Por: Jorge Kuarán – Comunicador Social
El dilema Petro en Putumayo, está entre el amor y el desamor que genera su nombre y su gestión para el territorio.
Esa traga inmensa por el líder político en Putumayo fue ampliamente demostrada en los resultados electorales a Presidencia, donde más de 100 mil putumayenses le apostaron a un Petro mesias de las regiones apartadas y olvidadas, con ansias pero más con desespero por ser escuchadas y atendidas sus apremiantes necesidades que ha arrinconado al territorio desde los factores determinantes de la pobreza de organización del mercado, la inseguridad, la ilegalidad, la guerra, entre otros flagelos.
Y hablamos únicamente de pobreza de organización del mercado, dado que Putumayo como región tiene todo un potencial productivo (fisico, intelectual y de recursos) para hacer presencia en los mercados nacionales e internacionales, pero la mentalidad colona de la mayoría de su población no ha permitido el arraigo de una organización social por su tierra y con ello pensar desde la legalidad a que se debería dedicar la producción del territorio.
Como se lo decía de colofon de una charla en esta semana a un profesor investigador de la Universidad de Lund de Suecia, quien en su paso por el Putumayo me contactara para hablar un poco del territorio y un tema en especifico, «Putumayo es un territorio inmensamente rico, pero con una abundante pobreza mental, que hace que los factores de su pobreza sean un tema del común y corriente de la gente y se hayan acostumbrado a vivir con ellos». Valga los ejemplos anteriores y sin contar que en Putumayo cuando se habla de producción las personas de la actual generación únicamente piensan en agricultura y vuelva el circulo vicioso de la discusión de región amazónica, que la hemos convertido en una gran debilidad, cuando en realidad es nuestra mayor fortaleza.
El dilema Petro y Putumayo entonces no es tanto por la falta de voluntad del Gobierno o del mismo Petro para desatender la región; el dilema Petro – Putumayo pasa por la ausencia de una dirigencia capaz de interlocutar con el Presidente, una dirigencia que a dos años de Gobierno Nacional no ha podido cruzar la puerta del despacho presidencial, es más no ha podido siquiera acercarse a ella, lo que ha hecho que la atareada agenda presidencial no haya puesto los ojos en este territorio. El dilema está en unos gobiernos regional y locales desconectados totalmente de la agenda del Gobierno Nacional, únicamente concentrados en sus propios presupuestos con lo que quieren hacer rendir la gestión gubernamental, cuando todos conocemos que esos rubro son apenas una caja menor para un territorio, municipio o sector en particular.
El gran dilema en que se debate el Putumayo está en esa dirigencia de la misma línea Petrista que demostró ser incapaz de manejar el presente historico como una oportunidad para cambiar la realidad del territorio. Incapacidad que desconecto a Petro con el pueblo y es la responsable que ese amor por la causa Petrista vaya desapareciendo a pasos agigantados, como lo demostró en las pasadas elecciones, donde los candidatos de Petro en el Putumayo prácticamente tuvieran una aplastante derrota.
Lo grave de todo esto es que todavia los funcionarios de las oficinas técnicas del Gobierno Nacional no tienen pares políticos de la región para interlocutar la dimensión de territorio que queremos, solo cuentan con aquella dirigencia incapaz que al parecer solo sirve para la foto social.
Con todo esto la reflexión que deben tener los nuevos mandatarios del Putumayo que asumen el 01 de enero del próximo año, es trabajar en conjunto, con mucha humildad y capacidad, para establecer con el Despacho presidencial y con el propio Petro, una agenda única para el Putumayo, donde dejando lo pueblerino, se trabajen objetivos transversales estrategicos de la región antes que los temas dispersos y domésticos de cada municipio. Lo anterior teniendo en cuenta que Putumayo no tiene ni ha tenido un sector político Petrista que lo represente y hable por él como territorio.