John Elvis Vera Suarez
Mientras el gobierno se habla entusiasmado de proponerse a sembrar 180’000.000 de árboles en el 2022, como meta para supuestamente contrarrestar la deforestación, en los últimos 30 años se han arrasado al menos 3.093’370.000 (tres mil noventa y tres millones trescientos setenta mil) árboles. Es decir, si se cumpliera dicho objetivo, necesitaríamos alrededor de 18 años para recuperar lo que hasta el momento se ha destruido en las últimas tres (3) décadas. Y aunque en mi columna anterior (El árbol), proponía de manera quizás atrevida que cada ciudadano deberíamos de comprometernos en sembrar al menos un árbol cada año, la verdad es que se deberían redoblar los esfuerzos.
Y no solamente esto, sino se protege de verdad lo existente, nunca lograremos recuperar lo hasta ahora perdido. Pueden seguir aumentando las áreas supuestamente protegidas con su respectiva categoría o figura para su conservación (Parque Nacional, Reserva Natural, Área Natural Única, Santuario de Flora y/o Fauna, Vía Parque, Reserva Forestal, Parque Natural Regional, Distritos de Conservación de Suelos, Distritos Integrados de Manejo, Reservas Naturales de la Sociedad civil y demás que puedan existir), no olvidemos los Resguardos Indígenas en los cuales está inserta la conservación, y como decía, estas áreas se pueden multiplicar pero si no se les brindan las herramientas y no se realizan las medidas necesarias, la conservación seguirá siendo a medias y la destrucción seguirá avanzando.
Pero más allá de las anunciadas reforestaciones, lo que se debe impulsar es la restauración ecológica, que se podría resumir como el dejar que la naturaleza haga su labor de recuperación de determinada área y si es necesario, la sociedad solo tendría que ayudar un poco con enriquecimiento con algunas especies de interés específico, como aquellas en peligro de extinción en la respectiva zona. Como resultado podría producir mayor diversidad a menos costo.
Dentro de buena parte de los Parques Nacionales y demás áreas de conservación existen verdaderos terratenientes, con ocupaciones ilegales que bajo la tolerancia de la institucionalidad tienen sus enclaves dedicados primordialmente a la ganadería extensiva y de paso a saquear el patrimonio forestal.
Por información del 2021, podemos mencionar la existencia de al menos 59 Parques Nacionales, con una extensión de algo más de 17 millones de hectáreas, representados en ellos como el 64% de los ecosistemas existentes en el país. ¿Pero en realidad cuántos están verdaderamente protegidos y salvaguardados?
El modelo económico y social imperante está ligado al relacionamiento con nuestro entorno natural. La pretensión generalizada de acumulación de capital, o como se suele llamar, la generación de riqueza, ha conllevado a acciones continuas de destrucción de nuestra diversidad biológica.
Ahora bien, esta es realizada en mayor dimensión por el poder avasallador de los grandes capitales a través de sus depredadoras empresas.
Nota: Los agrotóxicos utilizados en actividades agropecuarias convencionales siguen intoxicando nuestras vidas. Las comunidades denuncian y las instituciones parecen no reaccionar. El crimen continúa cometiéndose. No contaminen más la tierra, no nos envenenen más.
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