

Por : Alexander Africano
El pasado 5 de agosto de 2025, durante la 𝙨𝙚𝙜𝙪𝙣𝙙𝙖 𝙨𝙚𝙨𝙞𝙤́𝙣 𝙙𝙚𝙡 𝘾𝙤𝙣𝙨𝙚𝙟𝙤 𝘿𝙚𝙥𝙖𝙧𝙩𝙖𝙢𝙚𝙣𝙩𝙖𝙡 𝙙𝙚 𝙋𝙖𝙯, 𝙍𝙚𝙘𝙤𝙣𝙘𝙞𝙡𝙞𝙖𝙘𝙞𝙤́𝙣 𝙮 𝘾𝙤𝙣𝙫𝙞𝙫𝙚𝙣𝙘𝙞𝙖 𝙙𝙚𝙡 𝙋𝙪𝙩𝙪𝙢𝙖𝙮𝙤, 𝙚𝙣 𝙖𝙧𝙩𝙞𝙘𝙪𝙡𝙖𝙘𝙞𝙤́𝙣 𝙘𝙤𝙣 𝙚𝙡 𝘾𝙤𝙣𝙨𝙚𝙟𝙤 𝙏𝙚𝙧𝙧𝙞𝙩𝙤𝙧𝙞𝙖𝙡 𝙙𝙚 𝙍𝙚𝙞𝙣𝙘𝙤𝙧𝙥𝙤𝙧𝙖𝙘𝙞𝙤́𝙣, se vivió un momento histórico para el departamento. La presencia del jefe negociador del Gobierno Nacional, Dr. Armando Novoa, así como la participación directa de voceros de la Coordinadora Nacional Ejército Bolivariano (CNEB), autoridades departamentales en cabeza del 𝙜𝙤𝙗𝙚𝙧𝙣𝙖𝙙𝙤𝙧 𝙅𝙝𝙤𝙣 𝙈𝙤𝙡𝙞𝙣𝙖, 𝙢𝙖́𝙨 𝙙𝙚 𝟮𝟬 𝙚𝙭𝙥𝙧𝙚𝙨𝙞𝙤𝙣𝙚𝙨 𝙨𝙤𝙘𝙞𝙖𝙡𝙚𝙨 𝙚 𝙞𝙣𝙨𝙩𝙞𝙩𝙪𝙘𝙞𝙤𝙣𝙖𝙡𝙚𝙨, 𝙞𝙜𝙡𝙚𝙨𝙞𝙖, 𝙖𝙨𝙞́ 𝙘𝙤𝙢𝙤 𝙡𝙖 𝙛𝙪𝙚𝙧𝙯𝙖 𝙥𝙪́𝙗𝙡𝙞𝙘𝙖 𝙮 𝙡𝙞́𝙙𝙚𝙧𝙚𝙨 𝙘𝙤𝙢𝙪𝙣𝙞𝙩𝙖𝙧𝙞𝙤𝙨, 𝙙𝙞𝙤 𝙪𝙣 𝙘𝙖𝙧𝙖́𝙘𝙩𝙚𝙧 𝙥𝙡𝙪𝙧𝙖𝙡, 𝙡𝙚𝙜𝙞́𝙩𝙞𝙢𝙤 𝙮 𝙚𝙨𝙩𝙧𝙖𝙩𝙚́𝙜𝙞𝙘𝙤 𝙖𝙡 𝙚𝙣𝙘𝙪𝙚𝙣𝙩𝙧𝙤.
Durante su intervención, 𝘦𝘭 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘦𝘫𝘦𝘳𝘰 𝘥𝘦𝘱𝘢𝘳𝘵𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘢𝘭 𝘥𝘦 𝘱𝘢𝘻, 𝘈𝘭𝘦𝘹𝘢𝘯𝘥𝘦𝘳 𝘈𝘧𝘳𝘪𝘤𝘢𝘯𝘰 𝘔𝘢𝘤𝘪́𝘢𝘴, expresó a nombre del Consejo una voz clara de respaldo al proceso de diálogos de paz, al tiempo que elevó un mensaje que no eludió tensiones ni verdades: “𝙊𝙟𝙖𝙡𝙖́ 𝙡𝙖 𝙥𝙖𝙯 𝙣𝙤 𝙨𝙚𝙖 𝙪𝙣 𝙧𝙞𝙚𝙨𝙜𝙤 𝙥𝙤𝙨𝙩𝙚𝙧𝙜𝙖𝙙𝙤 𝙢𝙖́𝙨. 𝙇𝙖 𝙥𝙖𝙧𝙩𝙞𝙘𝙞𝙥𝙖𝙘𝙞𝙤́𝙣 𝙘𝙤𝙢𝙪𝙣𝙞𝙩𝙖𝙧𝙞𝙖 𝙮 𝙡𝙖 𝙞𝙣𝙫𝙚𝙧𝙨𝙞𝙤́𝙣 𝙚𝙨𝙩𝙧𝙪𝙘𝙩𝙪𝙧𝙖𝙡 𝙣𝙤 𝙥𝙪𝙚𝙙𝙚𝙣 𝙚𝙨𝙥𝙚𝙧𝙖𝙧”.
