¿Puede un periodista involucrarse en campañas políticas?

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Fundación GABO – Consultorio Jurídico

Foto: compartida bajo licencia Creative Commons

Un conocido periodista ha emprendido una campaña para que se exprese públicamente el rechazo a los candidatos del partido FARC. ¿Esa puede ser la tarea de un periodista?

Respuesta:

El manual de redacción del diario El Tiempo contiene una norma que ordena: “las páginas del periódico no aceptan jamás que un periodista haga campañas de ninguna índole”. (A. 1.02.10)

La norma tiene una base ética aplicable al caso de la consulta: el periodista se atiene al objetivo de su profesión que es la información y excluye, entre sus actividades, la de la propaganda. Una campaña a favor o en contra de un grupo político es un evento propagandístico que riñe con los objetivos y la identidad del periodista.


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Aquella norma resulta sustentada en las formulaciones que definen al periodista como un servidor público que, a través de la información, beneficia a toda la sociedad.

Ese servicio se presta cuando destaca lo positivo de la sociedad, cuando denuncia sus peligros, sus equivocaciones y errores, cuando previene y cuando estimula.

Un partido político, reconocido legalmente, es una opción ciudadana a la que la sociedad rodea como posibilidad y, mediante el debate público, apoya o no, pero no se persigue ni elimina. Ante esto el periodista registra e informa, pero no interviene, porque lo suyo no es la política militante.

El periodista apoya ese debate, aporta información que le dé solidez y altura al debate, y ayuda a los ciudadanos a identificar y a comprometerse con la causa política que mejor sirva a la sociedad. Para cumplir esa tarea no adopta ni acepta rótulos partidistas, porque su compromiso es con todos.


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Documentación

Los primeros periódicos de circulación masiva comenzaron a emplear a nuevos recolectores de noticias, y estos reporteros eran a menudo hombres desocupados de la calle que pasaban el día dando vueltas y oyendo los acontecimientos de interés. Cuanto más espeluznantes eran las noticias más compraban los periódicos. Muchos comenzaron, sin embargo, a dudar si tales reporteros y periódicos que usaban su información eran confiables y objetivos.

La nueva forma de periódico fue organizada como empresa comercial y muchos pensaron que el verdadero criterio de las noticias era la rentabilidad.

Al mismo tiempo, las personas reconocieron que el nuevo tipo de periódico de información era importante para las decisiones públicas y sugirieron que el gobierno podría formar parte y controlar la calidad de la información. Pero la prensa rechazó esto con vehemencia porque se definió a sí misma como evaluadora crítica de las actuaciones de los gobiernos. A lo largo del siglo XIX los líderes de la industria de los medios de comunicación y sus críticos buscaron soluciones para el dilema de mantener la libertad de prensa bajo la tutela de propietarios independientes, y al mismo tiempo proporcionar una forma confiable e imparcial de flujo de información comunicativo para el progreso de la ciudad y la nación.

Los medios se volvieron tan importantes para el buen funcionamiento de una sociedad democrática que muchos de los periódicos principales comenzaron a sostener la opinión de que los profesionales de los medios de comunicación tenían tanta responsabilidad como el clero o los abogados y que estos trabajadores de los medios de comunicación deberían tener una enseñanza superior y una formación como profesionales.

(…) La ética profesional de la comunicación pública, desde el joven reportero hasta quien estaba a la cabeza de un periódico, es más que el guardián de la exactitud de la información. Es el responsable de ver que los procesos de comunicación en la sociedad funcionan, a fin de que cada uno que tiene algo que decir a la comunidad tenga acceso a los medios y que quien necesita la información también tenga acceso a ella.

Robert White: Comunicar Comunidad. La Crujía, Buenos Aires, 2007. P. 184- 185


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