La reconstrucción de Mocoa ha sido y seguirá siendo una deuda impune

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Por: *Alexander Africano

𝘚𝘦 𝘩𝘢 𝘷𝘶𝘦𝘭𝘵𝘰 𝘤𝘰𝘴𝘵𝘶𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘭𝘢 𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢 𝘦𝘭𝘦𝘨𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘥𝘦 𝘢𝘳𝘤𝘩𝘪𝘷𝘢𝘳 𝘦𝘭 𝘥𝘰𝘭𝘰𝘳 𝘺 𝘤𝘶𝘣𝘳𝘪𝘳 𝘭𝘢 𝘪𝘯𝘢𝘤𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘤𝘰𝘯 𝘥𝘪𝘴𝘤𝘶𝘳𝘴𝘰𝘴 𝘪𝘯𝘴𝘵𝘪𝘵𝘶𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘭𝘦𝘴.

En el Congreso de la República, se realizó un debate de control político sobre la reconstrucción de Mocoa, y lo que quedó en evidencia fue más que la ausencia de obras: quedó al desnudo la vergüenza institucional que sigue condenando a nuestra capital del Putumayo al abandono.

El director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) ni siquiera asistió. Su subdirector, en una frase que debería encender todas las alarmas, dijo: “𝙉𝙤 𝙨𝙤𝙢𝙤𝙨 𝙘𝙖𝙥𝙖𝙘𝙚𝙨 𝙚𝙣 𝙡𝙖 𝙧𝙚𝙘𝙤𝙣𝙨𝙩𝙧𝙪𝙘𝙘𝙞𝙤́𝙣”. Esa afirmación no solo denota incapacidad, sino una peligrosa naturalización del fracaso del Estado.


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La solidaridad con Mocoa del Representante a la Cámara Alejandro Ocampo, quien ha denunciado con claridad esta situación en el Congreso no se hizo esperar. Su voz se suma a la de quienes no estamos dispuestos a aceptar que se maquille la ausencia del Estado con proyectos absurdos mientras miles de familias siguen esperando.

Aún más indignante es saber que 𝙘𝙚𝙧𝙘𝙖 𝙙𝙚 𝟰𝟬 𝙛𝙪𝙣𝙘𝙞𝙤𝙣𝙖𝙧𝙞𝙤𝙨 𝙚𝙨𝙩𝙖𝙧𝙞́𝙖𝙣 𝙙𝙚𝙫𝙚𝙣𝙜𝙖𝙣𝙙𝙤 𝙨𝙖𝙡𝙖𝙧𝙞𝙤𝙨 𝙖𝙨𝙞𝙜𝙣𝙖𝙙𝙤𝙨 𝙖𝙡 𝙥𝙧𝙤𝙘𝙚𝙨𝙤 𝙙𝙚 𝙧𝙚𝙘𝙤𝙣𝙨𝙩𝙧𝙪𝙘𝙘𝙞𝙤́𝙣 𝙙𝙚 𝙈𝙤𝙘𝙤𝙖, seguramente la mayoría sin tener conexión con el territorio, sin que los avances sean visibles ni comprobables en el territorio. ¿𝘘𝘶𝘦́ 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘯𝘴𝘵𝘳𝘶𝘤𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘴𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘱𝘢𝘨𝘢𝘯𝘥𝘰? ¿𝘈 𝘲𝘶𝘪𝘦́𝘯 𝘴𝘦 𝘭𝘦 𝘳𝘪𝘯𝘥𝘦 𝘤𝘶𝘦𝘯𝘵𝘢𝘴? ¿𝘋𝘰́𝘯𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘯 𝘭𝘰𝘴 𝘳𝘦𝘴𝘶𝘭𝘵𝘢𝘥𝘰𝘴?

