Putumayo y su aguardiente, una mirada personal!

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Las opiniones expresadas por los columnistas son de su total y absoluta responsabilidad personal, no compromete la línea editorial ni periodística de MiPutumayo Noticias

Por : Carlos E. Patiño

PUTUMAYO Y SU AGUARDIENTE.

Una mirada personal!!


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La historia del Aguardiente del Putumayo es una crónica de tradición, innovación y resistencia, tejida en el corazón de la selva amazónica colombiana. En este rincón del país, donde el río Putumayo baña las tierras fértiles y verdes, el aguardiente fue durante décadas un símbolo de identidad y cultura.

Se dice que todo comenzó en la época colonial, cuando los españoles introdujeron la caña de azúcar y la técnica de la destilación. Aunque la región no era conocida por su producción de caña, los artesanos locales aprendieron a cultivarla y a producir un aguardiente único, con un sabor y aroma que reflejaban la esencia de la selva.

Con el paso del tiempo, el aguardiente del Putumayo se convirtió en una bebida emblemática, presente en todas las fiestas y celebraciones. Los productores locales perfeccionaron sus técnicas y recetas, y la bebida se convirtió en un elemento fundamental en la vida social y cultural del departamento.

Mi primer acercamiento con el aguardiente Putumayo fue digamos de caracter «medicinal» y fue cuando mi tia Gloria trajo a Putumayo a mi mamá para que un sabedor que me atreveria decir era unico en su clase la curara de un dolor en su hombro. Me refiero al señor +Tobias Vallejo, segun me datifican vivia en San Francisco. El le entregaria en ese entonces una botella de Aguardiente Putumayo con unas cascaras que a mi juicio eran de chuchuguasa. Ese seria la primera experiencia de conocimiento de esta bebida netamente de la region.


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Pero la historia del aguardiente del Putumayo no estuvo exenta de desafíos. La empresa que producía la bebida se declaró en quiebra, y durante años, el aguardiente desapareció del mercado. La tradición parecía perdida, y con ella, una parte de la identidad putumayense.

Sin embargo, la pasión y el orgullo de los artesanos locales no se apagaron. Con la ayuda de nuevos inversores y tecnologías, el aguardiente del Putumayo resurgió, renovado y fortalecido. Hoy en día, la bebida sigue siendo un símbolo de la cultura y la tradición de la región, un testimonio de la resistencia y la innovación de sus gentes, apesar de que su fabricacion no se reliza en Mocoa como años atras sino en la industria licorera de Caldas.

El aguardiente del Putumayo es más que una bebida; es una historia de supervivencia, de adaptación y de amor por la tierra y la cultura. En cada sorbo, se puede sentir la esencia de la selva, la pasión de los artesanos y la tradición de una región que no se rinde. Es un legado que se transmite de generación en generación, un recordatorio de que, incluso en los momentos más difíciles, la identidad y la cultura pueden prevalecer.

Imagenes: Mag: Ernesto Maya

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