Por : Germán Ortiz Ch.
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El pasado sábado 20 de julio, los colombianos celebramos el día de la independencia nacional. Con orgullo sacamos en nuestras ventanas la bandera del país y en muchas ciudades, grandes desfiles militares se constituyeron en un recuerdo para aquellos hombres que hicieron posible que nos desligáramos del yugo español.
Quise aprovechar esta ocasión, para hacer memoria del nombre de un hombre que así como esos valerosos compatriotas lucharon por nuestra nación, él también luchó durante su vida por nuestro departamento del Putumayo y hoy, lamentablemente, la mayoría de nuestros jóvenes han olvidado su nombre y si les preguntamos, seguramente no nos darán razón.
Hablo de un personaje nacido en Mocoa, quien desde su profesión de abogado, defendió gratuitamente tantas causas de sus coterráneos que tal vez no tenían con qué pagar a un defensor en sus líos judiciales. Un hombre que amó tanto a su terruño, que escribió unos hermosos versos que con música, se convirtieron en el himno que hoy cantamos con orgullo los putumayenses. Un soñador, que recopiló la historia de su ciudad natal en un libro que hoy nos sirve de guía para saber de dónde venimos, y un líder que como parlamentario dejó obras importantes como la pavimentación del Valle de Sibundoy y muchas otras gestas.
Estoy hablando de Julio Mora Acosta, un personaje al que, considero, la sociedad del Putumayo le debe un sincero homenaje por su amor al territorio; ese mismo amor que sintieron los gestores de la independencia de nuestro país.
Es por eso que este editorial, se lo dedico a mi amigo Julio Mora Acosta, el creador del Himno del Putumayo.
Canten hombres con fuerza y empeño.