Se compartió escenario con el 𝙜𝙤𝙗𝙚𝙧𝙣𝙖𝙙𝙤𝙧 𝙅𝙝𝙤𝙣 𝙈𝙤𝙡𝙞𝙣𝙖, 𝙦𝙪𝙞𝙚𝙣 𝙥𝙧𝙚𝙨𝙚𝙣𝙩𝙤́ 𝙘𝙞𝙛𝙧𝙖𝙨 𝙖𝙡𝙚𝙣𝙩𝙖𝙙𝙤𝙧𝙖𝙨 𝙚𝙣 𝙢𝙖𝙩𝙚𝙧𝙞𝙖 𝙙𝙚 𝙨𝙚𝙜𝙪𝙧𝙞𝙙𝙖𝙙: 𝙪𝙣𝙖 𝙙𝙞𝙨𝙢𝙞𝙣𝙪𝙘𝙞𝙤́𝙣 𝙙𝙚𝙡 𝟱𝟴.𝟴𝟮% 𝙚𝙣 𝙡𝙤𝙨 𝙝𝙤𝙢𝙞𝙘𝙞𝙙𝙞𝙤𝙨 𝙧𝙚𝙜𝙞𝙨𝙩𝙧𝙖𝙙𝙤𝙨 𝙚𝙣 𝙚𝙡 𝙙𝙚𝙥𝙖𝙧𝙩𝙖𝙢𝙚𝙣𝙩𝙤 𝙙𝙪𝙧𝙖𝙣𝙩𝙚 𝟮𝟬𝟮𝟱, en comparación con el año anterior. Africano reconoció estos avances como señales positivas de una posible transformación, y coincidió con el mandatario departamental en que sin inversión social sostenida, no habrá paz duradera.
Tanto el gobernador Molina como el Consejero insistieron en que la seguridad no puede reducirse al control armado, sino que debe traducirse en seguridad humana, es decir: acceso real a salud, educación, empleo digno, justicia, y participación sin miedo.
Además, durante la sesión 𝙨𝙚 𝙝𝙞𝙘𝙞𝙚𝙧𝙤𝙣 𝙞𝙢𝙥𝙤𝙧𝙩𝙖𝙣𝙩𝙚𝙨 𝙥𝙧𝙚𝙘𝙞𝙨𝙞𝙤𝙣𝙚𝙨 𝙨𝙤𝙗𝙧𝙚 𝙡𝙤𝙨 𝙖𝙫𝙖𝙣𝙘𝙚𝙨 𝙮 𝙖𝙘𝙪𝙚𝙧𝙙𝙤𝙨 𝙖𝙡𝙘𝙖𝙣𝙯𝙖𝙙𝙤𝙨 𝙚𝙣 𝙡𝙖 𝙈𝙚𝙨𝙖 𝙙𝙚 𝘿𝙞𝙖́𝙡𝙤𝙜𝙤𝙨, 𝙩𝙖𝙣𝙩𝙤 𝙥𝙤𝙧 𝙥𝙖𝙧𝙩𝙚 𝙙𝙚𝙡 𝙟𝙚𝙛𝙚 𝙣𝙚𝙜𝙤𝙘𝙞𝙖𝙙𝙤𝙧 𝙘𝙤𝙢𝙤 𝙙𝙚 𝙡𝙤𝙨 𝙫𝙤𝙘𝙚𝙧𝙤𝙨 𝙙𝙚 𝙡𝙖 𝘾𝙉𝙀𝘽, 𝙦𝙪𝙞𝙚𝙣𝙚𝙨 𝙧𝙚𝙖𝙛𝙞𝙧𝙢𝙖𝙧𝙤𝙣 𝙨𝙪 𝙘𝙤𝙢𝙥𝙧𝙤𝙢𝙞𝙨𝙤 𝙘𝙤𝙣 𝙡𝙖 𝙗𝙪́𝙨𝙦𝙪𝙚𝙙𝙖 𝙙𝙚 𝙨𝙤𝙡𝙪𝙘𝙞𝙤𝙣𝙚𝙨 𝙚𝙨𝙩𝙧𝙪𝙘𝙩𝙪𝙧𝙖𝙡𝙚𝙨. En este contexto, el rol del Consejo Departamental de Paz fue reconocido como articulador clave de las voces territoriales, con capacidad de seguimiento, veeduría y canal de diálogo directo entre comunidad y Estado.
Un aspecto preocupante fue señalado por el Consejo Territorial de Reincorporación: 𝙚𝙡 𝙧𝙞𝙚𝙨𝙜𝙤 𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙣𝙛𝙧𝙚𝙣𝙩𝙖 𝙡𝙖 𝙘𝙤𝙤𝙥𝙚𝙧𝙖𝙩𝙞𝙫𝙖 𝘾𝙊𝙊𝙈𝙐𝘾𝙊𝙉 𝙚𝙣 𝙚𝙡 𝙢𝙪𝙣𝙞𝙘𝙞𝙥𝙞𝙤 𝙙𝙚 𝙋𝙪𝙚𝙧𝙩𝙤 𝙂𝙪𝙯𝙢𝙖́𝙣, integrada por excombatientes en proceso de reincorporación. Esta alerta pone en evidencia la urgencia de garantizar medidas de protección y condiciones reales para consolidar la paz en los territorios.
