Por : Germán Ortiz Ch.
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Cada 19 de julio, los putumayenses recordamos desde hace un poco más de tres décadas, la memoria de varios familiares, amigos y paisanos que perdieron la vida en una de las más graves tragedias viales del país. Hablo de la avalancha de Murallas.
La desidia gubernamental de la época, que convirtió la vía entre Mocoa y San Francisco en el cementerio más largo del mundo, debido al homenaje que los familiares de las personas que morían en este trayecto, hacían a través de cruces en el lugar en el que los conductores caían con sus vehículos al precipicio, bautizaron a esta ruta como el “Trampolín de la Muerte”.
En aquel frío 19 de julio, aún no sabemos cuántas almas se llevó la naturaleza, pero claramente hoy traemos a nuestra mente a varios de los conocidos que allí dejaron de existir y a quienes recordamos con cariño.
Mi profesor de primero de primaria Daniel Cerón y mi profesor de Física en el grado once, Gabriel Insuasty, son apenas dos de los tantos casos que se presentaron entonces y que hoy reviven en nuestra memoria con sus sonrisas y sus enseñanzas.
Ese triste hecho que hoy se conmemora, no es otra cosa que la confirmación del sueño de todos los putumayenses, de contar con una vía digna, en la que no expongamos la vida cada vez que transitamos ese lugar de nuestra geografía. Cada año, con este recuerdo, nuestra voz se pone firme para exigir la terminación de la variante San Francisco – Mocoa.
Amigos, viven en nuestros corazones. Descansen en paz.