Por: Carlos Enrique Corredor Saavedra
Con regular frecuencia, vemos, como algunos fanáticos, seguidores de políticos o líderes sociales, imbuidos por la inconsciencia y llevados por los bajos instintos, se trenzan en tremendas discusiones, que inclusive terminan en terribles grescas, todo por culpa de sus líderes, de los cuáles muchos ni siquiera los conocen personalmente. Estos apasionados ciudadanos, ni se imaginan, que la persona o personas por las que están peleando, son las mismas, que en la televisión y otros medios de comunicación se los ve enfrentados con sus rivales; es de suponer sin temor de caer en equivocaciones, que algunos episodios obedecen a acciones mediáticas o propias de un buen libreto donde algunos haciendo gala de dotes histriónicas, improvisan un zaperoco de padre y señor mío, utilizando cualquier cantidad de diatribas contra su supuesto oponente, adornados de epítetos y frases insultantes, muy verosímiles por cierto, pues, hasta ellos mismos se las creen.
Pero, esos mismos, a los que en un momento dado ustedes defendieron a capa y espada, por aquellos, que en un momento se hicieron cascar, a los pocos días, los personas de marras, terminan comiendo en el mismo plato, sin ningún reato de conciencia, conversando dentro de la mayor cordialidad y naturalidad posible, sonrientes e inclusive, haciendo bromas; porque hace un momento, fumaron la “pipa de la paz”. Y como dice el dicho “entre bomberos no se pisan las mangueras”. Eso, es como cuando alguien interviene en una pelea de parejas”. Se reconcilian al poco tiempo, pero tú quedas con la enemistad, posiblemente de los dos.
No es necesario hacer un esfuerzo para saber de algunos casos, pero, tampoco hay necesidad de mencionarlos, porque los hemos visto en muchas ocasiones por la televisión y otros medios de comunicación.
Entonces, lo que menos debemos, es enemistarnos con algunos amigos, inclusive, con familiares, por las diferencias políticas o por nuestro modo de pensar.
Recordemos que cada cabeza es un mundo diferentes, y por esta misma razón, es respetable la opinión y los puntos de vista de cada uno; si no queremos que nos repliquen por nuestros comentarios, pues sencillamente, no enviemos o reenviemos mensajes, de los cuáles no sabemos si esto será o no, del agrado de mi amigo o destinatario.
Además, no podemos defender a ultranza la honorabilidad y honradez de una persona, del cual desconocemos gran parte de su pasado, y sobre esto, debemos tener en cuenta la parábola de Jesús ”el que esté libre de pecado, que lance la primera piedra”.