John Elvis Vera Suarez
La mascarilla fue convirtiéndose en símbolo de protección, pero a la vez en la del incomodo distanciamiento social. Nos acercamos, saludamos y hasta abrazamos, pero con mascarilla. Ella comenzó a familiarizarse a principios del año anterior. Hoy en los hogares es común que haya medio centenar de estas, protegidas debidamente en su empaque original.
Lo virtual, lo digital, que hace rato existen, en una azarosa carrera tuvieron que ser asimiladas de manera amplia por la sociedad. No ha sido fácil para las generaciones mayores, pero es casi un juego para las juventudes. Las nuevas tecnologías hoy están en cada rincón de la vida cotidiana. El mayor inconveniente sigue siendo la falta de recursos suficientes para que las inmensas mayorías cuenten a su disposición con las más adecuadas para sus nuevas necesidades.
Como venia diciendo, el distanciamiento ha sido el gran dilema en estos dos últimos años. Si me cuido, aporto en el cuidado de los demás. Si con quienes tratamos cotidianamente, están protegidos, me sentiré mejor salvaguardado. Entonces terminamos distanciándonosde nuestros vecinos y vecinas. Las visitas familiares se redujeron al máximo. Y nuestra comunicación en momentos quedó en lo telefónico y/o teleconferencias.El término zoom se popularizó no solamente en los espacios laborales y encuentros de los movimientos sociales, sino por igual en los familiares.
Pero “Llegó diciembre con su alegría, mes de parranda y animación, en que se baila noche y día, y es solo juergas y diversión…”. Pues sí. Llegó la época decembrina y de año nuevo, que se preparan desde noviembre. Y con el agotamiento producido por el distanciamiento, las necesarias medidas de seguridad, el llamado contradictorio institucional de cuidarse, pero de salir para reactivar el comercio, las citadinas calles se sumieron en caótica alegría consumista. Las luces navideñas tan esperadas hicieron su aparición para festivos paseos nocturnos.
Entonces las calles de la cuadra en su viejo o nuevo barrio, la tienda de su vereda o el billar de siempre, sirvieron para escuchar y gozar la música esperada, para el desenguayabe, para continuar con abrazos y besos, la razón para que los ausentes nos visiten por unos días y se recuerden por igual a los seres queridos que ya no están. ¿Pero, la pandemia entonces para donde se fue?
Las restricciones sociales están volviendo a coger auge en diferentes países y regiones. Los gobiernos con presiones socioeconómicas, pero a la vez ante su mayor responsabilidad por la salubridad publica, toman medidas que parecen en unos momentos avanzar y días después en pleno retroceso en lo que reiteradamente se le denomina como reapertura a la mal llamada “normalidad”.
Volveremos a encontrarnos porque desde ya extrañamos la amabilidad, las historias y sonrisasde nuestros seres queridos, y que nos digan “se hacen natillas, se hacen buñuelos…” para “…que traigan vino, ron y aguardiente, porque toditos quieren bailar” …