

𝑃𝑜𝑟: Alexander Africano
El nacimiento de la Institución Universitaria del Putumayo (IUP) es un hecho histórico que nos llena de esperanza a quienes creemos en la educación como motor de transformación social y territorial. Como egresado del Instituto Tecnológico del Putumayo (ITP), siento orgullo por este paso institucional. Sin embargo, también siento preocupación por ciertos aspectos que, aunque podrían parecer menores, tienen un peso simbólico y político muy significativo: 𝗹𝗮 𝗺𝗮𝗻𝗲𝗿𝗮 𝗲𝗻 𝗾𝘂𝗲 𝘀𝗲 𝗵𝗮 𝗽𝗿𝗲𝘀𝗲𝗻𝘁𝗮𝗱𝗼 𝗹𝗮 𝗻𝘂𝗲𝘃𝗮 𝗶𝗱𝗲𝗻𝘁𝗶𝗱𝗮𝗱 𝗴𝗿𝗮́𝗳𝗶𝗰𝗮.
Uno de los elementos más llamativos del nuevo logo institucional 𝗲𝘀 𝗲𝗹 𝗶𝘀𝗼𝘁𝗶𝗽𝗼 𝗱𝗼𝗻𝗱𝗲 𝘂𝗻𝗮 𝗹𝗲𝘁𝗿𝗮 “𝗨” 𝗱𝗲 𝗴𝗿𝗮𝗻 𝗳𝗼𝗿𝗺𝗮𝘁𝗼 𝗶𝗻𝘁𝗲𝗴𝗿𝗮 𝘂𝗻𝗮 “𝗣” 𝗰𝘂𝘆𝗼 𝗰𝗶́𝗿𝗰𝘂𝗹𝗼 𝗶𝗻𝘁𝗲𝗿𝗻𝗼 𝗮𝗽𝗮𝗿𝗲𝗰𝗲 𝗲𝗻 𝗰𝗼𝗹𝗼𝗿 𝗻𝗮𝗿𝗮𝗻𝗷𝗮, con un diseño radial que recuerda al sol. Más allá de su estética limpia y minimalista, este símbolo ha despertado cuestionamientos legítimos. En particular, 𝐥𝐚 𝐞𝐯𝐢𝐝𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐬𝐢𝐦𝐢𝐥𝐢𝐭𝐮𝐝 𝐜𝐨𝐧 𝐞𝐥 𝐥𝐨𝐠𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞𝐬𝐚 𝐦𝐢𝐧𝐞𝐫𝐚 𝐋𝐢𝐛𝐞𝐫𝐨 𝐂𝐨𝐛𝐫𝐞, 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐬𝐨𝐥𝐨 𝐮𝐭𝐢𝐥𝐢𝐳𝐚 𝐥𝐚 𝐦𝐢𝐬𝐦𝐚 𝐩𝐚𝐥𝐞𝐭𝐚 𝐜𝐫𝐨𝐦𝐚́𝐭𝐢𝐜𝐚 𝐲 𝐞𝐬𝐭𝐫𝐮𝐜𝐭𝐮𝐫𝐚 𝐠𝐫𝐚́𝐟𝐢𝐜𝐚, sino que ha tenido convenios recientes con la naciente universidad.
