Amazonía y las NDC: ¿Promesas en papel o acciones reales frente al cambio climático?

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ElEspectador

Por: Mónica Lozano.

“La seguridad de la selva es la seguridad de la humanidad”. Con esa frase concluyó su discurso el presidente de Colombia, Gustavo Petro, en el Encuentro de Presidentes de Países Amazónicos con Autoridades Indígenas y Sociedad Civil. Sin embargo, mientras el discurso resalta la urgencia de salvar la Amazonía, la realidad muestra otra cara: la degradación de la selva avanza y los compromisos climáticos de países como Colombia, Brasil, Ecuador, Bolivia y Perú —las NDC (Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional)— siguen sin traducirse en resultados efectivos. Así lo advirtieron especialistas de la sociedad civil durante la V Cumbre Amazónica, al debatir el papel de las NDC frente a la Amazonía y la política climática regional.

En términos simples, las NDC son los compromisos que los países que firmaron el Acuerdo de París asumieron para reducir emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), adaptarse y mitigar los efectos  del cambio climático.  


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En el caso de los 8 países que comparten el bioma amazónico, su responsabilidad es inmensa: proteger el bosque tropical más grande del planeta, que no solo produce buena parte del agua en Sudamérica, sino que alberga la mayor biodiversidad del mundo y contribuye a estabilizar el clima global.

Realidades en retroceso: un balance de las NDC en la región

La deforestación continúa siendo la principal fuente de emisiones en la región, y es la causa de casi una quinta parte de los GEI a nivel mundial. En Colombia, el IDEAM y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible reportaron un aumento del 43% en 2024 con respecto al año anterior. Esto se traduce en 113.608 hectáreas deforestadas, concentradas sobre todo en el Arco Amazónico, es decir la zona más deforestada que afecta principalmente a los departamentos del Meta, Guaviare, Caquetá y Putumayo. Aunque la tendencia de los últimos tres años muestra una reducción, este repunte vuelve a encender las alarmas.

Andrea Prieto, experta en cambio climático de la Asociación Ambiente y Sociedad, explicó algunos de los problemas estructurales de estos compromisos climáticos: la inestabilidad institucional que impide dar continuidad a las políticas, la incoherencia entre planes económicos y climáticos, la falta de datos e información clara, la ausencia de un sistema de monitoreo transparente que permita verificar el avance de los planes que buscan disminuir la deforestación, así como la carencia de metas específicas para la Amazonía.

El panorama en otros países no es más alentador. En Ecuador, los compromisos son “mínimos” y no reflejan una acción climática real, según Natalia Greene, de Global Alliance for the Rights of Nature. En Bolivia, solo se ha cumplido alrededor del 15% de las metas anteriores, de acuerdo con Juan Carlos Alarcón, de la Plataforma Boliviana Frente al Cambio Climático. Por otro lado, en Perú, la falta de coordinación entre ministerios y la ausencia de una metodología única de reporte dificultan el avance, señaló  Denisse Linares, jefa de Proyecto del Programa de Sostenibilidad, Derecho, Ambiente y Recursos Naturales


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Otro punto crítico es la expansión de los combustibles fósiles, pues muchos países no incluyen compromisos claros en las NDC para detener su expansión en la región. En Ecuador, por ejemplo, la transición energética ni siquiera aparece en la NDC, y el gobierno ha incumplido demandas ciudadanas como la que pide detener la explotación petrolera en el Parque Nacional Yasuní.

Además, países como Bolivia dependen en gran medida de la cooperación internacional para cumplir sus metas, lo que limita la ambición de estos planes. En el caso colombiano, aunque se reciben recursos significativos para frenar la deforestación, estos no parecen ejecutarse de forma efectiva: “la tasa de deforestación sigue siendo altísima”, advirtió Prieto.

NDC con la gente para resultados reales

Un punto común en todos los países es la débil participación ciudadana en la actualización de las NDC. En Colombia, por ejemplo, aunque se han realizado múltiples talleres y espacios de diálogo, estos no han logrado ser lo suficientemente masivos ni claros en su sistematización. Además, persiste la incertidumbre sobre cómo se articulan con los sectores clave y, sobre qué tanto se reflejan realmente en las medidas finales de la NDC. La meta de deforestación cero a 2030 es un ejemplo: más que el resultado de un proceso participativo, fue definida como una decisión principalmente política, no técnica, advirtió Prieto.

Las y los expertos coinciden en que la participación vinculante de pueblos indígenas y comunidades amazónicas es indispensable para garantizar que las NDC reflejen sus voces y contar con su experiencia para  frenar la deforestación. En este sentido, el Acuerdo de Escazú se mencionó como un marco clave para garantizar inclusión y transparencia en América Latina y el Caribe.

El compromiso a prueba en la COP30

La próxima COP30, que se celebrará en Belém do Pará (Brasil), representa una oportunidad histórica para avanzar en la agenda climática de la región. La sociedad civil latinoamericana ha instado a la presidencia de la cumbre a impulsar resultados concretos, entre ellos:

  • NDC ambiciosas, basadas en ciencia y coherentes con la meta de 1.5° C del Acuerdo de París: los países desarrollados y del G20 deben presentar, antes de septiembre, sus NDC 3.0 con compromisos robustos y participación ciudadana.
  • Metas claras, medibles y financiables: una meta explícita de deforestación cero para 2030 y compromisos cuantificables con presupuestos específicos.
  • Visión regional e integral: reforzar la OTCA como espacio de articulación amazónica y consolidar el Observatorio Regional para verificar avances.
  • Indicadores claros: permitiendo un seguimiento público y financiamiento transparente para los territorios amazónicos y sus comunidades.

La Amazonía es un ecosistema vital para regular el clima global. Las NDC son la promesa que los países hicieron al planeta, pero solo tendrán sentido si pasan del papel al territorio. Si bien las NDC se consideran compromisos voluntarios, el Acuerdo de París establece que cada país debe presentarlas, mantenerlas y garantizar que cada actualización represente mayor ambición que la anterior. En el caso de Colombia, que ratificó este Acuerdo, la presentación de la NDC 3.0 no es opcional: es una obligación y, al mismo tiempo, un mensaje político, un instrumento de planificación climática y una herramienta para movilizar recursos. Por eso, la sociedad civil insiste en que, más allá de la retórica, las metas sean claras, sectoriales, basadas en evidencia científica y con respaldo normativo y financiero. En otras palabras: que la NDC deje de ser solo un compromiso en papel y se convierta en un plan vinculante, participativo y que realmente busque proteger la Amazonía.


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