Maduro tiene más triste a muchos colombianos que a algunos venezolanos.

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Por : David Pantoja

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El reciente proceso electoral en Venezuela ha generado no solo en los venezolanos sino también en otros lugares del mundo, especialmente en nuestra querida Colombia, una esperanza que se ha visto empañada por lo que muchos consideran un fraude evidente. Esta situación ha llevado a algunos a pensar que la única forma de desalojar a Maduro del poder es mediante una revolución ciudadana armada o un golpe de estado. Sin embargo, este sentimiento debe ser analizado a la luz de nuestra propia experiencia en Colombia.

En Colombia hemos vivido casos de injusticia política donde el fraude ha sido tan evidente que se ha utilizado como justificación para la violencia que hemos padecido. Recordemos los asesinatos de líderes como Luis Carlos Galán o Jorge Eliécer Gaitán, que generaron un sentimiento de injusticia tan fuerte que sumió a nuestro pueblo en un conflicto violento del cual aún nos resulta difícil salir. Otro ejemplo de injusticia electoral es el caso de la reelección de un presidente colombiano que se negoció mediante la entrega de notarías. En este caso, una de las personas que recibió dicho beneficio fue condenada, mientras que quien ordenó las dádivas no tuvo implicación alguna.


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Ustedes se preguntarán por qué pasamos del análisis del caso de Venezuela al de Colombia. Lamentablemente, tendemos a ver con mayor claridad la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio. Este caso no solo nos invita a reflexionar sobre nuestros errores, sino también a considerar la necesidad de mesura a pesar de las circunstancias adversas. No podemos desearle a Venezuela una guerra civil cuando la guerra que aún padecemos en Colombia nos demuestra que ese no es el camino.

En conclusión, aunque la situación en Venezuela es profundamente preocupante y el deseo de justicia es comprensible, debemos aprender de nuestra propia historia y buscar soluciones pacíficas y constructivas que eviten el sufrimiento y la violencia que ya hemos vivido en nuestro país.


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