La disonancia cognitiva nos mueve a la esterilidad del debate político con el “Si, pero No”

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Por: J. Alexander Africano M.

En estos tiempos hablar de política es tan difícil, pues las creencias, sentimientos, emociones, vivencias, actitudes, información y otros elementos, no permiten darle o ver la razón en el otro (en religión pasa algo similar), seguramente es nuestra herencia desde la época de la independencia con Bolívar y Santander quienes mantuvieron divergencias por la Colombia futura; esto pudo habernos dejado un comportamiento que es de base heredado y por tanto inmodificable o en su defecto nos indica que aún estamos lejos del aprendizaje social en materia política.

No soy psicólogo, pero sí aprecio y admiro dicha profesión, y como tantos Colombianos me he estado cuestionando sobre la mejor decisión para el futuro del País, por fortuna encontré una teoría interesante, la cual a mi juicio aplica por estos tiempos de política y es la teoría de la disonancia cognitiva, en tal virtud haré una corta aproximación de ¿Quién lo descubrió?, ¿Qué es la disonancia cognitiva? y algunos ejemplos, para luego concluir, con la teoría en la política.

Pues bien, la teoría de la disonancia cognitiva fue elaborada por el filósofo y psicólogo neoyorquino Leon Festinger (1919-1989) en su obra A Theory of Cognitive Dissonance (1957) y es considerada por diversos autores como la teoría más influyente en psicología social del siglo XX. En su concepto general se puede afirmar que, por regla general, nuestra conducta deriva de nuestro sistema de creencias (y viceversa), estableciendo un orden y compatibilidad que llamamos coherencia. Pero, ¿qué pasa cuando se produce una disonancia entre lo que hacemos y lo que pensamos, cuando la naturaleza de uno de nuestros actos diverge de nuestro pensamiento?, es en ese momento donde se produce entonces una disonancia cognitiva que deriva en un estado aversivo para el individuo que buscará a toda costa resolver para recuperar la coherencia. Y la forma más fácil y rápida de resolver una disonancia cognitiva es el autoengaño que, convertido en hábito, puede terminar por transformar al individuo en un farsante, un hipócrita… o un fanático.
Para citar algunos ejemplos, me referiré a uno, como es el hecho de que se trabaje en una empresa por varios años y cuando llega el momento de pedir un aumento o un ascenso se tenga temor de hacerlo pues el jefe siempre ha visto al trabajador/ra como una persona amable, humilde, responsable, aunque conoce algunas cosas internas de su jefe, esto puede llevar a una persona a sentirse “no agradable” y demás, y tal vez no haga ni siquiera el intento.


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Otro ejemplo que podemos citar, es el de los alimentos, quien de nosotros acaso no sabe que el azúcar produce diabetes, o que las harinas junto con el sedentarismo aumentan la obesidad, incluso que fumar es nocivo para la salud, en fin, muy a pesar de ir a un gimnasio en ocasiones cometemos conductas que van en contra de eso y se suele decir que: un helado al año no hace daño, que es una excepción por hoy, que algún día se morirá, que “lo que no mata engorda”, y para el caso del cigarrillo: uno nada más igual uno no marca la diferencia como 100, y así sucesivamente.

Hasta en las parejas y el amor se dan estos ejemplos, tal es el caso de un hombre maltratador y al poner fin a la relación en muchos casos se “justifica” al hombre especialmente con argumentos como: el me agredía, pero es responsable y buena persona, o me era infiel porque yo lo llevé a eso, o es que es el padre de mis hijos; en síntesis, él es “malo pero bueno”. Es ahí donde se dice en esta teoría que el individuo (hombre-mujer) busca a toda costa una (falsa) justificación para sus ideas o actos, aunque sean injustificados; y que el poder del autoengaño (casi) no conoce límites.

Aunque criticada por otros teóricos lo cierto es que numerosos estudios desde entonces han demostrado las suposiciones de Festinger y han desarrollado aún más la idea, y hoy en día se acepta que los ejemplos de disonancia cognitiva de la vida cotidiana pueden motivar a las personas a actuar. Esta conducta es tanto así que se han realizado estudios que han demostrado que la mente de quienes se autoengañan resuelve la disonancia cognitiva “aceptando la mentira como una verdad”.

