Recuperemos los Árboles

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John Elvis Vera Suarez

John Elvis Vera Suarez

“Mi árbol brotó, mi infancia pasó, hoy bajo su sombra que tanto creció, tenemos recuerdos mi árbol y yo… Parecía sonreírme, como queriendo decirme mira, estoy lleno de nidos, ese árbol que plantamos, hace como unos veinte años, cuando yo solo era un niño”. Alberto Cortez.

El calentamiento global junto al cambio climático, resultado paralelo de la depredación de nuestros entornos naturales, la descomunal contaminación atmosférica y la erradicación de los árboles tan esenciales en la regulación de la temperatura, acelerada bajo el pretexto del desarrollo urbano, está causando un deterioro de la salud pública. Las llamadas “islas de calor” en que se han convertido las ciudades, especialmente las grandes urbes, son el resultado del predominio del cemento con sus grandes edificios, las avenidas vehiculares y la disminución o incluso erradicación de las zonas verdes con sus relictos boscosos.


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Los inmensos y frondosos viejos árboles de nuestras ciudades o pueblos, que quizás no recordemos, o que la juventud actual no tuvo la oportunidad de disfrutar, ni de sus agradables sombras ni sus exquisitos frutos, se han ido muriendo por el afán urbanístico. No se diseñan ciudades alrededor del árbol. Estas crecen desaforadamente arrasando con su entorno natural y lúdico. Las tan reclamadas zonas urbanas arborizadas, no se asoman de igual manera como crecen las torres atestadas de citadinos. “La ciudad es un medio hostil para el árbol y las plantas, porque están diseñadas y pensadas en otras coordenadas que no son las de la naturaleza”, Francisco Bergua, botánico, Español.

Con los calurosos días, cada vez más intensos, la propuesta es contar con grandes árboles que aportan con sus ramas extendidas, refrescando su amplio entorno. Lo anterior es solo posible dejando que los árboles centenarios cumplan su ciclo de vida. Además, que generalmente se les realizan podas que van deteriorando su robustes y aceleran su muerte. Porque precisamente se está pensando en proteger el cemento y no la vida. Si los árboles se cuidaran debidamente, no representarían riesgo alguno para la comunidad y sí, mucho beneficio. “Hay que diseñar las ciudades para que acojan árboles respetando su biología y su forma de crecimiento, el espacio que necesitan a nivel aéreo y subterráneo”, Bernabé Moya.

Lo que se debe realizar, es siembras cuidadosas, con las especies apropiadas en lugares adecuados. Se deben tener en cuenta la calidad de los suelos, el clima promedio, preferiblemente nativos, la profundidad de sus raíces y extensión natural de sus ramas, que atraigan aves y demás polinizadores, y preferiblemente que brinden frutos para el deleite de la ciudadanía. Si son ornamentales, que sus flores embellezcan nuestras calles y den colorido a nuestro caminar por cada una de nuestras ciudades.

Ojalá no se repitan ordenes como la de un alcalde de Gigante (Huila), que ordenó cortar las raíces de la Ceiba Histórica, que se hallaba en el parque central. Había sido sembrada el 5 de octubre de 1851 por instrucción del presidente José Hilario López para celebrar la abolición de la esclavitud en Colombia. A pesar de la criminal orden del tal mandatario local, tan simbólica ceiba vivió por 170 años.


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