Por: Jaime Silvio López Fajardo.
La esencia de ser facilitador espiritual es que juntos como seres de luz y oscuridad podamos entender y razonar el verdadero propósito de la vida, donde nos permitimos empoderarnos y explorar en el universo de las posibilidades humanas para alcanzar la máxima energía del universo que es el amor, para concebir que la felicidad como un soplo de vida.
Para entonces como facilitadores es nuestro deber buscar y cubrir las necesidades de cada persona que se dispone y confía en su propio despertar, sembrando y fortaleciendo el amor propio como la medicina del alma, mientras más promovamos la vida desde nuestro camino, mayor será nuestra generosidad de amor para los demás y para nosotros mismos.
Es de esta manera, atizando el amor propio que podemos en abundancia ayudar o a entender los misterios del universo y de las necesidades de los demás. Por lo tanto es necesario trabajar en el amor propio, ya que en ocasiones se encentra enfermo, bloqueado, con miedo, sin agradecimiento por la vida o triste, situación que podemos vivir como una muerte lenta y al final nuestro camino será un laberinto sin salida y así poco podemos hacer por los demás.
Para mí el despertar espiritual ha sido generoso, se podría decir que inicie desde la niñez, tuve la experiencia de estudiar en un seminario menor con vocación a ser sacerdote, luego la vida dio tres vueltas y más. Entonces, llegue a las medicinas de la selva y es ahora que me encuentro sumergido en la esencia espiritual del Abuelo Tabaco. Con una bonita experiencia de saborear con amor y respeto por más de 30 años el Yagé o ayahuasca, pero mi legado sin duda ha sido el Tabaco.
Tomar yagé o tabaco u otra medicina de la selva nos invita a recibir y recordar información valiosa a la que le debemos dar un tiempo prudente para procesarla en nuestro corazón, para poder entender su magia y así conocer su propósito en nuestro cuerpo, alma y camino.
Jaime Silvio López Fajardo. – Explorador espiritual y facilitador del despertar.
27 de julio de 2021