John Elvis Vera Suarez
“La Madre Tierra claramente nos pide que actuemos. Los océanos se llenan de plásticos y se vuelven más ácidos. El calor extremo, los incendios forestales y las inundaciones… han afectado a millones de personas.” Declaración de la ONU.
El próximo viernes se celebra el día de nuestro planeta La Tierra.Celebración nacida de manifestaciones multitudinarias en EEUU en 1970.Cada año desde hace ya medio siglo, se viene resaltando esta fecha como un llamado para recordarnos que es necesario y vital la protección de nuestro planeta, único hogar con que cuenta la humanidad. Y proteger la Tierra es conservar la vida en todas sus expresiones. Que conlleva por igual a conservar la diversidad cultural esparcida por todos los rincones del mundo, existentes a su vez como expresión en parte a la diversidad biológica y la adaptación delos pueblos a sus particularidades. Como lo dice la Nobel y Embajadora de la Unesco… “La tierra es raíz y fuente de nuestra cultura.”
Y como siempre habrá acciones y/o manifiestos puntuales de entidades internacionales o nacionales, responsables de la protección ambiental y de la implementación de políticas que conduzcan a la protección del planeta, los países o regiones, pero que en buena medida quedarán en simples palabras y buenas intenciones o por mucho en acciones insuficientes para parar este continuo deterioro ambiental, que no dejamos de insistir, nos está llevando al punto del no retorno con toda laprobabilidad de extinguir buena parte de la vida en el planeta, incluyendo la especie humana.
Se nos pide cambiar de hábitos para contribuir a la defensa del ambiente. Se nos dice que por nuestro “mal comportamiento y falta de conciencia ambiental” es que nuestro entorno y el mundo entero nos ha llevado a la crisis climática y ecológica planetaria. Se quiere señalar al ciudadano común, al ciudadano de a pie, de que por su culpa estamos a borde del abismo que nos conducirá a la muerte colectiva.
Pero a la vez se lava la imagen de los grandes contaminadores y responsables de este desastre. Si nos molestan las basuras esparcidas por las calles y andenes, más nos deben fastidiar el saber que los agrotóxicos utilizados en los monocultivos y la minería, están envenenando nuestros ríos. Si nos preocupa la pérdida de las áreas de conservación por invasión de laderas y bordes de los cuerpos de agua, debemos saber que la urbanización desbordada de nuestras ciudades y del campo es responsable mayúsculo hoy en día de esa pérdida continua. Si nos alarma el calentamiento global, el deshielo de los glaciales y el aumento del nivel del mar, deberíamos exigir la transición acelerada energética para abandonar definitivamente el carbón, el petróleo y el gas. También deberíamos exigir arborizar y peatonalizar las calles de nuestras urbes y fomentar el transporte masivo y menos contaminante.
Por último, agreguemos lo que dice Al Gore: “La dicotomía entre desarrollo y sostenibilidad es falsa. Sin planeta no hay economía que valga.”