería o una UNIPUTUMAYO capaz de liderar el futuro del Putumayo?
¿𝐩𝐨𝐫 𝐪𝐮𝐞́ 𝐭𝐚𝐧 𝐩𝐨𝐜𝐨𝐬 𝐚𝐬𝐩𝐢𝐫𝐚𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐚 𝐥𝐚 𝐫𝐞𝐜𝐭𝐨𝐫𝐢́𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐈𝐔𝐓𝐏?
A un día del cierre de la convocatoria para la rectoría de la UNIPUTUMAYO, sorprende que sean tan pocos los aspirantes inscritos. La pregunta es inevitable: ¿por qué?
¿Será que el proceso ya está “cuadrado” y eso desanima a otros candidatos? ¿Será que las condiciones de la convocatoria son restrictivas y favorecen a unos pocos? ¿O será que, por miedo o apatía, muchos docentes y profesionales con trayectoria prefieren no presentarse?
Cualquiera de estas posibilidades abre una alerta. La UNIPUTUMAYO no puede darse el lujo de una elección percibida como cerrada o predeterminada. La universidad más importante del Putumayo necesita un proceso abierto, plural y transparente, que convoque a los mejores perfiles y no a unos pocos con padrinos políticos.
Hoy más que nunca se exige que la comunidad educativa, los egresados y la sociedad civil vigilen con lupa este proceso. Si el número de aspirantes es reducido, el riesgo de que la rectoría termine capturada por intereses particulares crece.
La UNIPUTUMAYO merece más voces, más propuestas y más liderazgo. No podemos resignarnos a que la rectoría se convierta en un juego de pocos, cuando lo que está en juego es el futuro académico y social del Putumayo.
*Egresado UNIPUTUMAYO