Ahora bien, en vísperas de la elección presidencial en Colombia (2022), hay 02 candidatos el señor Rodolfo Hernández y el otro el señor Gustavo Petro y en ese orden, la coyuntura política nos ha llevado a tener que tomar una “angustiosa” decisión política donde en algunos casos ha terminado con ruptura de lazos familiares, de vecinos, hasta de militante y seguidores de partidos tradicionales, donde en muchas ocasiones se carece de argumentos y se adentra en una resbalosa capacidad de “autoengañarse”, donde mediante la manipulación de nuestras propias ideas y creencias para hacer que encajen entre sí de manera aparente y que conllevan un intento de cambio de la conducta o a defender sus creencias o actitudes (autoengaño).


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Un gran porcentaje de la población ni siquiera se ha tomado el tiempo de leer los planes de gobierno para siquiera aproximarse a una interpretación propia, unos van a votar por que otro dijo o porque no le gusta, porque no les interesa la contienda política, etc; no obstante, algunos acuden a la disonancia cognitiva, aceptando finalmente sobre todo en las redes sociales donde permanecen excusando o explicando el comportamiento de los dos personajes, muchas veces sin argumentos reales que luego parecen callar. Algunas personas eligen descartar, ignorar o explicar el comportamiento que no apoyan, cuando dicen: “fue algo per no es tan malo”, o “no es tan malo como lo que las otras personas dicen”, “fue esto pero ya cambió”, “fueron Alcaldes pésimos, pero hicieron obras”, o personas que optan por descartar o explicar el comportamiento que apoyan como “Hizo una cosa bien, pero mira todas las cosas malas que ha hecho”; en fin, “si pero no”, “es bueno pero es malo”…

Hemos llegado al punto de ver y escuchar en algunos casos como el “populismo” muestra la esterilidad de los debates políticos e ideológicos y como los han puesto de moda, al margen incluso del puro entretenimiento: nadie está dispuesto a cambiar sus creencias sobre temas tan delicados como la corrupción, la economía, en fín, la política. Entonces, ¿para qué discutir si nadie, nunca, jamás, va a aceptar que está equivocado?. Es ahí cuando Negamos rotundamente la veracidad de ese hecho porque aceptarlo supone una disonancia cognitiva inasumible: aceptar que nuestras creencias están asentadas sobre una realidad, como mínimo incoherente y, cómo máximo, falsa.

Para ir cerrando, el mensaje depositado en las urnas el pasado 29 de mayo es contundente, no más politiquería, no más burocracia, no más política como negocio, no más corrupción, no más componendas con fines personales o de grupo. El pueblo ha enviado un claro mensaje: está cansado de tantas promesas incumplidas y de maniobras engañosas y quieren una alternativa para un mejor futuro y que desde la sabiduría propia, la decisión que tomemos en las urnas en esta segunda vuelta sea el renacer de nuestra sociedad, comenzando por recuperar los principios y valores que se han venido diluyendo ante perversas intenciones de sembrar el odio donde antes había amor, la envidia y el abuso donde antes había respeto y consideración, la lucha y confrontación entre compatriotas donde antes florecía la solidaridad y la armonía, que la disonancia cognitiva de la política no nos separe más en ese individualismo del voto por el “menos peor” y otros argumentos en el que se cae como ya se dijo en el autoengaño más grande de una democracia.

Finalmente, todo no puede ser tan malo, luego la disonancia cognitiva debe valorarse, en última instancia, como una oportunidad: una oportunidad de crecimiento personal, de autoconocimiento, de flexibilización dogmática y de concordia colectiva, de aprendizaje, la cual es absolutamente imprescindible para el progreso social en un país como Colombia tan polarizado ideológicamente, apostémosle al cambio, tengamos argumentos creíbles y válidos, y desterremos el “si, pero no”.

“La coherencia entre: comportamientos, conductas y creencias es un sueño posible individual y en sociedad” (JAAM)


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