

Las2Orillas Bloqueos en la Panamericana reflejan disputas internas y lucha por recursos entre organizaciones indígenas, afectando a comunidades ajenas al conflicto
Por décima vez desde hace aproximadamente cinco años, un grupo de indígenas Misaks, bloquea
la carretera panamericana entre Cali y Popayán, esta vez en una extraña alianza con indígenas
nasas Agrupados en los “Nietos de Quintín Lame” y personas provenientes de Resguardos
indígenas de los departamentos de Nariño y Putumayo. ¿Quiénes son estos personajes y cómo se
teje esta extraña alianza?
Al parecer, uno de los temas que los unifica es su inconformidad y distanciamiento de organizaciones indígenas históricas como lo es el Consejo regional Indígena del Cauca – CRIC y el movimiento de Autoridades Indígenas del Suroccidente de Colombia – AICO. La causa es la disputa por el acceso a recursos del Estado.
En 1999 el gobierno nacional mediante el decreto 982/99, reconoció al CRIC como Autoridad Tradicional y le otorgó la personería jurídica para realizar convenios interadministrativos, administrar y ejecutar recursos públicos que hoy ascienden a más de doscientos mil millones de pesos al año en temas relacionados con educación, salud, programas productivos, ambientales, justicia y trabajo político-organizativo.
Durante muchos años, organizaciones como AICO se opusieron a este mecanismo, pues según ellos, desvirtuaba y suplantaba el carácter de autoridad que únicamente deberían tener los cabildos indígenas. Sin embargo, el surgimiento de líderes ambiciosos en estas organizaciones y la posibilidad de acceder a más recursos con este Gobierno considerado aliado en un principio, motivo el cambio de este paradigma, la consecuente división de las organizaciones, el posicionamiento de este tipo de líderes ambiciosos y politiqueros con antecedentes en conflictos y divisiones internas.
Hoy en día, piden un decreto similar que le otorgue a sus organizaciones intermediarias el mismo carácter que se le otorgó al CRIC en el año 1999. Algunos de ellos, como señor Yalanda que funge de manera no legal como gobernador del Resguardo de La María, hizo parte de un grupo que trató de apoderarse de forma privada de la Central Cooperativa Indígena del CRIC – CENCOIC hace algunos años.
El CRIC ganó el pleito legal y a partir de allí la enemistad con el señor Yalanda se hizo irreconciliable. Igual sucede con líderes de AICO del departamento de Nariño, muchos de ellos han sido denunciados en sus resguardos por manejos poco transparentes de recursos y por inmiscuirse en alianzas politiqueras que han puesto en riesgo a las comunidades de esa zona del país. Sin embargo, su habilidad y astucia, les ha permitido conseguir seguidores no solo en los resguardos de Nariño, sino también en el Putumayo y el Huila.
Los nietos de Quintín, son una organización surgida hace unos quince años y promovida por las antiguas FARC antes de su proceso de reincorporación como una estrategia para debilitar el proceso de la guardia indígena del CRIC, mediante una organización paralela que les permitiera, además, facilitar el reclutamiento de jóvenes, niñas y niños para la guerrilla. A pesar de la desmovilización de las FARC, esta organización persiste y se ha fortalecido en zonas indígenas como Tierradentro, actualmente afectada por el crecimiento de los cultivos de coca y marihuana y por el control de la zona y la economía ilícita por parte del grupo de las disidencias denominado Dagoberto Ramos.
Es justo de esta zona de donde provino el grupo que bloqueó la panamericana, a pocos kilómetros de Piendamó, donde hace una semana explotó una bomba a plena luz del día que mató a dos personas y dejó heridas a más de 90, hecho atribuido a la disidencia Dagoberto Ramos. Es lógico que la movilización de más de mil indígenas a Bogotá esta semana y de otros cientos al bloqueo de la panamericana, requiere de aliados con una suficiente capacidad financiera, fortaleza que los indígenas detractores de AICO no poseen.
Los nietos ya ganaron parte de acuerdos de inversión en sus zonas con el bloqueo y si ganan con el decreto que se pelea en Bogotá, podrán tener la legitimidad legal y política necesaria para competirle al CRIC y desplazar a los líderes que se oponen, entre otras cosas, al establecimiento de cultivos de uso ilícito y a la conexa presencia de actores armados en sus territorios. Sin duda alguna, muchas de las reivindicaciones que enarbolan, son totalmente válidas y son obvia consecuencia del abandono histórico y la discriminación a la que el Estado colombiano ha sometido por siglo no solo a los indígenas, sino también, a toda lo ruralidad en Colombia. Como también frente a la incapacidad rutilante del actual gobierno para dar respuesta sus discursos populistas y a sus promesas demagógicas.
Es válido también que su inconformidad con la hegemonía del CRIC, de AICO y de otras organizaciones indígenas nacionales como la ONIC, en el control de los recursos públicos, el despilfarro de los mismos, la corrupción de muchos de sus dirigentes y el fracaso de sus estrategias educativas y de apoyo a los jóvenes en sus territorios, es también una razón sustentable para su protesta.
Pero no es justo que se afecte a una población cada vez más empobrecida y que no tiene nada que
ver con sus debates internos. En el cauca no solo viven indígenas y hay miles de familias campesinas que son quienes realmente sostienen la economía de este departamento. Así mismo, los antecedentes de las organizaciones, liderazgos y objetivos de quienes están promoviendo esta protesta, no augura una situación diferente a la que cuestionan, solo un cambio de actores en el direccionamiento oscuro y mediocre en sus organizaciones y el afianzamiento de la violencia y el abuso de niñas, niños, jóvenes y comuneros en general en sus territorios.
