“…Cuando el pueblo se encuentre y con sus manos teja él mismo sus sueños y su manta… Cuando la paz recobre su paloma y acudan los vecinos a mirarla… Cuando el amor sacuda las cadenas y le nazcan dos alas en la espalda… Solo en aquella hora podrá el hombre decir que tiene patria”. Camino de la Patria, Carlos Castro Saavedra.
Interesados en volvernos a encontrar y conversar un poco, lo hicimos alrededor de una rica frijolada en un lugar intermedio entre Armenia y Pereira. Y es que entre más avanzamos en este nuevo periodo que está viviendo Colombia, se hace más necesario que los diferentes sectores de la sociedad nos sentemos a dialogar sobre nuestras propias preocupaciones, sueños y metas, que es lo que en realidad nos preocupa y que nos ilusiona.
Mientras el profe, lleno de energía, se alegraba que el encuentro fuera acompañado de tan exquisita culinaria, mientras el veterano amigo referente del movimiento socio-ambiental, reafirmaba la necesidad de parar el mal llamado desarrollo en lo que aún denomina como el Viejo Caldas. Y no faltó que se resaltara que la nueva sociedad se construye de la mano del feminismo. Si los cambios lo realizan las mayorías entonces este debe ser impulsado, guiado y por lo menos acompañado de manera beligerante por las mujeres.
Reconociendo, quienes asistimos a tan amena reunión que, serán los próximos años de máxima actividad y compromiso para que los sueños no pierdan esta oportunidad histórica, ya que es la ocasión de armar los cimientos que nos deberá llevar a la construcción de la sociedad justa, solidaria, profundamente democrática, diversa y en Armenia con la naturaleza.
Somos conscientes que el diálogo se debe entablar de igual manera con quienes no nos son cercanos, con quienes hemos diferido e incluso con quienes se oponen férreamente a nuestras propuestas para levantar nuestra nación en este crucial momento de crisis social y ambiental a nivel planetario. El propuesto diálogo nacional lo debemos llevar a lo regional, a lo local. El darnos las manos no debe ser solamente simbólico, es la mejor manera de dejar un pasado de persecuciones, saqueos, guerra y muerte en los territorios. El llamado es para que entre todas y todos seamos capaces de repensar la nación desde lo local y regional.
Los diálogos se deben ampliar y profundizar para que las propuestas a realizar sean escuchadas debidamente y con la argumentación necesaria, estas mismas sean aplicadas en beneficio de la sociedad en general. No todo lo esperado será posible en lo inmediato y mucho se podría lograr en el largo plazo en la medida que las mayorías participemos en el cambio anhelado.
El futuro no es color rosa, este brillará si la sociedad en su conjunto está dispuesta a colocar su mencionado granito de arena, siempre conscientes que para lograr el bienestar general en ocasiones debemos ceder y colocar de nuestra parte. Si de verdad defendemos nuestros territorios la labor será ardua.