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Por : Germán Ortiz Ch.
Como electores, debemos hacer un ejercicio de reflexión profunda: no se trata solo de quién debe ganar, sino de qué debe ganar.
El verdadero «ganador» de estas elecciones debe ser el Putumayo, el departamento, su gente, su territorio. La decisión que tomemos el 9 de febrero no solo afectará a quien se coloque al frente del gobierno, sino que marcará la senda de desarrollo, paz y prosperidad que esta región necesita para salir adelante.
Putumayo enfrenta retos complejos y urgentes. La pobreza, la violencia, la falta de infraestructura y las dificultades para acceder a servicios básicos son solo algunas de las problemáticas que han afectado a sus habitantes durante décadas. El próximo gobernador tendrá la enorme responsabilidad de encarar estos desafíos con propuestas viables y sostenibles. Por eso, el electorado debe centrarse en evaluar qué propuestas son las más adecuadas para superar estas barreras, sin dejarse deslumbrar por promesas vacías ni caudillismos populistas.
Es necesario pensar en un proyecto de región, en una visión que trascienda la figura del candidato y apunte a transformar estructuralmente el Putumayo. Necesitamos líderes que no solo hablen de solucionar los problemas, sino que presenten planes claros, con compromisos específicos para mejorar la educación, la salud, la infraestructura, la seguridad y el acceso a oportunidades para todos.
Al final del día, la pregunta no es solo quién se alzará con la victoria, sino cómo esa victoria contribuirá a construir una región más justa, equitativa y próspera. Los votantes debemos pensar en qué es lo mejor para el Putumayo, sin caer en la trampa de los intereses a corto plazo. Solo así podremos construir una región que, más allá de las elecciones, se convierta en el verdadero triunfo de todos.