Este parecido no puede ignorarse. En comunicación visual, los símbolos no son neutros. El color naranja asociado al cobre y a la minería comunica mucho más que energía o renovación: remite directamente a un modelo extractivo que históricamente ha generado tensiones en el Putumayo. 𝐏𝐨𝐫 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐬𝐭𝐞, 𝐞𝐥 𝐜𝐨𝐥𝐨𝐫 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐞, 𝐝𝐞𝐟𝐢𝐧𝐢𝐝𝐨 𝐜𝐥𝐚𝐫𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐀𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐨 𝐍𝐨‧ 𝟎𝟎𝟗 𝐝𝐞𝐥 𝟑𝟏 𝐝𝐞 𝐦𝐚𝐫𝐳𝐨 𝐝𝐞 𝟐𝟎𝟐𝟓 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐞𝐥 𝐜𝐨𝐥𝐨𝐫 𝐨𝐟𝐢𝐜𝐢𝐚𝐥 𝐝𝐞𝐥 𝐜𝐢́𝐫𝐜𝐮𝐥𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 “𝐏”, 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐜𝐚𝐫𝐠𝐚 𝐦𝐮𝐜𝐡𝐨 𝐦𝐚́𝐬 𝐚𝐝𝐞𝐜𝐮𝐚𝐝𝐚 𝐚 𝐧𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐚 𝐫𝐞𝐚𝐥𝐢𝐝𝐚𝐝: 𝐫𝐞𝐩𝐫𝐞𝐬𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐛𝐢𝐨𝐝𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐢𝐝𝐚𝐝, 𝐬𝐨𝐬𝐭𝐞𝐧𝐢𝐛𝐢𝐥𝐢𝐝𝐚𝐝, 𝐜𝐫𝐞𝐜𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐧𝐚𝐭𝐮𝐫𝐚𝐥 𝐲 𝐜𝐨𝐧𝐞𝐱𝐢𝐨́𝐧 𝐜𝐨𝐧 𝐞𝐥 𝐞𝐧𝐭𝐨𝐫𝐧𝐨 𝐚𝐦𝐚𝐳𝐨́𝐧𝐢𝐜𝐨‧
Este acuerdo emitido por el Consejo Directivo del entonces ITP al actualizar su Proyecto Educativo Institucional no es un documento decorativo. Es el marco normativo que orienta la identidad institucional, y que debe respetarse, especialmente en momentos fundacionales como este. 𝐒𝐮𝐬𝐭𝐢𝐭𝐮𝐢𝐫 𝐞𝐥 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐞 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐥 𝐧𝐚𝐫𝐚𝐧𝐣𝐚 𝐧𝐨 𝐬𝐨𝐥𝐨 𝐝𝐞𝐬𝐜𝐨𝐧𝐨𝐜𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐝𝐞𝐜𝐢𝐬𝐢𝐨́𝐧 𝐟𝐨𝐫𝐦𝐚𝐥, 𝐬𝐢𝐧𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐠𝐞𝐧𝐞𝐫𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐟𝐮𝐬𝐢𝐨́𝐧 𝐬𝐨𝐛𝐫𝐞 𝐚 𝐪𝐮𝐢𝐞́𝐧 𝐫𝐞𝐩𝐫𝐞𝐬𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐫𝐞𝐚𝐥𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐥𝐚 𝐧𝐮𝐞𝐯𝐚 𝐮𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐢𝐝𝐚𝐝‧
¿𝙀𝙨𝙩𝙖𝙢𝙤𝙨 𝙥𝙧𝙤𝙮𝙚𝙘𝙩𝙖𝙣𝙙𝙤 𝙪𝙣𝙖 𝙞𝙣𝙨𝙩𝙞𝙩𝙪𝙘𝙞𝙤́𝙣 𝙘𝙤𝙣𝙚𝙘𝙩𝙖𝙙𝙖 𝙘𝙤𝙣 𝙡𝙖 𝙨𝙚𝙡𝙫𝙖, 𝙡𝙤𝙨 𝙨𝙖𝙗𝙚𝙧𝙚𝙨 𝙡𝙤𝙘𝙖𝙡𝙚𝙨 𝙮 𝙚𝙡 𝙩𝙚𝙧𝙧𝙞𝙩𝙤𝙧𝙞𝙤? ¿𝙊 𝙪𝙣𝙖 𝙞𝙢𝙖𝙜𝙚𝙣 𝙘𝙤𝙧𝙥𝙤𝙧𝙖𝙩𝙞𝙫𝙖 𝙦𝙪𝙚, 𝙫𝙤𝙡𝙪𝙣𝙩𝙖𝙧𝙞𝙖 𝙤 𝙞𝙣𝙫𝙤𝙡𝙪𝙣𝙩𝙖𝙧𝙞𝙖𝙢𝙚𝙣𝙩𝙚, 𝙧𝙚𝙥𝙧𝙤𝙙𝙪𝙘𝙚 𝙚𝙡𝙚𝙢𝙚𝙣𝙩𝙤𝙨 𝙙𝙚 𝙢𝙖𝙧𝙘𝙖𝙨 𝙥𝙧𝙞𝙫𝙖𝙙𝙖𝙨 𝙘𝙤𝙣 𝙞𝙣𝙩𝙚𝙧𝙚𝙨𝙚𝙨 𝙢𝙞𝙣𝙚𝙧𝙤𝙨 𝙚𝙣 𝙡𝙖 𝙧𝙚𝙜𝙞𝙤́𝙣?
