La guerra soterrada en el Putumayo : minas contra la esperanza

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Por: *Alexander Africano

En menos de una semana, el Ejército Nacional ha logrado localizar y destruir dos depósitos ilegales con explosivos en el departamento del Putumayo. Lo que podría parecer una victoria táctica es, en realidad, una muestra clara de la profundidad de la guerra que sigue latente en nuestros territorios: más de 1.400 minas antipersonal, listas para asesinar o mutilar, fueron encontradas ocultas en zonas rurales de Mocoa y Puerto Guzmán.

Estos artefactos no solo buscan frenar el avance de la Fuerza Pública. Son armas cobardes diseñadas para sembrar terror entre la población civil, particularmente en regiones habitadas por comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes. Son una afrenta directa al derecho internacional humanitario y una amenaza constante a los derechos humanos.

El primer hecho reciente ocurrió en la vereda Alto Afán, de Mocoa, donde se encontró un depósito con más de mil explosivos improvisados, algunos con sistemas de activación diseñados para detonar ante cualquier intento de intervención. Uno de ellos, con 21 kilogramos de explosivos, tenía el potencial de causar una tragedia de proporciones incalculables. En Puerto Guzmán, la historia se repitió con 460 minas más, todas listas para ser sembradas en la selva amazónica, donde niños y niñas caminan los mismos senderos que los violentos pretenden minar.


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Estos dispositivos, según inteligencia militar, pertenecerían a los Comandos de Frontera y la Estructura Raúl Reyes, organizaciones criminales que, ante el aumento de las operaciones militares, intentan preservar su poder sembrando muerte bajo tierra. Cada mina enterrada es una condena para el futuro. Cada explosivo oculto es una trampa tendida a la esperanza.

Desde el Consejo de Paz Departamental, alzamos nuestra voz para exigir a los grupos armados el respeto al principio de distinción y al derecho de las comunidades a vivir en paz. Reiteramos el llamado al desminado humanitario, a la inversión social y al diálogo con enfoque territorial como caminos irreversibles hacia la paz. La guerra no puede seguir escondida bajo la tierra que cultivamos para vivir.

La paz no será completa mientras haya una sola mina enterrada en Putumayo. Cada explosivo destruido es una semilla menos de violencia y una oportunidad más para sembrar vida.

*CNP Putumayo


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