El calor y la muerte

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John Elvis Vera Suarez

Las opiniones expresadas por los columnistas son de su total y absoluta responsabilidad personal, no compromete la línea editorial ni periodística de MiPutumayo Noticias


Por la ola de calor por el verano que ya se vive en Europa, existe una gran preocupación ya que ésta se acentúa primordialmente en los barrios populares de sus grandes ciudades, porque los mismos no cuentan con los suficientes espacios verdes para amortiguar las altas temperaturas. Están solicitando “Refugios climáticos” urbanos, para que los más vulnerables se protejan debidamente en estos ardientes días, mientras los privilegiados de las ultraderechas siguen negando la crisis climática actual producto del modelo de ocupación y explotación de los territorios.

La necesidad de arborizar y crear espacios verdes en las urbes, es cada día más evidente. A medida que las temperaturas aumentan, vamos notando como los arboles son esenciales en nuestras ciudades, desbordadas de cemento y con carencia de naturaleza. Si no ordenamos nuestros espacios citadinos, cada vez más sentiremos como nos va agobiando el calor que se nos puede volver un peligroso factor que conduce a la enfermedad o inclusive la muerte. Las “islas de calor”, son producto de la expansión urbana desconociendo la necesidad de la conservación de entornos naturales e inclusive la posibilidad de convertirlas de verdad en ciudades verdes o mejor aún en biodiverciudades.


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Para lograr la resiliencia en esta crisis climática, no basta con crear más parques en toda ciudad por pequeña o grande que sea, los cuales son bastantes necesarios. Debemos rediseñar nuestros centros urbanos para que los mismos se conviertan de verdad en espacios de bienestar ciudadano y esto ocurrirá en la medida que sepamos rodearnos de naturaleza. Acordar la creación de parques y zonas verdes, la peatonalización de calles, la arborización de todos los espacios públicos posibles, la regularización y restricción del tráfico vehicular, un transporte publico masivo y menos contaminante, edificaciones públicas sostenibles y demás medidas que contribuyan a la construcción de una sociedad amigable con el ambiente, es cada día más una necesidad apremiante ante esta profunda crisis climática y ecológica planetaria.

Mientras en el verano del 2022 como consecuencia de la alta hola de calor, murieron 61.672 personas, esparcidos en los 35 países europeos, para las Organización Meteorológica Mundial (OMM) “La mortalidad relacionada con el calor ha aumentado alrededor de un 30% en los últimos 20 años”. En los EEUU, en el 2021 el calor produjo alrededor de 1.600 muertes, en el 2022 ascendió a 1.700 y en el año pasado a 2.300 muertes como resultado de las altas temperaturas. En América Latina, en los últimos 20 años, aumentaron las muertes por causa del calor en un 140%. Ya para 2019 se hablaba de 153.078 muertes por las altas temperaturas en todo el mundo.

The Lance Countdown Latinoamérica, asegura que el aumento de la temperatura promedio en la región, acelera y expande los incendios forestales y enfermades como el dengue (en Colombia ha aumentado el 65,8%) según información de esta misma institución. Por último, nos dice que América Latina cuenta con un “sistema que ya está sobrepasado con los actuales retos sociales y medioambientales y que difícilmente está equipado para la carga adicional que suponen los impactos en salud asociados al cambio climático”.


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