Pero como si el abandono no fuera suficiente, la UNGRD ha decidido impulsar la creación de un “𝙈𝙪𝙨𝙚𝙤 𝙄𝙣𝙩𝙚𝙧𝙖𝙘𝙩𝙞𝙫𝙤 𝙙𝙚𝙡 𝙍𝙞𝙚𝙨𝙜𝙤” (𝙈𝘼𝙂𝙈𝘼), una iniciativa que, aunque se presenta como educativa, resulta profundamente ilógica y ofensiva para una población que aún espera vivienda digna, vías, puentes y soluciones reales.

¿𝘾𝙤́𝙢𝙤 𝙥𝙪𝙚𝙙𝙚 𝙝𝙖𝙗𝙡𝙖𝙧𝙨𝙚 𝙙𝙚 𝙢𝙚𝙢𝙤𝙧𝙞𝙖 𝙙𝙚𝙡 𝙧𝙞𝙚𝙨𝙜𝙤 𝙘𝙪𝙖𝙣𝙙𝙤 𝙡𝙖𝙨 𝙝𝙚𝙧𝙞𝙙𝙖𝙨 𝙨𝙞𝙜𝙪𝙚𝙣 𝙖𝙗𝙞𝙚𝙧𝙩𝙖𝙨? ¿𝘾𝙤́𝙢𝙤 𝙨𝙚 𝙥𝙧𝙚𝙩𝙚𝙣𝙙𝙚 𝙚𝙣𝙨𝙚𝙣̃𝙖𝙧 𝙨𝙤𝙗𝙧𝙚 𝙙𝙚𝙨𝙖𝙨𝙩𝙧𝙚𝙨 𝙢𝙞𝙚𝙣𝙩𝙧𝙖𝙨 𝙨𝙚 𝙞𝙜𝙣𝙤𝙧𝙖 𝙖 𝙡𝙖𝙨 𝙫𝙞́𝙘𝙩𝙞𝙢𝙖𝙨 𝙫𝙞𝙫𝙖𝙨 𝙙𝙚𝙡 𝙙𝙚𝙨𝙖𝙨𝙩𝙧𝙚 𝙙𝙚 𝙈𝙤𝙘𝙤𝙖?. El museo del riesgo es, en este contexto, un monumento a la desconexión institucional: se prefieren los símbolos a las soluciones, la pedagogía vacía a la acción transformadora.


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No se puede construir paz con desprecio a la verdad territorial. Lo visto hoy en el Congreso es inaceptable. No bastan las excusas ni los informes vacíos. Se necesita voluntad, transparencia y presencia real del Estado.

Este país parece más preparado para explicar las tragedias que para evitarlas. Más interesado en contar historias que en cambiar realidades. Y eso, en un territorio que ha puesto los muertos y los escombros, no solo indigna: duele.

Desde el Putumayo, seguimos diciendo: la paz no se construye desde la capital, ni desde los museos, ni desde los escritorios. Se construye con presencia real, con obras concretas, con justicia social. Y eso, hoy, nos lo siguen negando.

𝙈𝙤𝙘𝙤𝙖 𝙣𝙤 𝙣𝙚𝙘𝙚𝙨𝙞𝙩𝙖 𝙨𝙚𝙧 𝙧𝙚𝙘𝙤𝙧𝙙𝙖𝙙𝙖: 𝙣𝙚𝙘𝙚𝙨𝙞𝙩𝙖 𝙨𝙚𝙧 𝙧𝙚𝙥𝙖𝙧𝙖𝙙𝙖…𝙮 𝙣𝙤 𝙤𝙡𝙫𝙞𝙙𝙖𝙧𝙖́.

Lo que pasó ayer en el Congreso y la citación en cabeza del Representante Carlos Ardila de Putumayo no es solo un fracaso administrativo: es una afrenta a la dignidad del pueblo Mocuano. Es hora de que el país entero mire a Mocoa no con lástima, sino con compromiso real. Porque la reconstrucción no puede seguir siendo una deuda impune.

*Consejero de Paz y afiliado al CNP – Colegio de Periodistas Putumayo

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