𝗗𝗲𝘀𝗱𝗲 𝗲𝗹 𝗖𝗼𝗻𝘀𝗲𝗷𝗼 𝗱𝗲 𝗣𝗮𝘇 𝘀𝗲 𝗲𝗻𝘁𝗿𝗲𝗴𝗼́ 𝗳𝗼𝗿𝗺𝗮𝗹𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗮𝗹 𝗷𝗲𝗳𝗲 𝗻𝗲𝗴𝗼𝗰𝗶𝗮𝗱𝗼𝗿 𝘂𝗻𝗮 𝘀𝗼𝗹𝗶𝗰𝗶𝘁𝘂𝗱 𝗰𝗹𝗮𝘃𝗲:
- 𝘐𝘯𝘤𝘭𝘶𝘴𝘪𝘰́𝘯 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘴𝘰𝘤𝘪𝘦𝘥𝘢𝘥 𝘤𝘪𝘷𝘪𝘭 𝘦𝘯 𝘭𝘰𝘴 𝘥𝘪𝘢𝘭𝘰𝘨𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘱𝘢𝘻
Se exigió que las voces del territorio: campesinos, víctimas, mujeres, juventudes, pueblos indígenas y afrodescendientes, comunidades de fe, sectores educativos no sean marginales ni postergadas. Se propuso:
*Crear un mecanismo permanente de participación social con enfoque territorial.
*Reconocer a los Consejos de Paz y comités de derechos humanos como interlocutores legítimos.
*Desarrollar mesas de escucha directa en municipios priorizados. - 𝘎𝘢𝘳𝘢𝘯𝘵𝘪́𝘢 𝘥𝘦 𝘱𝘳𝘦𝘴𝘶𝘱𝘶𝘦𝘴𝘵𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘭𝘢 𝘪𝘮𝘱𝘭𝘦𝘮𝘦𝘯𝘵𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘵𝘦𝘳𝘳𝘪𝘵𝘰𝘳𝘪𝘢𝘭
Se advirtió que sin recursos reales, la paz no pasará de ser una ilusión más. Se solicitó:
*Un fondo multianual, con control social y enfoque territorial, para implementar lo acordado.
*Apoyo a procesos de sustitución de economías ilícitas, proyectos productivos, salud, educación, memoria y reconciliación.
*Fortalecimiento institucional local para garantizar seguridad humana, justicia restaurativa y reparación.
El tono del encuentro fue constructivo pero firme. Las comunidades, las instituciones y los voceros de la CNEB coincidieron en que esta vez la paz no puede fracasar. Y si quiere tener futuro, debe construirse con quienes han vivido el conflicto en carne propia.
“𝘌𝘭 𝘗𝘶𝘵𝘶𝘮𝘢𝘺𝘰 𝘺𝘢 𝘩𝘢 𝘦𝘴𝘱𝘦𝘳𝘢𝘥𝘰 𝘥𝘦𝘮𝘢𝘴𝘪𝘢𝘥𝘰”, dijo Africano, “𝘺 𝘯𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘥𝘪𝘴𝘱𝘶𝘦𝘴𝘵𝘰𝘴 𝘢 𝘳𝘦𝘱𝘦𝘵𝘪𝘳 𝘭𝘢 𝘩𝘪𝘴𝘵𝘰𝘳𝘪𝘢. 𝘌𝘴𝘵𝘢 𝘦𝘴 𝘶𝘯𝘢 𝘰𝘱𝘰𝘳𝘵𝘶𝘯𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘵𝘳𝘢𝘯𝘴𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢𝘳, 𝘯𝘰 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘧𝘪𝘳𝘮𝘢𝘳”.
La voz del Putumayo no fue de queja ni de exigencia sin fundamento. Fue una voz que acompañó, que propuso, que respaldó el camino del diálogo con sensatez, pero también con firmeza. 𝗤𝘂𝗲 𝗽𝗶𝗱𝗶𝗼́ 𝗾𝘂𝗲 𝗹𝗮 𝗽𝗮𝘇 𝗱𝗲𝗷𝗲 𝗱𝗲 𝘀𝗲𝗿 𝗹𝗲𝘁𝗿𝗮 𝗺𝘂𝗲𝗿𝘁𝗮 𝘆 𝘀𝗲 𝗰𝗼𝗻𝘃𝗶𝗲𝗿𝘁𝗮 𝗲𝗻 𝗽𝗮𝗻, 𝘁𝗶𝗲𝗿𝗿𝗮, 𝘃𝗲𝗿𝗱𝗮𝗱 𝘆 𝗱𝗶𝗴𝗻𝗶𝗱𝗮𝗱 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝘁𝗼𝗱𝗮𝘀 𝗹𝗮𝘀 𝗴𝗲𝗻𝗲𝗿𝗮𝗰𝗶𝗼𝗻𝗲𝘀.
