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Por : Germán Ortiz Ch.
Opinar sobre un tema sin conocer a profundidad sobre él, o hacerlo al conocer solamente una cara de la moneda, es un acto de irresponsabilidad. Lamentablemente la mayoría de personas lo hacen y a la ligera van emitiendo conceptos que terminan lesionando la integridad de alguien.
Esta situación es aprovechada para que algunos descarguen su resentimiento en alguien, que tal vez no les hizo daño, pero que les sirve como catarsis para sacar el veneno que ha quedado en su corazón. Ojalá esa fuera la solución y sus conciencias quedaran tranquilas, pero no, pues se convierte en un círculo vicioso de amargura.
Hoy ese ejercicio se ha hecho aún más fuerte gracias a las redes sociales, quienes permiten la libre e irresponsable opinión, convirtiendo a las publicaciones y sus comentarios en el nuevo método de lapidación, donde el protagonista de la nota es acusado y los comentarios son las piedras que se lanzan contra él, quien no tiene la oportunidad de la defensa ante la andanada que se le viene encima.
La reflexión para hoy es si cada persona que opina o tira la piedra, tiene las bases suficientes para hacerlo, si conoce todo el contexto de lo sucedido. Si es así, podría pensar si tira o no tira la primera piedra.