La imagen institucional debe ser coherente con el discurso y la visión que se promueve. 𝗡𝗼 𝗲𝘀 𝗮𝗰𝗲𝗽𝘁𝗮𝗯𝗹𝗲 𝗾𝘂𝗲 𝗲𝗻 𝗽𝗹𝗲𝗻𝗼 𝗹𝗮𝗻𝘇𝗮𝗺𝗶𝗲𝗻𝘁𝗼 𝗼𝗳𝗶𝗰𝗶𝗮𝗹 𝘀𝗲 𝗱𝗶𝗳𝘂𝗻𝗱𝗮𝗻 𝗺𝗮𝘁𝗲𝗿𝗶𝗮𝗹𝗲𝘀 𝗱𝗼𝗻𝗱𝗲 𝗲𝗹 𝗶𝘀𝗼𝘁𝗶𝗽𝗼 𝗽𝗿𝗲𝘀𝗲𝗻𝘁𝗮 𝗲𝗿𝗿𝗼𝗿𝗲𝘀 𝘁𝗲́𝗰𝗻𝗶𝗰𝗼𝘀 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝗹𝗮 𝗼𝗺𝗶𝘀𝗶𝗼́𝗻 𝗱𝗲𝗹 𝗰𝗼𝗹𝗼𝗿 𝗼𝗳𝗶𝗰𝗶𝗮𝗹 𝗼 𝗰𝗼𝗻𝗳𝘂𝘀𝗶𝗼𝗻𝗲𝘀 𝗲𝘀𝘁𝗿𝗮𝘁𝗲́𝗴𝗶𝗰𝗮𝘀 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝗹𝗮 𝗰𝗲𝗿𝗰𝗮𝗻𝗶́𝗮 𝘃𝗶𝘀𝘂𝗮𝗹 𝗰𝗼𝗻 𝘂𝗻𝗮 𝗲𝗺𝗽𝗿𝗲𝘀𝗮 𝗺𝗶𝗻𝗲𝗿𝗮. El diseño gráfico, cuando se usa correctamente, puede ser una herramienta de afirmación cultural y pedagógica. Pero cuando se desvía de su propósito, puede enviar mensajes que entran en contradicción con el espíritu de una universidad pública y autónoma.
𝗘𝘀𝗲 𝗰𝗶́𝗿𝗰𝘂𝗹𝗼, 𝘀𝗲𝗴𝘂́𝗻 𝗹𝗼 𝗱𝗶𝘀𝗽𝘂𝗲𝘀𝘁𝗼 𝗰𝗹𝗮𝗿𝗮𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗔𝗰𝘂𝗲𝗿𝗱𝗼 𝗡𝗼. 𝟬𝟬𝟵 𝗱𝗲𝗹 𝟯𝟭 𝗱𝗲 𝗺𝗮𝗿𝘇𝗼 𝗱𝗲 𝟮𝟬𝟮𝟱, 𝗱𝗲𝗯𝗲 𝘀𝗲𝗿 𝗱𝗲 𝗰𝗼𝗹𝗼𝗿 𝘃𝗲𝗿𝗱𝗲, un tono que no es decorativo, sino que responde a una carga simbólica coherente con nuestro territorio: biodiversidad, sostenibilidad, vida, crecimiento natural. El verde es el color del Putumayo que queremos proyectar, no solo como región amazónica sino como territorio que valora el conocimiento en armonía con su entorno.
