

DW – La transición energética global hacia fuentes renovables como la solar y eólica, así como la creciente adopción de vehículos eléctricos, ha disparado la demanda de cobre. Este metal es una materia prima indispensable debido a su durabilidad y eficiencia como conductor eléctrico. Sin embargo, satisfacer esta demanda creciente, que requiere que el 70% del cobre sea extraído directamente de minas ya que el reciclaje no es suficiente, revela un lado oscuro con severos impactos en las regiones donde se extrae.
Gran parte del cobre mundial proviene de Sudamérica, con Chile, Perú y Brasil como proveedores comunes. La empresa Aurubis, uno de los principales procesadores de cobre a nivel global con sede en Hamburgo, Alemania, importa esta materia prima de varias minas alrededor del mundo. Aurubis afirma priorizar la sostenibilidad, respetar los derechos humanos y la protección del medio ambiente, y dice aplicar criterios claros y estándares internacionales a sus proveedores, verificándolos en el lugar de origen.
Sin embargo, investigaciones en Chile, el principal productor mundial con 5,5 millones de toneladas anuales, pintan un panorama muy diferente. Documentos aduaneros de Estados Unidos muestran que Aurubis ha comprado cobre a la Corporación Nacional del Cobre de Chile (Codelco), la empresa minera estatal más importante del país. Codelco opera la mina Chuquicamata, una de las más grandes del mundo, ubicada cerca de Calama, en medio del desierto de Atacama.
La vida en Calama y las áreas cercanas a la mina está marcada por una severa contaminación y sus consecuencias:
- Contaminación Ambiental: Densas nubes de humo se extienden desde la mina hacia la ciudad. Se registran altas concentraciones de material particulado que sobrepasan significativamente las normativas nacionales e incluso los estándares europeos. Este polvo negro contiene plomo, arsénico y cobre, y es visible en superficies incluso en la ciudad portuaria de Antofagasta, a donde se transporta el mineral.
- Impacto en el Agua: Las minas de cobre consumen enormes cantidades de agua; en 2011, Chuquicamata consumía más de 60 millones de metros cúbicos al año. Esto ha secado la mayoría de los ríos locales. El río Loa, la fuente de vida más importante del desierto de Atacama, lleva ahora poca agua y concentra cerca de 76 tipos de componentes ecotóxicos, con la gran minería aportando a esta contaminación. Un análisis de una muestra de agua del río Loa mostró niveles de arsénico «tremendamente elevados», comparables a concentraciones vistas después de accidentes ambientales.
- Desechos Tóxicos: Codelco ha derivado durante décadas las aguas residuales de la mina a un lago salado que ha crecido a proporciones gigantescas y ahora está cerca de la localidad de Chiu. Los residuos de la minería generan lodo tóxico que contiene metales pesados y es un «contaminante perpetuo» que requiere protección constante, comparable a las barras de combustible nuclear gastadas
- Efectos en la Salud Humana: Vivir en Calama implica una constante exposición a la contaminación. Las enfermedades respiratorias son frecuentes, y el cáncer es una de las principales causas de muerte en la región. Los médicos registran tasas de cáncer de pulmón, vejiga y piel entre 5 y 7 veces más altas que en el resto de Chile, atribuidas al arsenismo crónico provocado por el agua contaminada hace décadas. La tasa de mortalidad por cáncer de riñón ha aumentado un 75% en nueve años. También hay sospechas fundadas de que la contaminación impacta en el desarrollo de los niños, con casos de autismo y malformaciones de nacimiento.
- Condiciones Laborales y Sociales: El trabajo minero demanda un gran sacrificio humano, y muchos mineros mueren antes de jubilarse. La mortalidad infantil también es más alta en la zona. El 70% de los trabajadores en Chuquicamata son de empresas contratistas, no empleados directos de Codelco. Existe un gran miedo entre los trabajadores a hablar públicamente sobre las condiciones. Dirigentes sindicales y la prensa tienen vetado el acceso a las instalaciones de Codelco. Comunidades indígenas, que ya fueron desplazadas de sus tierras, ahora sufren por la escasez de agua que impacta su agricultura y ganadería tradicional. A pesar de las enormes ganancias de Codelco, comunidades cercanas viven en la pobreza y sienten que la empresa no ha hecho nada para reparar el daño causado.
Al confrontar a Aurubis con estos hallazgos, la empresa reitera la importancia de garantizar buenas condiciones y sus estándares, pero evita confirmar o refutar los detalles específicos. Indican que buscan formas de mejorar con los proveedores en lugar de romper relaciones comerciales. Hacen referencia a un código de conducta y a una página de denunciantes que permite reportes anónimos gestionados por un servicio independiente. Sin embargo, un dirigente sindical chileno señala la dificultad de operar esta plataforma para un trabajador promedio, y Aurubis afirma que hasta ahora no han recibido denuncias de violaciones.
La minería en países con estándares ambientales y laborales menos estrictos que, por ejemplo, Alemania (donde la minería es más cara precisamente por tener las regulaciones más estrictas), hace que el cobre importado sea más barato. Esto plantea la cuestión de si la transición energética, si depende de materias primas obtenidas a un costo humano y ambiental tan elevado, es realmente tan «verde».
A pesar de los desafíos, existen ejemplos que demuestran que la minería de cobre responsable con el medio ambiente es posible. El caso de Sudbury, Canadá, muestra una historia de daño ambiental devastador en los años 70 que, gracias a un proyecto masivo de renaturalización y una fuerte cooperación entre gobierno e industria, ha logrado una recuperación extraordinaria de ecosistemas, ríos y lagos, donde la vida acuática ha regresado. Las claves incluyeron el tratamiento del metal bajo tierra para reducir los metales pesados en superficie y una inversión sustancial en protección ambiental.
El cobre es crucial para nuestro futuro energético, pero la forma en que se obtiene debe cambiar. Los gobiernos, y no solo las empresas, deben asegurar y hacer cumplir estándares razonables en la minería a nivel mundial.
