Por: *Alexander Africano
El 31 de marzo de 2017 quedó marcado en la historia de Mocoa como un día de dolor y tragedia. La avenida torrencial arrasó con vidas, hogares y sueños, dejando una herida imborrable en el corazón de nuestra comunidad. Entre las historias de heroísmo que emergieron de aquella fatídica noche, brilla con luz propia el sacrificio del 𝙋𝙖𝙩𝙧𝙪𝙡𝙡𝙚𝙧𝙤 𝙙𝙚 𝙡𝙖 𝙋𝙤𝙡𝙞𝙘𝙞́𝙖 𝙉𝙖𝙘𝙞𝙤𝙣𝙖𝙡 𝘿𝙚𝙘𝙞𝙙𝙚𝙧𝙞𝙤 𝙊𝙨𝙥𝙞𝙣𝙖 𝙊𝙩𝙖𝙫𝙤, 𝙪𝙣 𝙝𝙤𝙢𝙗𝙧𝙚 𝙘𝙪𝙮𝙤 𝙘𝙤𝙢𝙥𝙧𝙤𝙢𝙞𝙨𝙤 𝙘𝙤𝙣 𝙚𝙡 𝙙𝙚𝙗𝙚𝙧 𝙡𝙤 𝙡𝙡𝙚𝙫𝙤́ 𝙖 𝙚𝙣𝙩𝙧𝙚𝙜𝙖𝙧 𝙨𝙪 𝙫𝙞𝙙𝙖 𝙥𝙤𝙧 𝙡𝙤𝙨 𝙙𝙚𝙢𝙖́𝙨.
En momentos de caos y desesperación, cuando el lodo y las aguas envolvían la ciudad en una sombra de muerte, Ospina Otavo no dudó en ponerse al servicio de su comunidad. Su valentía no fue un acto impulsivo, sino la manifestación de un espíritu noble que entendía la seguridad y el auxilio como una vocación de vida. Él no era solo un uniformado, era un ser humano excepcional que, en su último acto de servicio, demostró que el amor por la comunidad está por encima de todo.
Su legado no debe ser olvidado. Más allá de las ceremonias y conmemoraciones, es necesario que su historia permanezca como un ejemplo para las nuevas generaciones, para aquellos que ven en la labor policial más que un empleo, una misión de vida. 𝘿𝙚𝙘𝙞𝙙𝙚𝙧𝙞𝙤 𝙊𝙨𝙥𝙞𝙣𝙖 𝙊𝙩𝙖𝙫𝙤 𝙚𝙣𝙘𝙖𝙧𝙣𝙖 𝙚𝙡 𝙞𝙙𝙚𝙖𝙡 𝙙𝙚 𝙪𝙣 𝙨𝙚𝙧𝙫𝙞𝙙𝙤𝙧 𝙥𝙪́𝙗𝙡𝙞𝙘𝙤 𝙞́𝙣𝙩𝙚𝙜𝙧𝙤, 𝙖𝙡𝙜𝙪𝙞𝙚𝙣 𝙦𝙪𝙚, 𝙘𝙤𝙣 𝙝𝙤𝙣𝙤𝙧 𝙮 𝙘𝙤𝙢𝙥𝙧𝙤𝙢𝙞𝙨𝙤, 𝙖𝙨𝙪𝙢𝙞𝙤́ 𝙨𝙪 𝙧𝙚𝙨𝙥𝙤𝙣𝙨𝙖𝙗𝙞𝙡𝙞𝙙𝙖𝙙 𝙝𝙖𝙨𝙩𝙖 𝙡𝙖𝙨 𝙪́𝙡𝙩𝙞𝙢𝙖𝙨 𝙘𝙤𝙣𝙨𝙚𝙘𝙪𝙚𝙣𝙘𝙞𝙖𝙨.
Hoy, ocho años después, su nombre sigue siendo sinónimo de valentía y sacrificio. 𝗤𝘂𝗲 𝘀𝘂 𝗺𝗲𝗺𝗼𝗿𝗶𝗮 𝗻𝗼𝘀 𝗶𝗺𝗽𝘂𝗹𝘀𝗲 𝗮 𝗰𝗼𝗻𝘀𝘁𝗿𝘂𝗶𝗿 𝘂𝗻𝗮 𝘀𝗼𝗰𝗶𝗲𝗱𝗮𝗱 𝗺𝗮́𝘀 𝘀𝗼𝗹𝗶𝗱𝗮𝗿𝗶𝗮, 𝗱𝗼𝗻𝗱𝗲 𝗲𝗹 𝗿𝗲𝘀𝗽𝗲𝘁𝗼 𝘆 𝗹𝗮 𝗴𝗿𝗮𝘁𝗶𝘁𝘂𝗱 𝗵𝗮𝗰𝗶𝗮 𝗾𝘂𝗶𝗲𝗻𝗲𝘀 𝗽𝗿𝗼𝘁𝗲𝗴𝗲𝗻 𝗻𝘂𝗲𝘀𝘁𝗿𝗮𝘀 𝗰𝗼𝗺𝘂𝗻𝗶𝗱𝗮𝗱𝗲𝘀 𝘀𝗲𝗮𝗻 𝘂𝗻𝗮 𝗰𝗼𝗻𝘀𝘁𝗮𝗻𝘁𝗲 𝘆 𝗻𝗼 𝘀𝗼𝗹𝗼 𝘂𝗻 𝗵𝗼𝗺𝗲𝗻𝗮𝗷𝗲 𝗲𝗻 𝗳𝗲𝗰𝗵𝗮𝘀 𝗲𝘀𝗽𝗲𝗰𝗶𝗮𝗹𝗲𝘀.
A su familia, colegas y a toda la comunidad que lo recuerda con cariño y admiración, un mensaje de reconocimiento y gratitud. Que su historia nunca se pierda en el olvido y que su sacrificio nos inspire a trabajar por un Mocoa más fuerte y resiliente.
¡𝐀 𝐮𝐧 𝐚𝐦𝐢𝐠𝐨 𝐲 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐚𝐧̃𝐞𝐫𝐨!