

Por: *Alexander Africano
𝙐𝙣𝙖 𝙝𝙚𝙧𝙞𝙙𝙖 𝙦𝙪𝙚 𝙣𝙤𝙨 𝙙𝙪𝙚𝙡𝙚 𝙖 𝙩𝙤𝙙𝙤𝙨
En la madrugada de hoy, Alonso Barrera (exconcejal) fue víctima de un intento de hurto que casi le cuesta la vida. Dos sujetos, presuntamente habitantes de calle, lo atacaron con arma blanca causándole tres heridas considerables en su cuerpo y por lo que se ha visto en redes mas bien parece una tentativa de homicidio. El hecho, más allá de un registro policial, es el reflejo crudo de una ciudad donde la violencia del hurto ya no distingue horarios ni lugares. La pregunta es inevitable: ¿qué está haciendo la administración municial para garantizar la seguridad de sus habitantes?
𝘾𝙖́𝙢𝙖𝙧𝙖𝙨 𝙖𝙥𝙖𝙜𝙖𝙙𝙖𝙨, 𝙘𝙞𝙪𝙙𝙖𝙙 𝙫𝙪𝙡𝙣𝙚𝙧𝙖𝙗𝙡𝙚
El golpe más duro a la confianza ciudadana es que, al momento del ataque y mucho antes de los homicidios de Elver Cerón y Andres Fajardo, el sistema de cámaras de seguridad estaba totalmente caído. En un municipio que se precia de tener un Plan Integral de Seguridad y Convivencia, resulta inaceptable que la herramienta tecnológica clave para la prevención y judicialización de delitos no funcione. Cada cámara apagada es un delincuente con más ventaja y una comunidad más desprotegida.
𝙀𝙡 𝙝𝙪𝙧𝙩𝙤, 𝙪𝙣 𝙚𝙣𝙚𝙢𝙞𝙜𝙤 𝙘𝙤𝙩𝙞𝙙𝙞𝙖𝙣𝙤
El caso de Alonso no es aislado. El hurto en sus distintas modalidades (personas, residencias, motocicletas, comercio) se ha convertido en el delito que más golpea la vida diaria de los mocoanos. Y no hablamos solo de cifras: hablamos del miedo de caminar de noche, del riesgo de que jóvenes sin oportunidades caigan en el microtráfico y terminen atacando para conseguir unas monedas. El hurto no es solo un delito menor; es una cadena que alimenta la percepción de inseguridad y erosiona la confianza en las instituciones.
𝙐𝙣𝙖 𝙨𝙚𝙜𝙪𝙧𝙞𝙙𝙖𝙙 𝙦𝙪𝙚 𝙣𝙤 𝙥𝙪𝙚𝙙𝙚 𝙨𝙚𝙧 𝙧𝙚𝙖𝙘𝙩𝙞𝙫𝙖
El Plan Integral de de Seguridad y Convivencia – PISCC de Mocoa reconoce el problema desde mucho antes de esta administración, pero sigue planteando respuestas que son más reactivas que preventivas. No basta con aumentar patrullajes ocasionales; se requiere una estrategia con tres pilares:
Prevención focalizada: mapear zonas calientes del hurto y reforzar la presencia institucional en esos puntos.
Tecnología confiable: garantizar un sistema de cámaras funcional, con mantenimiento permanente y protocolos de reacción inmediata.
Comunidad activa: fortalecer redes de vecinos vigilantes, comerciantes y transportadores que articulen esfuerzos con la Policía ¿funcionan los frentes de seguridad? o ¿Qué hace falta?
𝙐𝙣𝙖 𝙥𝙧𝙤𝙥𝙪𝙚𝙨𝙩𝙖 𝙙𝙚𝙨𝙙𝙚 𝙡𝙖 𝙘𝙞𝙪𝙙𝙖𝙙𝙖𝙣𝙞́𝙖
El caso de Alonso Barrera debe ser el último campanazo de alerta para las autoridades. Por eso es importante que el Consejo de Seguridad Municipal convoque de manera extraordinaria a las instituciones responsables para:
Presentar un plan inmediato de reparación y reactivación del sistema de cámaras.
Implementar un mapa público del hurto en Mocoa, con reportes mensuales o bimestrales y trimestrales a la comunidad.
Adoptar un plan piloto de entornos seguros, con patrullajes permanentes en zonas críticas.
Gestionar recursos para programas de empleo juvenil y prevención del consumo, atacando las raíces sociales del delito.
𝐑𝐞𝐟𝐥𝐞𝐱𝐢𝐨́𝐧 𝐟𝐢𝐧𝐚𝐥
Hoy el nombre de Alonso Barrera se suma a la lista de víctimas de un delito que no debería arrebatarnos la tranquilidad. Cada herida que él sufrió simboliza la herida de una ciudad que exige respuestas serias y efectivas. La seguridad no puede ser un discurso ni un papel firmado en planes; debe sentirse en la calle, en los barrios, en la vida diaria.
Mocoa merece caminar sin miedo. Y eso exige que la seguridad deje de ser reactiva y se convierta en un compromiso real con la comunidad y con la «Mocoa bonita» que todos soñamos pero que se engavetó.
*Consejero de Paz y afiliado al CNP – Putumayo