Y sin embargo, 𝐥𝐚𝐬 𝐝𝐢𝐫𝐞𝐜𝐭𝐢𝐯𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐧𝐚𝐜𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐮𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐡𝐚𝐧 𝐩𝐞𝐫𝐦𝐢𝐭𝐢𝐝𝐨 𝐲 𝐬𝐨𝐬𝐭𝐞𝐧𝐢𝐝𝐨 𝐥𝐚 𝐝𝐢𝐟𝐮𝐬𝐢𝐨́𝐧 𝐦𝐚𝐬𝐢𝐯𝐚 𝐝𝐞 𝐮𝐧 𝐢𝐬𝐨𝐭𝐢𝐩𝐨 𝐞𝐧 𝐜𝐨𝐥𝐨𝐫 𝐧𝐚𝐫𝐚𝐧𝐣𝐚, 𝐭𝐚𝐧𝐭𝐨 𝐞𝐧 𝐦𝐚𝐭𝐞𝐫𝐢𝐚𝐥𝐞𝐬 𝐢𝐦𝐩𝐫𝐞𝐬𝐨𝐬 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐞𝐧 𝐭𝐨𝐝𝐚𝐬 𝐬𝐮𝐬 𝐫𝐞𝐝𝐞𝐬 𝐬𝐨𝐜𝐢𝐚𝐥𝐞𝐬 𝐨𝐟𝐢𝐜𝐢𝐚𝐥𝐞𝐬, 𝐢𝐧𝐜𝐥𝐮𝐲𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐥𝐚 𝐩𝐚́𝐠𝐢𝐧𝐚 𝐢𝐧𝐬𝐭𝐢𝐭𝐮𝐜𝐢𝐨𝐧𝐚𝐥 𝐝𝐞 𝐅𝐚𝐜𝐞𝐛𝐨𝐨𝐤‧Esto no solo es una violación a un acuerdo oficial vigente, sino también una señal preocupante de improvisación, falta de atención o, peor aún, de alineación con intereses ajenos al espíritu de una universidad pública.
¿Cómo puede una universidad pública, nacida en pleno corazón de la Amazonía colombiana, apropiarse de una imagen tan alejada de sus principios, e incluso contraria a su normatividad? ¿Es desinformación, negligencia o una decisión deliberada?
Este no es un simple error de diseño. Es un acto que afecta la coherencia institucional, daña la credibilidad de sus órganos de gobierno y lanza un mensaje confuso al estudiantado, al cuerpo docente y a la comunidad putumayense. 𝐋𝐚 𝐢𝐝𝐞𝐧𝐭𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐠𝐫𝐚́𝐟𝐢𝐜𝐚 𝐝𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐮𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐞𝐬 𝐭𝐚𝐦𝐛𝐢𝐞́𝐧 𝐮𝐧 𝐦𝐚𝐧𝐢𝐟𝐢𝐞𝐬𝐭𝐨 𝐩𝐨𝐥𝐢́𝐭𝐢𝐜𝐨, 𝐲 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐡𝐨𝐲 𝐬𝐞 𝐜𝐨𝐦𝐮𝐧𝐢𝐜𝐚 𝐝𝐞𝐬𝐝𝐞 𝐞𝐥 𝐢𝐬𝐨𝐭𝐢𝐩𝐨 𝐧𝐨 𝐞𝐬 𝐚𝐮𝐭𝐨𝐧𝐨𝐦𝐢́𝐚, 𝐧𝐢 𝐛𝐢𝐨𝐝𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐢𝐝𝐚𝐝, 𝐧𝐢 𝐚𝐜𝐚𝐝𝐞𝐦𝐢𝐚: 𝐞𝐬 𝐝𝐞𝐩𝐞𝐧𝐝𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚 𝐬𝐢𝐦𝐛𝐨́𝐥𝐢𝐜𝐚 𝐲 𝐝𝐞𝐬𝐚𝐥𝐢𝐧𝐞𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐜𝐨𝐧 𝐞𝐥 𝐭𝐞𝐫𝐫𝐢𝐭𝐨𝐫𝐢𝐨‧
Como egresado, como ciudadano y como observador crítico, hago un llamado respetuoso pero firme:𝐥𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐜𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐮𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐧𝐨 𝐞𝐦𝐩𝐢𝐞𝐳𝐚 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐚𝐝𝐫𝐢𝐥𝐥𝐨𝐬 𝐧𝐢 𝐝𝐢𝐩𝐥𝐨𝐦𝐚𝐬, 𝐬𝐢𝐧𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐬𝐢́𝐦𝐛𝐨𝐥𝐨𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐫𝐞𝐩𝐫𝐞𝐬𝐞𝐧𝐭𝐞𝐧 𝐬𝐮 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐚𝐝𝐞𝐫𝐨 𝐜𝐚𝐫𝐚́𝐜𝐭𝐞𝐫‧ Que el logo no sea una réplica de otros intereses, sino el reflejo genuino de nuestro territorio, nuestra historia y nuestro compromiso con el futuro.
*Consejero de Paz – Egresado IUP
